Tentación

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(Nivis, dimensión de hielo)

La guerra había terminado, su grupo había perdido, Mohamed no podía hacer nada más, simplemente Aprire ganó, esa era la realidad.

En la dimensión se hielo circulaba un rumor: "Existen otras catorce dimensiones, Aprire intenta dominarlas todas".

¿Quién era Aprire? Eso a nadie le importaba, solo el poder mantener su libertad como nación. Nivis se reunió con algunos antiguos ganadores para poder pensar un buen plan, Mohamed había fracasado, pero ellos no se rendirían, seguían siendo los más fuertes de la dimensión, no abandonarán a su gente solo por temor.

"¿Qué haremos? ¿Qué haremos?" Era lo que la gente se preguntaba.

Nivis entendía su temor, ella había pasado por eso hace tiempo. ¿Cuánto? ¿Uno, dos años? No importaba, parecía que habían pasado décadas. Parecía que nunca se acostumbraría a la extraña sensación que venía cada vez que recordaba estar viva.

Incluso después de los juegos, ella pudo notar que todo era diferente.

-No podemos seguir esperando- die un chico de hielo, seguramente desesperado, porque tampoco sabía qué más hacer.

-La espera será nuestra perdición- responde una mujer con cara pálida y fuertes poderes –En cualquier momento Aprire vendrá por nosotros, no me importa morir, porque vivir es un tormento, pero no soporto la idea de que aquellos que quiero tengan que sufrir

-Yo tampoco- respondió un hombre de hielo.

Unos segundos pensando. Las hojas donde había escrito sus planes fueron apiladas en un rincón del lugar, ninguna era lo suficientemente buena, era como si cada idea fuera destruida por la realidad.

Nivis era la más joven del grupo, tenía miedo de hablar, porque todas sus opiniones eran rechazadas, seguramente porque los demás la consideraban inmadura y nada realista, aunque era lógico, porque al ser tan joven, la imaginación seguía siendo parte esencial de su ser.

Maldita juventud, que la limitaba tanto. Sin embargo, no faltaba el día en que las mujeres del lugar se quejaban por haber dejado escapar su juventud. Nivis no entendía la razón, al ser joven nunca se les deja decir ni hacer nada, pero una vez que la vida se escapa, se arrepienten toda la vida.

Ella no sería así, ella tenía una inmortalidad que vivir, y no dejaría que nadie se la quitara, no los antiguos ganadores, no Aprire, no Mohamed. Y pensó por un momento en Dieter, tal vez él la trataba como a una niña, pero la trataba como a una niña con libertad de elegir, una niña responsable, alguien que sabía qué hacer.

Fue ese recuerdo el que le dio el valor de hablar.

-Deberíamos congelar toda la dimensión- comenta ella –Si Aprire no siente vida aquí, no vendrá, es lógico

-Es buena idea- admite la mujer de hielo que antes había hablado –Pero demasiado radical, ¿No crees? Solo imagina todo lo que eso implica

Congelar a todos, hacerlos estancarse en un colapso de tiempo, quedarnos nosotros solos, no poder volver a hablar con nuestros amigos, que ellos nos olviden, o lo que es peor, que nos odien...

-¿Y entonces?

-Prefiero que me odien a ver cómo Aprire consume sus vidas

Unos momentos para meditar esa respuesta, ¿cómo era posible que alguien tan joven pudiera decir tales palabras. La realidad era que ella no era más una niña, le había arrebatado lo que quedaba de su infancia, ahora solo le quedaba seguir sobreviviendo.

El génesis de Aprire [Las crónicas de Abril #5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora