capitulo 45

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La furia de Radamantis

El ritual mágico que habían usado había resultado a la perfección, sacrificando algunos humanos, habían recuperado los tres jueces sus cuerpos reales, como semidioses, hijos de Zeus y de humanas, eran cuerpos mortales pero dotados de una resistencia superior a la normal, Thanatos e Hypnos había poseído cuerpos extraños, lo cual había debilitado su poder, los había vuelto mortales y presas fáciles para estos enemigos que no le tenían ni a la muerte, ni al sueño eterno. Entro en el edificio y comenzó a subir por las escaleras, detestaba la tecnología creada por los humanos que cada día eran más débiles y más cobardes, llegó al piso donde la presencia era más fuerte y se detuvo frente a la puerta por la cual la luz artificial se filtraba por el suelo, la presencia de Zeus estaba ahí.
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-La comida ha estado deliciosa- dijo Memphis poniéndose de pie y tomando la espada de los Bors en su cinturón, Daniel lo imitó con la espada de Hefesto y June miró a Helena y vio algo tras ella que llamó su atención.

-Helena, ¿porque no usas el arco de Artemisa que está en el suelo atrás de ti?-  dijo June apuntando la maleta que estaba en un rincón de la habitación

Daniel y Memphis miraron el lugar indicado por June,

-Pero Ada se puede molestar- dijo Helena

-Osea nada, se supone que cada Dios elije a su portador, deberías intentarlo, además tú ya viste a Artemisa- dijo June y Daniel se levantó, tomo el estuche y lo depósito sobre la mesa.

Helena lo abrió y tomó el arco, era de una madera muy suave y ligera, vio que el marco tenía varias ranuras por lo que dedujo que podía desarmarse, pero desecho la idea ya que si lo hacía, existía la posibilidad de que no pudiera volver a usarlo, había un pequeño cajac con  una cadena de plata la cual podía usarse para ponerlo en la espalda o en el cinturón, pero estaba vacío. Helena lo tomo y se lo comenzó a colocar en su cintura.

-Desde nada sirve un arco sin flechas- dijo Daniel y en ese momento el cajac brillo de una luz plateada y aparecieron tres flechas de luz.

-Es como la luz de la luna...- Dijo june sorprendida, Helena tomo el arco y tomó una flecha, era como si tomara una flecha real, la misma textura, peso y largo. La puso en el arco y miró a su alrededor, al otro lado del salón había un jarrón, el cual fue despedazado por la flecha, quedando incrustada en la pared, pasados unos segundos la flecha se desvaneció.

-La flecha hace daño y luego desapareció, está especial para un asesinato sin dejar rastro- dijo Daniel con evidente admiración, Helena miró el cajac y la flecha había vuelto a aparecer ahí.

-¿a quién matarás con eso?- preguntó Memphis riendo, en realidad no sé imaginaba a Helena combatiendo o algo por el estilo.

-A ti, si te portas mal- contestó Helena guardando el arco y el cajac en el bolso  y a Memphis se le acabó la risa en el acto mientras Daniel y June comenzaban con sus carcajadas

-Ya es una de las nuestras - río Daniel

-Pero los únicos que morirán ahora son ustedes- dijo una voz desde la puerta. La capucha lo cubría totalmente aunque se notaba que media casi dos metros y su cuerpo era.muy grueso.

Memphis sacó su espada y se puso entre Helena y el recién llegado -¿ y tú quién eres?-

Ese ser oscuro bajo su capucha y apareció un hombre de rasgos toscos y sin arrugas, de una edad indeterminada. Sus cabello era corto y gris, piel blanca y ojos verdes inyectados de sangre, su mirada reflejaba un odio intenso y un rencor.

- entregame esa espada maldito niño- gritó y el olor que emanaba hizo que June y Helena sintieran náuseas, era un potente olor a muerte

-No te daremos nada - contestó Daniel avanzando y colocándose junto a Memphis.

Tártaro I , El dolor de una perdida. (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora