Crisis - Parte 1

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(Abril, dimensión ángeles)

Una vez más Abril caminaba por esos pasillos, esta vez, completamente derrotada y sin posibilidades de escapar, como un aliado, como un esclavo, como un vil ente que no sabe hacia dónde se dirige.

Entre tantas habitaciones sería fácil perderse, de algún modo, Abril siempre sabía hacia dónde se dirigía, conocía cada cuarto, cada pasillo, y eso le molestaba, porque no podía perderse, porque no podía tener la excusa de llegar a un lugar y no saber cómo salir, y lo que era peor, conocía tantas maneras de escapar del lugar, y sin embargo, no podía marcharse.

-¡Maldita sea!- exclama Abril, e inmediatamente después se deja caer al suelo, en medio del pasillo, debajo de las pinturas de ángeles, algunos con caras desconocidas, otros no.

Vio la pintura de su padre, y se sintió peor que antes. ¿Acaso él estaría decepcionado? ¿Acaso Mohamed habría querido algo mejor para ella? Lo que más le molestaba es que le importaban las respuestas a esas preguntas.

No debería importarle, toda su vida estuvo sin un padre. Incluso Daniel, su padrastro, aquel que había muerto en las llamas salvándola, ni si quiera él, que tan bien la cuidó y trató, pudo ganarse el aprecio que se le debería de tener a un padre.

-Daniel... ¿a ti también te he decepcionado?- pregunta Abril de repente.

Lágrimas recorren sus mejillas, se abraza a ella misma para tratar de darse consuelo. Al final, todo lo ocurrido es su culpa, ¿qué esperaba lograr yendo hasta ahí ella sola? Seguramente fue la ilusión de una falsa esperanza.

-Oh por... Abril- escucha la voz de alguien muy cerca.

Ella ni siquiera puede levantar la mirada, ni siquiera quiere hacerlo.

-Abril, levántate- le dice la voz una vez más –Te ves lamentable

Pero ella no responde.

-Suficiente- él pierde la paciencia.

La sujeta con fuerza del brazo y la arrastra a uno de los cuartos, un pequeño estudio, con un librero pequeño, un escritorio con varias velas esparcidas a lo largo, una silla, y un sillón en una esquina. Él no tarda en pensar y deja caer a la humana en el sillón.

-¿Puedes decirme qué demonios te sucede ahora?- vuelve a preguntar.

-¡Cállate, Lio!- responde Abril –Solo cállate, no quiero que me pongas en cara lo miserable que soy ni lo terrible que me veo ahora, así que solo cállate

-No lo haré, así que responde, ¿por qué lloras ahora?

-¡Porque tengo miedo!- responde ella –Tengo miedo de equivocarme...

-¿Equivocarte?

-Desde el momento en que la vi, supe que no se trataba de Aprire, supe que ella era una impostora... pero ahora dudo, porque nadie más parece haberse dado cuenta... ¿y si solo me equivoqué?

-¿Lloras por eso?- pregunta Lio, que parece saber hacia dónde dirigir la conversación.

-¿Y por qué otra cosa lloraría?

-No lo sé, lloras por todo

Abril ahora se siente ofendida.

-No lo entenderías... los hombres son unos idiotas- suspira ella, con el ceño fruncido y una terrible mirada.

-Lo somos, pero las mujeres también lo son, y de una peor manera

-¿A qué viene eso?- se queja Abril mientas seca lo que quedan de sus lágrimas.

El génesis de Aprire [Las crónicas de Abril #5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora