La cereza roja de una apuesta.

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No pretendía faltar a clases, pero nadie toca las ocho horas de sueño diarias. Justo al momento de ser cumplidas mis ojos de abrieron ante el reloj de mesa que tenía.

9:45 AM

Era la hora exacta la que marcaba. De un respingón me levanté de la cama recobrando la orientación entre los mareos busqué los apuntes de mi examen y los metí a mi bolsa como los dioses mandan. Puse mis tenis en mis pies tratando de recordar que hice la noche pasada que me dejaba sin las dos primeras clases de la escuela.

Recordé vagamente a Piper borracha, a Leo coqueteando y a Percy con mi pijama. Pero bueno, qué sueño tan extraño tuve. Cepillé mi cabello, lavé mi cara y salí así tal cual, del baño, Pipes se encargaría de mí en el receso.
Salí volando de mi casa para enfrentarme a la multitud que quería un taxi. Muchos de ellos prefieren a la gente que se ve con dinero y me rechazaban hasta que llegó Benny, un viejo amigo de mi padre que le dábamos una cálida bienvenida todos las navidades.

—Creo que se retrasó tu alarma, pequeña —dijo amable mientras que me subía a su coche.

—Nadie rompe las ocho horas de sueño, a la escuela, por favor —saqué mi celular para hablar con Piper.

Piper, haz todo lo posible por interrumpir el examen de Medicina. Estoy en camino.

A punto de guardarlo, ella ya respondió:

La maestra se enfermó, tienes la suerte de mil dioses. Por cierto, te has perdido tres clases!!! Apúrate a llegar al receso.

Guardé mi celular en la bolsa, tal vez no tenía tanta suerte. Mis trabajos retrasados harían que la entrega sea a destiempo y eso es algo inaceptable. Las clases antes del receso eran de Medicina, Artes y Mitología griega, por lo que no habría tanta preocupación de Medicina, no había llegado la maestra, y de Artes el maestro le gustaba que siempre hagamos los cuadros junto a ella. Por otro lado estaba el profesor Brunner, se inspiraba cuando relataba todo tipo de acto heroico de los guerreros griegos, es una gran fan de la mitología griega por lo que a él le encantaban los ensayos de tarea, proyectos con dos días de anticipación y enormes libros de mitos para leer de un día a otro.
Suspiré creyendo que éste no fuera mi caso.

—Ya llegamos, señorita Chase— detuvo el auto en frente de la entrada principal y yo salí. Le di unos billetes, pero el de negó—. Oh, no no no. Esta va por mi cuenta.

—No seas noble, Benny —dije poniendo el dinero sobre su mano para luego cerrarlo en un puño—, cómprale a Olivia un hermoso pony de juguete. Este va por mi cuenta.

Nos sonreímos mutuamente en señal de agradecimiento y corrí escuela adentro.
Corría libremente por los pasillos tratando de no resbalar, ya ni tenía tiempo para pensar en un atajo para llegar a la última parte de la clase de Mitología griega, a unos cuantos casilleros cerca del salón de Brunner, la campaña sonó con un eco. Había iniciado el receso y todos salían corriendo al comedor. Yo dejé de correr viendo cómo acababa mi suerte. Piper salió del salón con ánimo sombrío... y con ropa negra y unas gafas de sol enormes y negras. Parecía espía entre tanta oscuridad.

—¿A qué se debe tu disfraz, agente 007? —pregunté, evitando el hecho de que tendría que hacer tarea en el trabajo y odiaba eso.

—¡Calla! Jason me ha estado buscando toda la mañana y esto evitará que me encuentre. —Me mira como si tuviera una falla de moda de la señorita Dodds.

—¿Qué?

—¿Esa es la camisa de Percy? —La dignidad se me calló, traté de taparme como si estuviera desnuda pero no había nada con que hacerlo. Piper trataba de no reír y yo de quitar el rubor de mis mejillas—. Tengo hambre, vamos al comedor... esto será interesante —seguí a mi amiga.

La decisión de AnnabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora