Tártaro I , El dolor de una perdida. (Historia Completa)

Capítulo 9

El ojo de la montaña

Memphis se vistió lo más rápido que pudo, se dio cuenta que la única zona vendada era su hombro, aunque tenía moretones en varias partes de su cuerpo, se puso sus jeans y zapatillas, al momento de tomar su chaqueta cayó una espada delgada al suelo, estaba en su funda, era la espada que le había arrojado June, la tomo y la dejo sobre la camilla, ¿dónde estarían Trinidad y Rousse?, él sabía que Rousse se haría cargo de Trinidad y que Máximo cuidaría de ellas y de June, en el diez de febrero se suponía que la hermana pequeñas de Memphis llegaría a Roma, tenía una semana para recuperarse, se preguntó si Trinidad había recordado que Antonella se les uniría al viaje, ¿porque eran perseguidas sus amigas?, ¿que pasaría cuando todas las piedras estuvieran juntas?, en ese momento su estómago rugió, sería mejor pensar con el estómago lleno.

Se dirigió hacia la puerta, esta se abrió al instante, era un piso color rojizo, maderas barnizadas en las paredes y techo, era una atmósfera suave y cálida, camino por el pasillo, llego a una pequeña sala donde había una mesa pequeña, con cuatro sillas, una chimenea y una alfombra gruesa y suave en la cual estaba el gato de Belén durmiendo, definitivamente era un lugar muy pequeño, la mesa estaba servida.

-lávate las manos y siéntate-ordenó Belén desde otra habitación,- pero no toques nada antes de bendecir-

-el baño está en la puerta de la derecha- dijo Helena entrando de otra habitación, Memphis se dirigió a ese lugar que le indicaron, tal como esperaba el baño estaba limpio, lavo sus manos y su rostro y volvió a la sala, las tres jovencitas ya estaban junto a la mesa.

-querido Dios, muchas gracias por darnos un día más para disfrutar de tu amor, bendice nuestros alimentos para que nos den fuerzas y podamos seguir tu camino- dijo Belén, Memphis la escucho con respeto, a pesar de ser católico y creer en Dios, no tenía esa costumbre, ni él, ni sus padres ni su  hermana, tal vez gestos así podría hacer más armoniosas las relaciones en su hogar, se dio cuenta que Helena seguía la pequeña oración con los ojos cerrados y que tae no hacía nada, solo miraba la mesa y mantenía el silencio, tal vez por respeto a sus amigas, los ojos de esa chica hicieron pensar bastante a Memphis.

Se sentaron y comieron fideos con carne, en el más absoluto silencio, solo se sentían el sonido de los cubiertos y los platos, una vez que terminaron Belén le devolvió su libreta a Memphis y este la guardo en su chaqueta.

-no quería entrometerme en tus cosas, pero fue inevitable no leer- se disculpo Belén

Memphis sonrió- no te preocupes, aunque no es común que alguien lea eso-

-muchas gracias, estaba todo muy rico- dijo Tae poniéndose de pie y yendo a una de las habitaciones.

-no te preocupes- dijo Helena- ella no es muy sociable que digamos-

Memphis asintió, ya lo había notado en sus ojos.- ¿podrían decirme como me encontraron?- preguntó

-yo iré a lavar las cosas porque no se toda la historia- dijo Belén levantándose y comenzó a recoger los cubiertos,-será mejor que nos sentemos en la alfombra- dijo Helena poniéndose de pie, Memphis no tuvo más opción que seguirla, se sentaron en ella, al sentir el calor Memphis noto recién que la chimenea estaba encendida, las llamas se robaron la atención de Memphis, amaba las fogatas, el calor y su luz, cerro sus ojos y su visión cambio, ya no tenía la fogata en frente, sentía el fuego a su alrededor, sintió un escalofrío en su espalda, sintió como una briza, y esos ojos que ardían de un color azul, recordó la suite de June, veía que a pesar de arder el espectro se acercaba,

-entrégame esa cruz- exigió la figura ya envuelta en llamas, Memphis dio un paso atrás y resbaló, extendió su mano y se agarró del borde del piso del balcón, la baranda de madera estaba convertida en brazas, miro hacia abajo, si se soltaba su muerte era segura y si subía también, eran mas de veinte pisos, el espectro se acercó y Memphis volteo la mirada de esa bola de fuego azul, y se soltó