Epilogo

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N/A: Recomiendo leer primero la imagen. Los números entre paréntesis son sus edades en el Epílogo, y los que tienen un [t] es porque ya fallecieron.

Sin más, los leo abajo.
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Priscilla

A mis sesenta y cinco años ya no me agradaba asistir tanto a los bailes. Es más sino se tratara de la boda de Valerie, probablemente ni siquiera me hubiera molestado en buscar un vestido, mucho menos atravesar media Francia y el Canal de la Mancha, hasta Londres.

Pero bueno, también era una buena oportunidad para visitar a Catherine, ella que con el paso del tiempo se convirtió en una buena amiga, a pesar de todo. Y desde la muerte de Alexander estaba tan sola. Un día, hacía un año, después de treinta y ocho años de matrimonio con Catherine, Alexander simplemente no despertó más.

Me alegraba pensar de que a pesar de todo, las última dos décadas de su vida, el que alguna vez fue mi amor, vivió feliz, logró superar todo y tuvo una vida tranquila en compañía de su esposa.

Al final resultó que Catherine fue la mujer indicada para Alexander, fue increíble su recuperación, y el cariño (tal vez amor) que le profesaba a Alexander daba ternura a todo aquel que lo miraba, ella lo cuidaba y gracias a ella, él dejo por completo sus vicios. También resultó que Alexander fue el hombre indicado para ella.
En fin, lograron ser una pareja feliz. Al igual que Philippe y yo.

Miré a mi esposo, aún me parecía el hombre más guapo del baile. Él me sonrió. En sus piernas tenía dormida a nuestra nieta más pequeña, Giselle, hija de Alexia y Gabriel, que con sus cinco añitos no aguantaba el ritmo de un baile a tan altas horas de la noche.

Alinne por su parte también guardaba el sueño de Alinne, hija de Nathan y Emily.

Catherine se sentaba a mi lado, y aunque trataba de parecer contenta por su nieta que hoy celebraba su matrimonio, en su semblante aún se notaba la tristeza que no la dejaba desde la partida de su esposo.

Pero supondré que nuestras vidas de ancianos no os ocupan. Todos ustedes querrán saber de nuestra progenie.

Pues bien, Heather sí se casó con Maximilian Kensington, actual duque de Pembrooke, y el bebé que esperaban en ese entonces es Valerie. Años después nació su primer varón, Alexander, y poco después tuvieron a William.

Mi hija, Alexia, contrajo nupcias con Gabriel Trenton, a los pocos años de ese baile de compromiso en Grace Manor, y tuvieron una gran familia, primero nació la bella Aimée, la cual dicen que es idéntica a mi a su edad, luego nació Gabriella, que es como una versión femenina de su abuelo George, que en paz descanse, luego nos bendijeron con Andrew, y por último con la pequeña Giselle, que mi marido cargaba con cariño.

Por último, Emily y Nathan se cansaron mayores, pues para mi sobrina fue difícil aceptar sus sentimientos por mi hijo. Para su suerte, Nathan fue muy perseverante. Juntos, nos dieron a Alinne y a mi, tres hermosas nietas, Ameliée (nombrada así por la madre de Nathan), Cecil (nombrada así por mí), y nuestra pequeña Alinne.

Miré a las parejas que bailaban, al igual que Catherine.

-¿Cuándo ellas van a entender que no es sano para su estado el que bailen de esa manera?- preguntó Alinne, señalando a las tres parejas que sin vergüenza alguna, bailaban una cuadriga.

Tanto Catherine como yo negamos con reprobación. ¿Cómo era posible tanta irresponsabilidad?, La cosa era pues que ese tipo de bailes siempre fueron peligrosos para las mujeres embarazadas, y ni Heather, ni Alexia, ni Emily parecían entenderlo.

Oh porque las tres estaban en cinta.

Yo suspiré.

Y es ese momento, en el que veía a mi hija bailando alegremente con su esposo, al ver como él la miraba, y trataba con tal delicadeza por su estado.

Pensé en mi vida.
Había sido una infeliz esposa adolescente, una descarada amante, una dolida prometida dejada, una madre soltera, una madre adoptiva, una esposa enamorada, y una abuela bien abastecida. Tantas penurias y peripecias viví, y ahora el tiempo parecía no importar, todo eso vivido valió la pena para ver esa sonrisa en el rostro de mi hija, para ver el pequeño e inocente rostro de Giselle, de Amelieé y de todos mis demás nietos. Todo mi sufrimiento valió la pena, pues todos ellos a los que amo no vivieron más que felicidad. Y pensé, bien, si yo pagué por todos, ¿Qué mejor?

Y supe que Catherine pensaba lo mismo o algo parecido al mirar a su hija.

Heather y Alexia, tan bellas. Las hijas de Alexander, sin duda, habían sabido no cometer los errores de sus padres, para vivir una felicidad aún mayor a la que todos nosotros tuvimos.

Y pensé que así como ellas deberíamos vivir la vida. Sin rencores, aprendiendo siempre a ser mejores, sin secretos, sin culpas, sin remordimientos, disfrutando el presente sin estancarse en el pasado, no obsecionandose con nada, sonriendo, viviendo.

Sí, esas niñas habían sido la mayor lección de vida tanto para Alexander y Catherine, como para mí.

Suspiré. Al final resultó que la felicidad no te la brinda nada más que el amor. Sólido, puro y sencillo, amor.

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N/A: bien bien.
Ya con ésto me despido de todos. Disfruté muchísimo sus comentarios y en general de éste proyecto que pienso fue bueno.

Gracias a todos.

Atte.
Emmerson JB

Amor Y Culpa (Saga Amour #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora