Capítulo

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Seiya guardaba sigilosamente un secreto, algo que había cargado todo este tiempo desde el día de su boda, jamas le contó a nadie y para ser sinceros había tratado de olvidarlo o tan si quiera ignorarlo.

En ocasiones lo recordaba y la nostalgia y preocupación lo invadían pero trataba de ignorar, seguir adelante y recordar todas aquellas cosas buenas que había conseguido y lo feliz que era. Todos estos años había funcionado en parte, hasta la noche anterior.

Cuando había llegado a casa después de un largo día de trabajo, alcanzo a escuchar el nombre de su mas terrible miedo, Darien. Lo peor era que había escuchado que Serena estaba dudando.

Al lado de su rubia se sentía invencible y que podría con todo los problemas pero si ella dudaba, simplemente no podía luchar. Y después llegaron esas pesadillas.

—Y entonces Leikaa le dijo a los medios que tenia tres semanas de embarazo y que el padre del niño que esperaba era Seiya.

—Tienes razón Yaten —apoyó Taiki—. Seiya no esta escuchando nada de lo que dices.

—¡Seiya! —Yaten grito al momento que golpeaba la mesa con ambas manos.

—¿Que paso?

—Pasa que nosotros estamos trabajando y tu no se donde tienes la cabeza —respondió Yaten

—Lo siento

—Seiya venimos a trabajar no a jugar a que somos empresarios, ¿Cuando vas a madurar? —Yaten agregó—. Taiki avísame cuando dejemos de perder el tiempo por este perezoso.

Taiki suspiro una vez que Yaten salió de la sala de juntas.

—¿Estas bien Seiya? ¿Por que estas tan distraído?

—Si, lo siento Tai solo pesadillas, trabajemos.

Serena se sentía extraña, desde que Seiya había tenido aquella primer pesadilla, hace ya tres largas semanas las cosas había cambiado demasiado entre ellos. Seiya pasaba mas tiempo fuera del departamento, trabajando demasiado como si no quisiera llegar nunca a su lado. Y ella tampoco había ayudado mucho a que las cosas mejoraran, simplemente pensó que se le pasaría y que no lo iba a presionar si él no quería hablar. Pero las cosas cada vez estaban mas difíciles.

Juntos compartían una especie de ritual matutino que consistía en preparan juntos el desayuno, donde normalmente Serena siempre observaba. Aquellas citas donde abundaban las risitas y roces entre ellos habían terminado, Seiya se marchaba antes de que ella despertara y por las noches llegaba tan tarde que ya no entraba a la habitación con el pretexto de que no quería molestarla.

Serena comenzaba a sentir una opresión en el pecho cada vez mas fuerte y la única forma de sobrellevarlo era cuando se encerraba a pintar, en la habitación que Seiya le había acondicionado. Cada vez que entraba a ese lugar podía olvidase de todo y perder la noción del tiempo, se sentía realmente afortunada de conocer aquel don que tenia por la pintura y practicarlo.

Desde que comenzaron aquellas pesadillas Serena optaba por usar una de las camisas de Seiya para tener presente su olor, comenzaba a sentirse sola y desesperada. Los últimos días se había encargado de realizar los bocetos para una nueva colección pero para su desgracia le estaba costando demasiado y lo que lograba dibujar era extrañamente nostálgico y eso no le agradaba en lo mínimo. Sus obras de arte siempre se habían caracterizado por retratar la belleza del mundo y la alegría de vivir, jamas había realizado trabajos por iniciativa propia que tuvieran la nostalgia, tristeza o desesperación.

Frustrada, tomo una de sus mezclas de pintura y la arrojo sobre el lienzo en el que trabajaba, justo antes de que comenzara a destruir el poco trabajo que había realizado presa de la desesperación, el timbre de su celular comenzó a sonar.

Tengo un amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora