Amenazas

1K 77 6
                                    

El sonrojo se había apoderado de ambos. Ninguno sabía qué hacer o cómo actuar después de aquel reencuentro inesperado. Fue Seiya quien decidió romper ese incómodo silencio que se había formado entre ellos.

— Bombón yo... Por favor perdón yo no quise... 

— No Seiya, por favor no digas nada, disculpame tú a mí — su mirada cambio, se volvió fría y distante pero su voz reflejaba un tono de duda y continuo — solo hagamos como que nada pasó.

Serena sabia que esto lastimaría al chico pero era lo mejor, no quería ilusionarlo mas. Había cometido un error y no podía, sabia que ella era quien tenia la responsabilidad mas pesada de todas. 

Seiya quedó impactado ante la respuesta tan fría de su amado bombón e incluso sintió un dolor en el pecho, le sorprendió demasiado que serena actuara de esa manera tan fría ante lo que acababa de pasar, así que, supo disimular muy bien el dolor que le había causado y solo asintió lentamente.

Tenia demasiadas preguntas, Serena estaba actuando muy rara. Sabia que ella no estaba bien, se podía notar, el lo podía sentir, no era la misma.

— ¿Donde estamos? — pregunto la rubia mientras recorría el lugar con la mirada. Ante la sorpresa, no había puesto atención en donde estaban y parecía un lugar muy acogedor, extremadamente lujosos para sus gustos.

— Estamos a unas dos horas de Tokio, es una playa privada. Ser integrante del grupo más popular aún tiene sus ventajas – respondió seiya con esa enorme y coqueta sonrisa que lo caracterizaba provocando otro sonrojo en el rostro de Serena.

Decidió levantarse a recorrer el lugar, a un costado de ellos se encontraba una enorme ventana corrediza que iba del techo al suelo, serena corrió las cortinas y  quedó impresionada. Ante ellos se expandía el mejor paisaje que podía ver. El mar se extendía mostrando su majestuosidad, el color cristalino de sus olas brillaban bajo los rayos del sol y la blanca arena hacia parecer un verdadero paraíso.

— ¡Es increíble! tiene una vista hermosa ¿lo compraste? — dijo con una sincera sonrisa.

— No, pero si comprándolo hago que sonrías de esa manera lo haría, incluso podría regalártelo— respondió el, al ver nuevamente por unos segundos esa sonrisa que lo había enamorado, aun estaba esa chica, seguía siendo como una niña que se emocionaba con cosas tan simples.

— Como crees no podría aceptarlo, ademas no es muy mi estilo, es demasiado lujoso no niego que es un paraíso de vista, me provoca mucha paz y emoción a la vez —.

— Oh vamos bombón es lo mínimo que merece este chico tan guapo y popular.

— Sigues teniendo el ego más enorme del universo.

Ambos se soltaron a las risas, así era como se recordaban, aquellos grandes amigos que podían bromear, reír y hablar de mil cosas; claro que ahora con unos años de mas. Ya no eran unos adolescentes habían ganado unos centímetros mas de estatura y el cuerpo de cada uno había tomado una forma mas madura respectivamente.

— ¿Quieres recorrer el resto del lugar? — dijo el chico tratando de tomar un poco de aire.

Ella volteo y asintió alegremente, entonces se tomaron de la mano; al hacerlo ambos sintieron una electricidad recorrer sus cuerpos pero hicieron caso omiso  y recorrieron el lugar. 

Realmente era una casa de playa muy lujosa. En la planta baja contaba con sala/comedor, cocina, la mayoría de los muebles en tonos rojos y paredes blancas, también tenía un baño para visitas y un cuarto de juegos, donde había una mesa de billar y hasta un sala de cine, todo para pasar un fin de semana completo sin necesidad de salir . La parte de arriba tenía cinco recámaras, la principal contaba con un jacuzzi y con la misma vista de abajo en una enorme ventana con salida a una terraza. 

Tengo un amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora