La decisión de Annabeth

Sorpresa sólo para mí.

Esperaba que al despertar ya hubiéramos llegado a las cabañas. Vaya tontería.

—Está horrible el tráfico. —Anunció Frank desde el volante, después de la aventura sobre ruedas de Leo, Frank era total tranquilidad y seguridad, bueno, a parte de que no podíamos avanzar mucho en la carretera. Los chicos bramaron incómodos desde sus asientos, incluyéndome.

—Pasen la comida, tengo hambre —pidió Percy.

—Esto apesta. —Se quejó Nico.

—Hey, da gracias que me puse desodorante —recalcó Leo, divertido.

—¡Hazel, dijimos que iba a ser una sorpresa para Jason! —Le reclamó Piper a su amiga, ella sólo se ruborizó de la vergüenza.

—Me hizo hablar, lo lamento.

—Es lindo de tu parte que hagas esto por mí, Pipes —dijo antes de besarla en los labios y todos nos quejaramos por las muestras de afecto explícitas.

Respiré enfadada de escuchar las voces de todos a mi alrededor.

Sin Piper y Jason en la camioneta, todos respetaban el espacio personal del otro manteniendo la paz, con ellos... se había perdido el control y la privacidad dentro de la camioneta.

Frank "manejaba" y Percy era el copiloto, así que no tenían tantas presiones como los demás. Hazel estaba sobre las piernas de Reyna, Piper sobre Jason (vaya casualidad que son novios), Calipso estaba entre ellos incómoda con una bolsa de las compras del supermercado y Nico y Leo peleaba por compartir el mismo lugar pero resultó ser que Nico aventaba sus piernas y medio cuerpo por encima de las mías ocasionándome un mal humor por el resto del viaje en la carretera con olor el olor de axilas de Leo encima.

Esto, de alguna manera u otra, iba a resultar muy mal para todos.

**********

Tardamos cuatro horas y media para lograr llegar a las malditas cabañas.

Por suerte tenía mi Kit Kat para solucionarlo todo, ya ni parecían malos los chistes de Leo o que Percy no encendía el aire acondicionado pues en la parte de atrás nos estábamos carbonizando.

Era eso o tal vez que ya estaba delirando en mi propia locura.

Frank detuvo la camoineta en una zona terrosa frente a una cabaña. Todos se movieron inquietos por salir de ese diminuto lugar, pero nadie me detuvo cuando lancé las piernas de Nico a un lado, volé del asiento trasero al medio entre Hazel con Reyna y Calipso. Me  incorporé lo mejor posible antes de adelantarme a todos y salir a trompicones de la camioneta.

Por fin estaba fuera.

Alcé los brazos al aire respirando oxígeno puro, sin ganas de abrazar a cualquier otro ser humano en diez años. Después de mis cinco minutos recomponiendo mi cordura y temperamento hasta la normalidad, volví hacia la camioneta para sacar maletas o cajas llenas de comida.

El lugar era tranquilo y muy húmedo, era la cabaña más cercana al lago. No era algo malo, en realidad, era genial simplemente despertar una mañana, ponerte el traje de baño y dar un chapuzón. También había pinos y árboles grandes por todos lados dando un estilo más campirano como si hubiéramos salido totalmente de la ciudad. Era lindo estar en paz.

Un escalofrío recorrió mi espalda cuando entré en la cabaña pisando el piso de madera que rechinaba. Analicé por completo el lugar: era enorme, una gran sala con muebles y demasiada decoración campestre de madera en su mayoría y rondaba un extraño olor a quemado tal vez por la chimenea.
Todos esos pequeños detalles me dieron una sensación extraña de haber estado allí antes. Me recordé que era una tontería, que lo recordaría si fuera eso, recordaría estar un lugar tan lindo y rústico algo a lo que no estaba my acostumbrada de estar.