Insertidumbre

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Stella POV

-Insultaron a mi Madre, Cyro- dijo Natalio cabizbajo. un par de lágrimas le cayeron de las pestañas, seguro ante el recuerdo de su progenitora y, sabiendo que, por más afecto que le tenga a Marelle y Cyro, nunca reemplazarían a sus padres biológicos. el momento emotivo se interrumpe al entrar mi madre, la de Greco, y el padre de Kadia. todos nos miran con severidad, y nosotros nos negamos a admitir lo evidente.

Bursakoff POV

-No me asustan los misiles ni las balas

Tanta guerra me dió alas de metal

Vuelo libre, sobrevuelo las granadas

Por el suelo no me arrastro nunca más-

suena por la radio mientras hago vigilia junto a la cama de Darío. que en estos días ha tenido señales de mejoría, pero aún se encuentra en estado de coma sin signos de un pronto despertar.

el lado contraproducente de estar tantas horas acá es la cantidad de tiempo en que permanezco en soledad con mi mente, puesto que la presencia de mi amigo es relativa, casi ausente. Esto ha provocado que los torrentes de recuerdos se abalancen y me aplasten aunque intente impedirlo. desde el momento que escuché los gritos de Marisol, hasta la angustia de esperar en un ala del hospital del Paraejército, que es la clínica Van Gogh. obviamente, ningún cibil ordinario conoce de esta realidad. En fin, como decía... el hecho de esperar en aquellas salas plagadas de sillas con gente que va y viene noticias de quien considero mi Padre, y no saber si para el momento siguiente estará vivo.

he tenido, obviamente, que salir al exterior repetidas veces. algunas de ellas, uniformado. La gente no tiene ni un poco de templanza al ver estampado e insignias, lo que me llevó a pasar repetidos papelones en la vía pública.

flashback

Tras 18 horas en Río Seco, habiendo pasado ya la cirugía de mi teniente y el tiempo prudencial de observación que descarta cualquier tipo de afección mayor en mi estado de salud, decido ir a casa de mis padres para ver a mi hermanita porque, aún con gasas en el rostro, piel y cabello chamuscados, y el uniforme militar, muero de ganas por abrazarles, por que sepan que existo, aunque no me abran ni la puerta.

llego a la parada de taxi, a sabiendas de que la gente que pasa cuchichea cosas, mira de mala forma, dirige señas obscenas hacia mi, y....

-disculpe señor. ¿usted estuvo en el incendio del cuartel del cuadrante 9?- la amabilidad del hombre y su manera de encarar el tema incitaron a que me abra a él con más comodidad. sumado al hecho de que está junto a su pareja e hija, y dudo que despotrique su comportamiento en estas condiciones.

-si, así es- intenté sonar afable.

-¿y cómo no te cagaste muriendo en el accidente?, le hubieras hecho un favor al mundo-y nuevamente, mis ganas de proteger a MI gente mermaron, la rabia se abrió paso a mi sangre, y recordé que no puedo culparlo de nada. por su jovialidad, deduzco no pasa de 25 años. por lo que no ha vivido el desastre en carne propia, al igual que yo. y tengo el deber de explicarle las cosas como son.

-caballero. no es mi interés discutir con usted. ni usted ni yo tenemos la culpa de lo que pasó, no puede ni puedo meter a todos en la misma bolsa. el ejército ya no es el de otroras épocas y...-

-¡si ustedes son todos iguales! ¡igual de malos que el Cáncer!-la mujer me sorprendió. por el griterío de mis agonistas, la gente se comenzó a reunir en nuestra circundancia.

-por favor, no meta las enfermedades terminales en esto. se los digo como pariente de afectado, y quien estuvo a punto de morir lejos de sus seres queridos- volví a ser interrumpido. pero por el señor.

No lo sabenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora