Sueños cumplidos - CAPÍTULO FINAL

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(Aprire, dimensión de ángeles)

-¿Puedo hacer algo?- pregunta Caro, detrás de ella.

Aprire aún abraza a Abril. Se ve tan frágil, tan bella, una pequeña niña durmiendo entre sus brazos.

-No hay nada que hacer- responde Aprire.

Con trabajo, carga el cuerpo de Abril, cual princesa siendo rescatada por el valiente caballero.

-¿Podrías abrir la puerta, Caro?- pregunta Aprire.

Sin decir nada, Caro hace caso, e inmediatamente se ven tres figuras esperando pacientemente. Aprire reprime la ira que la inunda cuando los ve, pero decide solo pasar de largo.

Los tres chicos miran a Abril, y se preocupan.

-¡Qué pasó?- pregunta Dieter.

-Abril... ella...- tartamudea Michael.

-¡Aprire, dime que ella está bien- exige Marco.

Aprire ya está a dos metros de distancia, pero se deja dominar por la ira, y los encara. Da media vuelta, para poder mirarlos a los tres, y con una voz llena de odio les dice:

-¡Entiéndanlo por una vez, ella nunca los amó!- sus palabras fueron firmes y directas, su intención era alejarlos de su chica, que nunca la vuelvan a mirar con esos ojos llenos de cariño, y ella sabía perfectamente que no hay mejor manera de alejar a alguien que decir la verdad –Abril sabía que morirían por ella, y se aprovechó de ello, los manipuló, los utilizó, y luego ya no supo cómo deshacerse de ustedes... y la única manera que le quedó para controlarlos fue darles falsas esperanzas, ¿acaso no lo ven? Ella no puede amar, o mejor dicho, ella no les puede amar

Y con una falsa sonrisa, Aprire continuó su camino por el largo pasillo, dejando detrás de sí a los tres chicos que más la odiarían en el mundo.

Sin pensar en absolutamente nada, ella caminó, con el cuerpo de Abril entre sus brazos, mirándola con ternura. ¿Qué debería hacer ahora?

Finalmente, entró al salón de baile, lugar donde había abandonado a su equipo para escapar de su hermano. Y como ella lo sospechó, todos seguían ahí, esperando, tal vez solo la esperaban a ella para encontrar respuestas, pero Aprire no dijo nada.

Caminó hasta Mohamed y entregó el cuerpo de la hija a su padre. Aprire ni siquiera se molestó en ocultar las lágrimas que aún salían sin cesar. Ni siquiera pudo pedir disculpas. No quería dejar a Abril, no quería abandonarla, pero debía hacerlo, debía mostrarse fuerte por sus súbditos, pero en esos momentos no sentía nada más que debilidad y tristeza, no quería que la vieran así, y sin dar explicaciones, se marchó caminando.

Lo último que vio antes de salir fue a Mohamed abrazando con fuerza el cuerpo de su pequeña, y unos murmullos que no logró entender. Luego solo caminó por los pasillos hasta su habitación.

Agradeció no encontrar en el lugar ni a Marco, ni a Dieter, ni a Michael. Agradeció que Caro también se marchara.

Y sin más, cerró la puerta, se dejó caer al suelo y luego se permitió llorar con fuerzas. Nada de gemidos ni de suspiros apagados, un llanto realmente desgarrador, abrazando sus piernas y tratando de ocultar su cara entre sus rodillas.

-Le tenías aprecio a esa chica, ¿no?- pregunta Eream desde el espejo.

Aprire voltea, con los ojos llenos de lágrimas. No tiene nada que decir, él es su hermano, sabe que ella es débil.

Cualquiera que entrara en ese momento en la habitación, no vería nada más que el reflejo de Aprire, pero ella no, jamás volvería a ver su reflejo, porque en su lugar estaba la figura de su hermano, que la atormentaría para siempre.

El génesis de Aprire [Las crónicas de Abril #5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora