6 Priscilla

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Priscilla

Yo no deseaba regresar nunca a Inglaterra. Jamás.

Pero mi amor de madre podía más que el amor a mi misma. Y eso me había quedado claro desde el momento en el que tuve a mi pequeña niña entre mis brazos. Era tan pequeña, y yo pensé que jamás había visto algo más tierno y delicado. Mi nena. Mi pequeña Alexia.

Los primeros años de su vida viví entre una alegría por verla crecer hermosa y sana, y una terrible tristeza pues su padre al final me había abandonado bajo la excusa de que no "podía quedar mal con Lord Neville al rechazar a su hija" y que él no podía causarle tal humillación a tan importante familia.

Y así mando al carajo nuestro amor, nuestro futuro juntos, todo. Decepcionandome por completo.

Por ese motivo jamás le dije que habíamos tenido una hija.
Por ese motivo nadie en Londres, nunca se enteró de que yo había dado a luz a una Wilham. Ni siquiera Alinne y George.

No, todos, incluida la propia Alexia, debían pensar como verdadera mi historia falsa. Que me había topado con su madre moribunda antes de que ésta la diera a luz, y que yo en mi recién descubierta misericordia, le había brindado apoyo, y que luego al morir ella, yo me había hecho cargo de su bebé.

Esa era la versión que toda Francia sabía. Bueno todos menos mi esposo, a Philippe no podría mentirle nunca.

Oh, pero no os he contado acerca de él.

Era un buen hombre y también era apuesto. Le conocí en una gala en el palacio de Versalles, pues mi prima política, la reina, había reclamado expresamente mi presencia. Ella fue quien me lo presentó.

Para ese entonces mi pequeña niña tenía cinco años, y Phillippe tenía un hijo de ocho, era viudo desde hacía casi el mismo tiempo.

Físicamente tenía ciertos rasgos que me recordaban a Alexander, sin embargo, Philippe era un hombre honorable, serio, responsable, formal y misterioso, todo lo contrario a lo que era Lord Pembrooke.

Al principio, le comencé a frecuentar por deseos de la reina, no porque estuviera interesada, y él al parecer sentía lo mismo.

Sin embargo, en un baile decidado al cumpleaños del delfín, hicimos una especie de conexión, y esa noche me confesó que él se había casado totalmente enamorado de su esposa, la cual era la institutriz de su hermano menor, él en ese entonces era ya un duque, pero por ella y por su amor él arriesgo todo, su título, su familia, su buena posición, y su herencia. Todo para hacerla su esposa. Y era realmente admirable su valentía, si yo hubiera conocido a un hombre con los pantalones tan bien puestos, bueno, hubiera sido feliz desde hacía muchos años.

Pero entonces la reina intervino, pues era la prima segunda de la madre de Philippe, no pudo evitar que el rey se sintiera ofendido ante tal locura ¡un duque casandose con una simple institutriz! Pero bajo el apoyo de la reina, Philippe solo perdió un rango, y se convirtió en marqués.

Pero años después, cuando Nathan recién cumplía dos años, ella murió de neumonía.

Y hasta ese entonces él había rechazado cualquier intento de su familia de volver a casarlo.

Yo por mi parte sentí que debía revelarme ante él. Philippe me había tenido la confianza de contarme su historia, yo quería corresponderle.

Le conté mi vida, de mi matrimonio forzado el cual me convirtió en Madame Du Pronte, mi romance ilícito con Mounsier De Polignac, de Pembrooke y su traición, todo, incluso lo de mi hija.

Esa noche pasamos horas hablando en uno de los grandes jardines de la reina a la luz de la luna, fue entonces la primera vez que me besó, claro pidiendome mi permiso antes, algo que Alexander nunca hizo. Philippe era un caballero en todo el sentido de la palabra y con letras mayúsculas.

Decidimos darnos una oportunidad. El trato fue que si él estaba dispuesto a volver a amar a una mujer, yo estaría dispuesta a volver a entregar mi confianza al amor de un hombre.

Fue mi primer y única relación totalmente seria y formal. Sin secretismo ni acciones ocultas entre sombras. También sin lujuria ni pasión. A lo más que llegó fue a un pequeño beso furtivo.

Él no me tocó de otra forma hasta la noche de bodas, como cualquier caballero respetable lo hubiera hecho, sin embargo para mi mala suerte yo estaba acostumbrada a calaveras de la peor calaña, así que aunque al principio me extrañó su comportamiento tan recatado, al final fue algo que me enamoró de él.

Pero ese amor no nació de la noche a la mañana, como con Jaques o Alexander; mi amor por Philippe se dio ya dentro de un matrimonio no antes, pues nació con la convivencia diaria, se alimentó de esos pequeños detalles que él tenía conmigo como llevarme flores y a veces a pasear solos por el jardín a media noche, creció mientras veía como él quería a mi hija como si fuera suya, mientras admiraba su integridad humana.

Por primera vez me enamoré de el valor de un ser humano, no solo de sus ojos verdes, su sonrisa, su físico o de cómo me tocaba en la intimidad, que no era nada malo en eso por cierto.

Él fue el primero que realmente se interesó en mis opiniones, en mis proyectos, en mis sueños, y se encargó de hacerlos relidad. Nisiquiera podría decir una fecha exacta de cuando me di cuenta que lo amaba, simplemente un día lo supe mientras él me sonreía y tomaba mi mano recatadamente en un baile, como si aún fuéramos novios.

Ya ahora me encontraba de camino a enfrentar a mi pasado, gracias al deseo de mi hija, que sin saberlo me causaba una gran angustia. Solo había accedido pues Alinne me había asegurado que Alexander se iría de viaje esa temporada.

Sin embargo no podía dejar de sentir esa presión asfixiante en el pecho. Solo tomar la mano de mi esposo me dio el valor necesario para subir al carruaje para ir a donde juré no volver nunca.

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N/A: ya era hora de que ella apareciera.

¿no creen?

Atte.
Lenka Mockingjay

Amor Y Culpa (Saga Amour #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora