La muñeca Okiku

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En 1918 Eikichi Suzuki de 17 años compró una muñeca en la famosa calle Tanuki-koji en Sapporo, con la intención de regalársela a su hermana de 2 años Okiku. La pequeña niña se enamoró de la muñeca, pero años más tarde Okiku murió repentinamente debido a un resfriado.

En homenaje a la niña, la familia decidió colocar la muñeca en un altar para rezarle por la memoria de Okiku, poco tiempo después la familia empezó a notar que el cabello de la muñeca había crecido lo que significaba que el espíritu de la niña se había alojado en la muñeca.

Para 1938 la familia Suzuki decide mudarse y dejar la muñeca a cargo del Templo Mannenji, que al día de hoy tiene en exhibición la muñeca de 40 centímetros y que desde entonces ha visto crecer su cabello por debajo de las rodillas, lo que ha ocasionado que de manera periódica tenga que ser cortado

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