Eternamente

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(Abril dimensión de ángeles)

¿Cuánto habría pasado? ¿Días? ¿Semanas? Puede que incluso meses.

Ya nada importaba, Abril no tenía noción del tiempo, ni de la vida misma, la culpa la comía por dentro, aún podía ver sus manos manchadas de sangre, y la velocidad con la que la figura de Aprire destruyó el alma del fantasma, ya no había forma de recuperarlo, ni un "lo siento", ni un abrazo, ni siquiera una palabra. Nada.

Y el caminar por los pasillos era imaginarlo a él intentando infiltrarse en el lugar, y buscar una respuesta del porqué nunca tuvieron historia, pensar en volver a la dimensión humana sería pensar en todas esas conversaciones telepáticas que tuvieron.

Ni siquiera las lágrimas que derramaba cada noche podrían limpiar sus manos, manos manchadas de la sangre de su amigo, la sangre de su consejero, la sangre de un eterno e imposible amante.

Y las tormentosas pesadillas no la dejarían olvidar nunca su pecado, el peor de sus actos. Abril había cometido muchos errores, demasiados. No se había sentido tan mal desde la muerte de su madre... Anastasia... ella la había matado, lo recordaba tan nítidamente, su fantasma la había torturado durante tanto tiempo, más precisamente hasta que Michael la ayudó a salir de ese abismo, y ahora que él ya no estaba, se preguntaba si en algún momento el espectro de su madre volvería, y si vendría acompañado con un antiguo amor. ¿Michael también la atormentaría? No era necesario, su mente ya la torturaba.

El dolor y el sufrimiento eran habituales, Abril se acostumbraba a ellos poco a poco.

Dicen que cuando alguien muere, el dolor de la pérdida nunca desaparece, pero eso no era cierto, Abril se habituó a él, y casi parecía irreal, tortuoso, pero irreal. Se reía de sí misma al describirlo de ese modo.

Usnavy la consolaba diariamente, pues era uno de los miembros que más cerca había estado de la muerte, y se disculpaba, se disculpaba tantas veces que sus palabras perdían sentido.

-Si la muerte no existiera- decía Usnavy mientras abrazaba a Abril –Si yo hubiera estado ahí, hubiera podido recuperar su alma... si tan solo...

-No hubieras podido hacer nada- le respondía Abril –Todo fue tan rápido... ni un segundo duró...

Y la noche llegaba, y las pesadillas la torturaban, y el día aparecía, y los pensamientos venían. Abril no podía escapar, día y noche era perseguida por ese recuerdo, ese último recuerdo de Michael. La mirada que él le brindó, esa última mirada.

***

(Canis, dimensión de quimeras)

Había llegado el momento, la soledad le había estado atormentando tanto por tanto tiempo que le era imposible imaginarse acompañada.

Se levanta bruscamente de la cama y busca su chamarra, es momento de actuar.

-¿Qué hace?- pregunta el pequeño Chris, apareciendo de repente.

-¡Chris!- exclama Canis –No te oí entrar

-Los gatos somos muy sigilosos cuando nos lo proponemos

-Eso ya lo sé, no fueron pocas las veces que Felem me dio un buen susto

-No has respondido, ¿qué haces?

Canis suspira, ¿debe mentirle al pequeño? ¿Él se creerá su mentira? La respuesta es obvia, el pequeño no es nada tonto, sería una estupidez intentar engañarlo, además, necesitaba un cómplice.

-Estoy harta de esperar- confiesa ella –Quiero recuperar a Felem, y no lo haré si permanezco aquí

-Estás loca

El génesis de Aprire [Las crónicas de Abril #5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora