Una pizca de celos.

718 56 6
                                    

A Percy se le estaban saliendo las cosas de control.

El piso estaba resbaloso por el agua, yo estaba sobre él mientras que me ocultaba de sus compañeros que no dejaban de parlotear.

—Quien lo diría, Jackson —dijo uno de ellos, sentí su espalda tensarse hasta ser roca -no puedes separarte del agua.

Las cosas también se me estaba saliendo de control, Percy buscaba equilibrio buscando con sus manos de donde sujetarse, su respiración estaba un poco entrecortada. Me resbalaba por su cuerpo. Llegué a sentir el piso con el pie. Sí llegaban a notar mi presencia, estaría totalmente acabada. No, estaría muerta.

—Yo y mi adicción, nunca me verán lejos del agua. —Tomé impulsó del piso y volví a subir a Percy. Mis brazos rodeaban enteramente su cuello y las piernas estaban enrrolladas en su cuerpo. Percy tambaleó hasta encontrar un punto de equilibrio, después de unos segundos siguió en pie. Mi cabeza estaba junto a la suya, por lo que no podía verle a los ojos, pero mi boca estaba junto a su oído.

—Percy —susurré para luego recibir un 'shh' de él. Lo acepté con tranquilidad pensando en como desaparecer de allí sin que nadie lo notara. Sentía mi corazón latir con mucha rapidez y mayor frecuencia, a como recordaba, esta podría ser el acercamiento más profundo que he tenido a un hombre.

Las voces no paraban en ningún momento lo cual llenaba a Percy de preocupación por sus hombros estaban demasiado tensos, ya había pasado diez minutos y aún seguíamos en la bañera.

-Será mejor que te apures, Jackson, el entrenador Edge no estará feliz de traerte de nuevo de la oreja -advirtió un chico. A Percy no le iba bien la vida, todo le exigían una presión con mucho esfuerzo.

Muchas pisadas se fueron alejando con lentitud, volviendo a dejarnos a solas y de una gran salto me separé del torso de Percy. Él inhaló una bocada enorme de aire. Estaba resistiendo la respiración. Ya en el piso, lo ví con más claridad, su cara estaba totalmente morada y tosía retomando el tamaño normal para sus pulmones. Por un momento sentí algo de culpa en mí. Los últimos días no dejaba de comer por los nervios de los -pasados- exámenes, y tampoco lograban separarme de mi escritorio para estudiar.

Miré con discreción mi cuerpo, tratando de no meter los estigmas de la sociedad en mi cabeza, pero no era necesario que lo dijera alguien más, yo me sentía mal con mi físico. Pero, por mi parte racional, recordé que estaba en ropa interior, mojada y frente a los ojos de Percy que me veía con las mejillas rojas. Giró su cuerpo a otra dirección, tratando de distraer su mente con algo más pero se encontraba a un paso de estar en shock.

Con más vergüenza dirigí mis brazos al pecho retrocediendo lentamente mojando mi cabeza de nuevo. Su espalda parecía estremecerse, todos sus músculos se movían en una lucha interminable.

Percy reaccionó.

Con la cabeza baja caminó a mí con desición y fuerza, algo que no era muy común en él. Alzó el brazo, tal vez con el propósito de tocarme. Retrocedí hasta quedar contra la pared. Mis sentidos se encontraban ralentizados, la mandíbula me temblaba. Percy recorrió la mirada hasta llegar a mis ojos y no dejar de verlos.

Era oficial, Percy estaba en shock.

—Yo... yo... —tartamudeó nervioso —yo quería... cerrar la llave... del agua.

Asentí con la cabeza, él acercó su mano a la perilla y la giró cabizbajo. Dió un par de pasos atrás y se detuvo en silencio. Yo tampoco lo veía a la cara, mis ojos estaban quietos en sus pies pero de un momento a otro sentí su miraba en mi cara, me digné a verlo con claridad.

—Iré a la practica con los demás, tienes exactamente tres minutos para ir a los vestidores y no hacer ningún ruido, después de eso sube las escaleras que están junto al gimnasio y espérame allí —dicho eso se fue con rapidez.

La decisión de AnnabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora