Baile

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Los días siguientes de aquella terrible discusión fueron completamente tensos. Seiya buscaba cualquier oportunidad para intentar hablar con Serena pero ella se negaba a escucharlo, simplemente lo ignoraba. En cambio Leikaa aprovechaba cualquier ocasión para acercarse a Seiya, invitarlo nuevamente a salir o pasar tiempo con él. La rubia vivía detrás de pelinegro y él parecía no hacerle caso, otra vez.

Pronto daría inicio la serie de eventos programados para el lanzamiento del nuevo grupo musical por parte de la disquera, un largo mes de giras y fiestas se llevarían acabo en las prefecturas urbanas del país.

Los hermanos Kou se encontraban en la sala de juntas arreglando los últimos detalles de aquel evento.

—Todo esta perfecto chicos, hicieron un trabajo increíble —Taiki felicitaba a sus hermanos.

—Querrás decir hice un trabajo increíble, porque el tonto de Seiya parece un muerto andando en la oficina con su perrito faldero detrás —agregó Yaten.

Seiya estaba apunto de responder cuando Taiki lo interrumpió.

—¡No empiecen de nuevo!

—Lo único que nos queda es reservar los vuelos —intervino Yaten

—Yo me encargo Taiki, le dire a Leikaa. —Seiya respondió—. ¿Alguna otra cosa?

—Si, reserva un boleto para Mina, ¿puedes creer que canceló el trabajo de todo un mes con tal de ir a las fiestas de la disquera? No lo olvides, Mina te mataría si lo haces.

Seiya salió de la sala de juntas hundido nuevamente es sus pensamientos y con una idea rondándole por la cabeza. Leikaa se encontraba en su oficina esperando las indicaciones para reservar los vuelos, entonces tendría a Seiya solo para ella, muy lejos de Serena. El teléfono sonó rompiendo el silencio que reinaba la oficina de la rubia, presiono el botón que indicaba altavoz.

—Leikaa —la voz de Seiya se escuchaba del otro lado—. Necesito que reserves seis vuelos para Sapporo.

—Claro Seiya pero tenia entendido que solo eran cuatro. —Leikaa se removió incomoda en su silla, tenía un mal presentimiento—. ¿A nombre de quién reservo los otros dos?

—Para Serena y Mina —respondió Seiya.

—Por supuesto —Leikaa respondió en un casi gruñido.

Una vez que aquella llamada finalizó la rubia se levanto furiosa de su asiento colocando las palmas de las manos sobre su escritorio, y su respiración era agitada, no podía darse el lujo de dejar pasar esta oportunidad, su venganza debía completarse, era su deber destruir a Serena y quitarle lo que ella mas quería. Una sonrisa maliciosa se dibujo en su rostro.

Serena se encontraba en su estudio dando los últimos retoques del cuadro que había comenzado unos días atrás, aquel boceto que comenzó en la casa de la playa por fin había cobrado vida en uno de sus blancos lienzos. Toda la mañana y parte de la tarde había estado metida en aquel estudio, solo se había detenido para comer algo y continuar, lo ultimo que planeaba era estar sin hacer nada y dandole vuelta a las imágenes que acudían a ella de Leikaa y Seiya juntos.

Suspiro cansada antes de abandonar la paleta sobre una mesa mientras se giraba para admirar la belleza de su cuadro, una amplia sonrisa se dibujo, definitivamente ese era lo mejor que había pintado. Se llevo una de sus manos al escuchar como su estomago reclamaba algo de alimento nuevamente y salió en busca de algo para calmar su hambre.

Rumbo a la cocina a mitad del pasillo celestes y zafiros se encontraron, Seiya acababa de llegar. Serena desvío la mirada y continuo su marcha a la cocina. Ese breve momento fue suficiente para que Seiya pudiera captar una mancha de pintura sobre su mejilla. Cada vez que Serena se sumergía por completo en un proyecto durante largas horas terminaba justo así y para él, aquello era el mismísimo cielo. Aquellos distraídos trazos sobre la nívea piel de su tormento le daban un toque tan angelical que lograban embelesar a Seiya casi hasta perder la cordura.

Tengo un amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora