Pesadilla

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(Jess, dimensión humana)

-¿Creen que Abril esté bien?- pregunta Tania, abrazando sus piernas y recargando la barbilla en sus rodillas.

Las dos chicas sentadas a cada lado se miran entre sí, no saben qué responder, tal vez deberían solo ignorar la pregunta, pero no pueden hacer eso, la última vez todo salió mal.

Tanto Jess como Valeria se sentían culpables, tal vez si hubieran ayudado a Abril mientras pasaba por esos tiempos difíciles, solo tal vez, ninguna batalla se hubiera realizado. Si tan solo hubieran obligado a Abril a hablar, la hubieran podido ayudar y de ese modo, evitar tanto mal.

Aprire no habría despertado, por lo tanto no habría conquistado algunas dimensiones, y en consecuencia no estaría luchando por tener más poder. Aunque también había aspectos negativos, si no hubieran dejado sola a Abril, los juegos seguirían, Abril aún tendría un demonio en su interior.

Era difícil catalogar sus acciones como buenas o malas.

-¿Chicas?- insiste Tania.

-No lo sé- responde Valeria, recargando su cabeza contra la pared y viendo hacia el cielo –No la hemos visto en una semana, me preocupa

-¿Qué la tendrá tan ocupada?- pregunta Jess.

-O preocupada- agrega Valeria –Si no nos dice nada es porque algo le preocupa... o asusta

-¿Deberíamos asustarnos nosotras?- pregunta Tania.

-No- responde Jess –Ella haría cualquier cosa por mantenernos a salvo, no tenemos nada que temer... solo por ella- lo piensa un momento, Jess no está dispuesta a volver a dejar a su amiga sola –Propongo que la visitemos más tarde

-Si nos necesita, lo sabremos ¿no?- Valeria teme, no quiere volver a equivocarse con su amiga, no sería capaz de dejarla sola.

-Lo sabremos- afirma Tania.

***

(Abril, dimensión humana)

El cansancio la tenía prisionera, Abril no podía moverse más. Caminaba por los pasillos de su casa, sosteniéndose de la pared para evitar caerse, con los ojos cerrándose cada par de minutos.

-Una pequeña siesta... no hace daño a nadie- dice ella justo antes de llegar a su habitación y dejarse caer sobre la cama.

Han pasado días, y el sueño nunca desaparece. Es medio día y seguramente dormirá más de lo que lo hizo la noche anterior. No sabe razones, pero últimamente no ha descansado bien, es como si una fuerza misteriosa le impidiera dormir.

-Solo unos minutos- murmura Abril antes de quedarse dormida.

Y comienza a soñar.

Lo primero que ve, es una versión más infantil de ella misma, muy lejos. Se da media vuelta, se encuentra recargada en el barandal de un barco.

Puede ver un reflejo distorsionado en el mar, se trata de Anastasia.

Un sueño desde la perspectiva de su difunta madre. Esto no le agradaba nada a Abril.

Anastasia tenía un cigarrillo en mano, y lo fumaba con rapidez mientras miraba más allá de la orilla del mar. Estaban en un crucero, por esa razón se daría el lujo de poder disfrutar de la vista.

-¡Mamaaaa!- grita una infantil Abril de poco más de cuatro años, corriendo hacia su madre, quien no la recibía con mucho entusiasmo.

-¿Qué quieres, Abril?- pregunta Anastasia, dejando caer lo que quedaba del cigarro al mar.

El génesis de Aprire [Las crónicas de Abril #5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora