Casi el inicio

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(Abril, dimensión humana)

Ella despertó, estaba recostada en su cama, pudo notar un dolor en el abdomen cuando intentó pararse.

Miró alrededor mientras acariciaba la zona adolorida, deseaba poder volverse a acostar y dejar que el tiempo la ayudara.

Se levantó, tropezando un poco con sus propios pies y llegando con dificultad hasta el tocador, donde no pudo evitar recargarse, se sentía mareada, agotada y débil.

-La casa está despierta- susurró ella mirándose por el espejo.

Se quedó quieta

-Estás despierta- escuchó una voz detrás de ella.

-Dieter...- saludó ella -¿Qué haces aquí?

El hechicero rio un poco y entró a la habitación, detrás de él apareció una bandeja flotando, con tazas y algunas hojas de color verde y rosa. Él caminó hasta Abril y la tomó de los hombros.

-Mohamed no se midió con su hechizo- explicó él mientras la hacía caminar hacia la cama –Sabía que te sentirías mal cuando despertases, así que te preparé una poción para que te recuperes rápido

-No tenías que hacerlo

-Pero quise hacerlo, además, tu padre me ordenó cuidarte

-¿Mi pad...?- Abril quiso protestar, pero silenció, no había forma de negar aquel dato –De todas formas deberías estar allá, seguramente te necesiten

-Me ordenaron estar acá y eso haré- él ofreció una taza a Abril con una sonrisa en el rostro –Además, prefiero estar con una amiga que en una guerra

Abril tomó la taza y contempló el humo salir, flotando alrededor de la superficie caliente y desvaneciéndose cada vez que se elevaba. Abril pensó que así era la vida, existir para desaparecer antes de llegar a la cima. Tomó el té, sintiendo un delicioso sabor llenando su boca.

-¿Te gusta?- pregunta Dieter –Por lo general las pociones no tienen buen sabor, pero esta era para ti

-Es deliciosa- admite Abril, permitiéndose un momento de relajación -¿Y cómo está Nivis?

-Apenas y puedo verla- contesta Dieter –Pero no está tan mal como nosotros

Dieter guiña un ojo, y Abril se queda contemplando ese precioso color mientras piensa en lo increíble que sería tener ese don que Dieter poseía, podría saber quién necesitaba ayuda y ofrecérsela sin miedo a equivocarse, también podría recordar quiénes eran sus verdadero amigos, pues en esos momentos, las dudas la torturaban.

-Tienes que dejarme marchar- pide Abril.

-Mohamed no quiere que hagas una locura... o que te lastimes- dice Dieter –Conociéndote la única forma es mantenerte aquí

-Sabes que voy a escapar, es por eso que has protegido la casa ¿verdad?

-Lo que sea para mantenerte a salvo

Abril termina de tomar el té y deja la taza a un lado. Mira alrededor, no quiere pelear con Dieter solo para poder salir a la guerra, en su mente pasaban mil ideas, pero al final, decidió actuar de la forma más pacífica que podía.

Abril suspiró con fuerza.

-Suficiente, me meteré a bañar, te veo en quince minutos- dice ella, tomando una toalla de las cajoneras y caminando al baño.

-¿Una ducha en un momento así?

-Estoy encerrada en mi casa y necesito pensar un poco, sí, me parece la mejor opción

El génesis de Aprire [Las crónicas de Abril #5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora