Tengo un amante

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Tres semanas habían pasado desde aquel primer exitoso concierto y el desastre de fiesta para algunos. Serena había regresado sola a Tokio, el remordimiento de sus actos y el recuerdo de Seiya en su departamento no le daban tregua, por lo que se había trasladado a un hotel.

Seiya por su lado se había mantenido completamente sumergido en sus asuntos laborales, con el pretexto de querer terminar rápido y regresar con Serena, pero todos sabían que solo era eso, un pretexto. Seiya trabajaba mas horas que nadie para evitar pensar en Serena, aunque siempre podía llamarle, a estas alturas sabía que esas llamadas iban a ser inútiles, su rubia simplemente no atendería. Seiya estaba enterado de la habilidosa mano comunicativa de Mina, que Serena tampoco respondía las llamadas que la rubia del moño le hacía.

Tanto Seiya como Leikaa parecieron olvidar la conversación de hace algunas semanas atrás, ninguno volvió a mencionar nada. Lo que Seiya ignoraba era que Leikaa podía llegar a ser demasiado persistente, y también que tenía vigilada a Serena.

Leikaa sabía perfecto que su rival se hospedaba en un hotel desde que regreso a Tokio y que cada fin de semana la pasaba en una casa de playa de la cual no tenia conocimiento, ignoraba realmente la razón pero era algo de lo que podía sacar provecho.

El ultimo fin de semana de presentaciones Leikaa había solicitado el permiso de Taiki para regresar a Tokio. La rubia había argumentado que todo estaba listo y que su presencia no era necesaria. Taiki se había extrañado ante la petición pues él creía que Leikaa aprovecharía hasta el ultimo minuto para tratar de llamar la atención de su hermano; después pensó que tal vez la chica por fin se había cansado de intentar algo sin futuro, por lo que decidió dejarla ir.

En Tokio, Serena, se encontraba en la casa de playa que Seiya le había regalado. Inmersa en los detalles de su cuadro, la noche había caído sin que ella lo notara, justo cuando daba las ultimas pinceladas los leves golpes de la puerta llamaron su atención. La rubia extrañada ante la situación decidió abrir, no tenia idea de quien podría ser, Seiya tenia llave y aun no terminaba la gira hasta el siguiente día, nadie tenia la dirección de aquel lugar, era imposible que alguien de sus conocidos o amigos dieran con esa casa. Seiya y ella habían acordado que esa casa iba a ser su secreto, su rincón de escape privado, claro, hasta tener que compartirla con su familia.

Lo primero que Serena observo al abrir la puerta fue la enorme y falsa sonrisa que Leikaa le regalaba. Sin esperar a que Serena la invitara a pasar, entró de golpe en la casa.

—Esta casa es hermosa, va a ser mía, no, espera le pediré a Seiya una mejor y esta puedo dejártela —concluyo maliciosamente.

—¿Se puede saber que estas haciendo aquí? ¿Y como diste con este lugar?

—¿No lo imaginas? —Leikaa preguntó—. Prefiero que te enteres por mi y no por los medios, o por Seiya, él y yo estamos juntos, y no quiero que interfieras ahora que es feliz a mi lado.

Antes de continuar con lo que era para Leikaa la "estocada" final, un brillo de maldad ilumino sus ojos.

—Y si no me crees, entonces, ¿como se supone que sé de este lugar? —Leikaa lanzo sus últimos rastros de veneno.

Serena estaba dispuesta a pelear y no dejarse llevar por su sentimentalismo pero, lo que su clon parado frente a ella acababa de decir era cierto. Ellos jamas revelaron la ubicación de la casa a nadie, no había forma de que ella se enterara, era prácticamente una desconocida y la única opción era que el mismo Seiya le hubiera dado la dirección. En algún profundo y oscuro lugar del que Serena nunca supo, recobro rápidamente las palabras y se defendió.

—Si estas tan segura de que es feliz contigo y del supuesto amor que te tiene, quiero imaginar, porque en ningún momento te escuche decir que te ama, ¿que haces aquí? ¿tan insegura te sientes que tienes que recurrir a tus amenazas?