Agua fría

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Darío POV

-¡MÁS RÁPIDO! ¡CONTINÚEN!- LES GRITABA A LOS MUCHACHOS. realmente no quiero creer que esto está sucediendo. pero si. así es.

el estruendo que resonó en cada rincón de estas instalaciones fué atroz. nos tomó a todos desprevenidos al punto de perder la calma, e ignorar todo aquello que habíamos planeado hacer en situaciones como esta. llevo el uniforme del ejército regular de Geodia, que está, por cierto, remendado por sectores. tengo entendido que, antes de mi, esta indumentaria pasó por las manos de tres cadetes que pasaron por la desazón de no tener lo necesario para concretar sus sueños, y fueron obligados por sus propios sistemas a abandonar el ahora corruptísimo colegio militar.

en la pantalla que transmitía en tiempo real la situación de la base militar General Barrios. en el cuadrante 9 y a 1000 metros del río mostró. tomándonos desprevenidos, un fulgor anaranjado que iluminó el cielo de las 2200 horas Geodesas, acompañado de espesas acumulaciones de humo negro y un pavoroso y fuerte sonido. esos sonidos que hacen te ver realmente lo feas que pueden ponerse las cosas. una explosión. estaba entrenando justo a mis subordinados, que enseguida se pusieron tan alerta como yo, y sus caras reflejaban expresiones de auténtico espanto y desconcierto.

era conciente de que no podía darme el lujo de perder más tiempo. por lo que procedí de la siguiente manera:

-¡rápido!. cargan el morral de supervivencia, su fusil, su facón con las frazadas como poncho, y nos vemos en los angares en 5 minutos. este puede ser el llamado de la Patria, señores. ahora, todo se vale. excepto, no defenderla. ¿entendido?-hablé rápido y conciso. tomé la radio en mano para para responder mas rápido los mensajes y estar al pendiente de ellosesta.

-¡señor!. ¡si, señor"- respondieron saludando con un gesto marcial y corriendo a las barracas. hice lo mismo que ellos y, pasado el tiempo previsto, todos nos encontrábamos ya en los angares subidos a un avión de combate, listos para despegar tras el visto de ayuda por parte de nuestros camaradas de General Barrios. no podría ir a dar clases mañana. pero esto es lo último que me importa. total, ninguno de mis alumnos me tiene aprecio.

al pensar en esto, recordé la conversación que tuve hace dos semanas con Sayd y Basquez, del tercer año. espero tomen la decisión correcta. espero haber aportado los datos correctos a las personas indicadas. de lo contrario, pondría en peligro aquella organización que se caracteriza por esconderse entre las sombras, y por el hecho de que nadie excepto sus miembros saben de ella. nadie excepto dos personas. espero haber hecho lo correcto.

la paramilitar. ya deben estar trasladando efectivos al frente de acción. debo reportarme entre sus filas en algún momento libre, o dar a conocer mi ubicación mediante radio.

miro a los costados las butacas llenas. me giro sobre el destrozado asiento con el fin de que mi campo visual se amplíe. el primer objetivo fué completado con éxito. poseyo ahora una visión de quienes están a mis espaldas. pocos tienen la cabeza reclinada en el reposador. me paro fingiendo acomodar el cinturón de la indumentaria de combate, e intento evaluar el estado anímico de mis camaradas

haciendo silencio con el cuerpo y la mente, soy capaz de escuchar las respiraciones dificultosas y húmedas de sollosos ahogados, algún ronquido, murmullos muy débiles, y luego, un silencio sepulcral, que sólo es roto por el monótono ronquido de los motores de la aeronave.

me paro en el principio de la zona de transporte, donde comienzan a enfilarse los asientos para poder dilucidar a través del sentido de la vista lo que tienen para decirme mis subalternos, en su silencio, y en sus expresiones.

en la primera fila, junto a mi butaca momentaneamente vacía, el Soldado Bursakoff reza en silencio, con los ojos aguados y un rosario en mano. los cuatro restantes le acompañan en su culto religioso, respondiendo en forma casi inaudible las oraciones.

No lo sabenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora