9 Alexia

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Alexia.

Ya podía empezar a mandar invitaciones para mi baile de presentación.

¡Madre y Padre habían llegado a Londres!

Los Trenton, mi hermano y yo nos encontrabamos en pleno almuerzo cuando se aparecieron en el recibidor de Manson Hall, la nueva casa de mis tíos, vestidos con ropas de viaje.

Mamá me abrazó fuertemente, como hacía cuando se encontraba preocuoada por algo. Me preguntaba que sucedía.

De inmediato se sentaron a la mesa, y almorzaron con godos nosotros.

Tía Alinne, lucia radiante al hablar con mi madre, se notaba que ambas, a pesar de la distancia y el tiempo seguian siendo más que primas, eran casi hermanas.

Mi padre, tío George, Nathan y Gabriel, se enfrascaron en una conversación acerca de política. Gabriel no dejaba de mirarme, o mejor dicho a mi collar.

Era el regalo de Lord Pembrooke, y esa mañana había sentido la necesidad de usarlo, aunque no entendía el motivo.

Mi padre, de inmediato se percató de las miradas que Gabriel me dirigía.

-Acaso joven Gabriel ¿tiene algo que solicitarme? , basandome en la manera en la que mira a mi hija, yo podría suponer.... - dijo mi padre, cuando ya nos encontrabamos en el salón escuchando a Emily tocar el piano. Nathan estaba a su lado y juntos hacían una armonia de Vivaldi hermosa.

Gabriel se sonrojo de inmediato. Adorable.

Aunque tal vez yo estaba en la misma situación.

Sin embargo mi madre intervino de inmediato.

-Philippe, por favor, si los muchachos tienen algo que decir, lo dirán a su tiempo, no presiones, amor.- dijo ella sonriendo. Papá le tomó delicadamente una mano y la besó en la mejilla.

Y yo desee algún día poder gozar de la suerte de mis padres. De haberse encontrado despues de que sus corazones fueron rotos, en el caso de papá, con la madre muerta de Nathan, y en el caso de mamá, ese vil Lord con el que iba a casarse y que sin embargo a una semana de su boda él canceló su compromiso. No podía creer en qué clase de hombre haría una bajeza de ese tamaño.

Y ahí estaban mis padres, tan enamorados, desde hacía ya tanto tiempo. Eran de esos matrimonios que entre más pasaban los años, su amor crecía más. Sin pensarlo, mire a Gabriel preguntándome si él podría cumplir ese sueño. O si terminaría con François Du Barry, como todas mis amigas suponían.

Y entonces Gabriel me sonrió y me guiñó un ojo. Y yo quise ir a abrazarlo de inmediato. No, sin duda no terminaría con François.

Mi madre se levantó de su asiento junto con tía Alinne, para admirar un lindo y costoso jarrón de porcelana que mi tía había conprado hacía poco. Mamá lo sostenía entre sus finos dedos, apreciando el grabado de oro a mano. Un trabajo excelente.
-Querida... - me llamó mi padre.-... ¿Y esa joya?

Yo toque mi collar, nerviosa. Pero a mi padre jamás pude mentirle, era algo en sus ojos que hacia simplemente imposible hacerlo.

-Me lo han regalado.-dije vagamente, tratando de no entrar en detalles.

Gabriel me miró extrañado con el ceño fruncido.- ¿Quién?
Sentía mis orejar calientes. A ese par de hombres era incapaz de mentirles descaradamente. No me quedó más remedio que decir la verdad.-... ha sido Lord Pembrooke.

Y entonces....
"crack"

El sonido de la porcelna rompiendose en mil pedazos, chocando contra el piso de marmol, resonó por toda la sala. De inmediato miramos todos a mamá. Incluso Nathan y Emily dejaron de tocar el piano.

Mi madre estaba pálida y temblorosa, con sus ojos grises mirandome horrorizados. Se llevó una mano a la garganta, como hacia cuando estaba nerviosa.
Miró acusadoramente a mi tía, ambas mantuvieron un corto diálogo con miradas. Luego miró a mi padre y éste fue de inmediato a su ayuda.

Papá la tomó por un codo y ella de repente lucia mareada. Y dolo hasta que mi padre estuvo a su lado, me miró.

-Pembrooke... - dijo en un susurro quebrado. Yo no entendía que estaba pasando.
Bien, sabía que no debí aceptar el collar de un hombre que no era de mi familia. Pero me pareció exagerada la reacción de mamá.

Mi padre la llevó afuera de la sala, de seguro a su habitación.

Y yo me sentí realmente culpable. De repente las perlas pesaban una tonelada en mi cuello. Oh, pero lo peor no había pasado. Me atreví a mirar a Gabriel y éste me veía con una furia seca, jamás lo había visto enojado por algo y sin embargo ahí estaba, mi guapo primo, viendome como si le acabara de decir que me acosté con Pembrooke.

Oh, no, espera...

-No es lo que piensas.-le aclaré atropelladamente.

Él volteó los ojos.- sí claro.

Y pasó a retirarse.

No, no, no ¡Él no se podía creer eso de mi!

Sin dudarlo lo seguí, dejando a los demás desconcertados en la sala.

Él fue directo al jardín, yo lo seguí gritando su nombre, pero Gabriel me ignoraba y continuaba casi trotando.

-¡¿Qué?! ¡¿Acaso me consideras una puta?!-le grité cuando nos encontrabamos a mitad del jardín. Eso lo hizo reaccionar, se giró hacia mi y se me acercó.

Con rudeza me tomó del codo.- ¿Entonces por qué motivo te ha regalado eso tan costoso?

-No lo sé... - le dije molesta. ¿Qué clase de mujer creía él, que yo era?-... Lord Pembrooke es solo como un tío para mi.

-¡Oh pero no cualquiera regala joyas sin esperar nada a cambio!.- me miró con reproche. Como un niño al que se le rompido su juguete favorito.

No pude evitar reir, al ver sus ojos dolidos. Solo podían significar una cosa.

¡Gabriel me amaba! Y le dolía pensarme en brazos de otros. No era tanto el hecho de que fuera Lord Pembrooke, pudo haber sido cualquier caballero y Gabriel habría reaccionado igual.

Ya sin importarme las normas sociales, y totalmente consiente de que estábamos solos. Le tomé el rostro con ambas manos, y sonreí mientras acariciaba su mandibula con mis pulgares.

-Yo no sé qué esté buscando Lord Pembrooke, pero sea lo que sea no lo logrará. En serio, Gabriel ¿Crees que cualquier hombre podría competir contigo? Nadie, tiene oportunidad, en mi corazón a todos ya les has ganado. - le dije. Su semblante se relajó un poco, pero no lo suficiente.

Así que mis manos volaron a su cuello, enredandose en el cabello de su nuca. Ya era hora de dejar de hacernos los idiotas fingiendo que entre nosotros no pasaba nada.

-Gabriel, entiendo que los celos sean algo natural.... - le dije devolviendole ls mismas palabras que me había dicho días antes en Hyde Park.-... Ni siquiera he sido presentada en sociedad, pero ya sé que me voy a casar contigo.

Su sonrisa fue hermosa, tanto que me dejó sin aliento.

-Estás muy segura de eso.-me dijo retandome, pero sus manos rodearon mi cintura.

Yo también sonreí. -Sí muy segura ¡es nuestro destino! así que ya besame tontito.

Entonces él.... Bueno....

Ese momento fue lo mejor de todo mi viaje hasta el momento.

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Atte.
Lenka Mockingjay

Amor Y Culpa (Saga Amour #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora