La Manzana de Afrodita.

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El plan era demasiado sencillo para ser verdad, Piper estaba entre carcajadas esperando el momento en el que le diera la señal y tomara la foto.

Percy seguía con el pastel en la cara, como dijimos en la apuesta durante todo el día, pero sabía esto causaría un escándalo para su reputación y era lo que menos quería en esos momentos. Tapaba su cara con sus brazos en el borde de la mesa, evitaba ser visto por cualquier tipo de electrónico. Hasta llegó a arrancarle el celular de las manos a Jason y aún no lo ha devuelto.

El plan era simple, constaba de cuatro miembros:
Piper: la fotógrafa.
Jason: guardaespaldas #1.
Frank: guardaespaldas #2.
Annabeth: la distracción.

Tengo que aclarar que yo nunca me podría de carnada en cualquier tipo de situación, sin embargo, las circunstancias lo requerían. Percy resultaba tener mucha confianza a mí aparte de que estábamos al lado del otro. Tenía apoyadas sus manos en su frente y volteaba a ver a la mesa, le lancé una mirada rápida a Piper de que estuviera lista.
Giré mi cuerpo hacia el de Percy, toqué su hombro, no reaccionaba.

—Hey —se estremeció entre sus brazos incómodo—, ¿quieres ver un truco?

Percy estiró la espalda, aunque seguía sin ser visto por las cámaras. Usaba su gorro de la chamarra para ocultar su rostro y también su mano, me miraba nervioso hasta que notó que no tenía nada en mis manos. Le quité la cereza de la nariz y la comí excepto por el tallo. Mordí todo lo que pude antes de sacar el hueso de mi boca. Posé ante sus ojos el tallo de la cereza, esperando a que descubriera el truco que es muy conocido.

—¿Eso es todo? ¿comer cerezas? —reí de la ironía falsa.

—El truco es que yo haré un nudo con el tallo en menos de un minuto —al parecer no sabía nada, sus cejas levantadas expresaban duda. Bufé una risa al verlo. Eso me gustaba de él, que a veces podía ser un niño que le encantaba bromear pero que también pude ser de mente inocente— ...con mi lengua.

Él dio una carcajada falsa, todos me veían como sí no pudiera hacerlo. Era hora de la segunda victoria.
—¿Y sí apostamos? —Todos me miraron serios, como si estuviera bromeando, pero no temía a perder, no con Percy. Su mirada brilló por unos segundos, una mueca de confianza apareció y sus ojos se relajaron.

—Un minuto —aclaró sacando su celular de su bolsillo para poner el cronómetro, miré a Piper de que estuviera lista—, mismo castigo.
Alcé una ceja divertida, le gustaba tentarme.

Miré el tallo y lo metí suavemente a mi boca. Percy activó el celular, estaba a contra tiempo. Hace años que no lo hacía o, mejor dicho, hace tres años que no me atrevía. Todo me traía recuerdos de esos días en lo que no era la Annabeth de ahora, la verdadera yo.
Veinte segundos habían pasado sin que yo hubiera iniciado el nudo, necesitaba más presión. Miré el resto de pastel que estaba por partir y comer, lo imaginé en mi cara todo revuelto, los vellos de mi cuerpo se erizaron al pensarlo, pero del disgusto.

Mordí una punta del tallo y con la lengua hice una curva mientras veía el cronómetro que marcaba treinta segundos, era más difícil cuando no se tiene práctica. Empujé con toda la fuerza de mi lengua para girarlo y meterlo en el hoyo que había hecho. Ya adentro me aseguré de que estuviera bien sujeta, mordí una punta con los dientes y la otra con la boca estaba listo y con diez segundos de tiempo de sobra.

Lo saqué de mi boca demostrándolo victoriosa, muchos estaban impresionados y otros reían, pero la reacción de Percy estaba fuera de este mundo. Tenía la cara amarga, al mismo tiempo decepcionada y divertida. Sólo él podía lograr eso, combinar todas las emociones y crear un desastre único.

La decisión de AnnabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora