18 Alexia

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Alexia

Mi baile comenzaría en una hora. Mi vestido amarillo, estaba en mi cama y... me parecía totalmente insuficiente. Las flores bordadas no era lo suficientemente bonitas, los lazos no eran lo suficientemente blancos.

Mi collar de diamantes no era lo suficientemente vistoso, y el peinado que me hacía Maddie no era lo suficientemente llamativo.

¿A quién engañaba? Estaba totalmente nerviosa.

No nada más era mi baile de presentación, sino también mi baile de compromiso y.... Yo era la que no me sentía lo suficientemente hermosa para presentarme al lado de mi extremadamente apuesto prometido. ¿Cómo entonces dejarle en claro a todas esas mujeres que yo era totalmente digna de estar con él?

-Listo Madmoiselle, ahora ¿su vestido? - preguntó Maddie, mi sirvienta, dispuesta a ponerme esa bella pieza de organza amarilla.

¿Por qué había escogido ese feo color? Jamás me había visto bella en amarillo, ¿en qué estaba pensando?

Con duda en mi mente, permití que Maddie me vistiera. Y aunque el vestido en sí era devastador, y me hacía lucir una figura envidiable.... Lo odié.

No podía bajar así, y que todas esas mujeres hablaran a mis espaldas. No.

Persuadí a mi sirvienta a que investigara si mi madre continuaba arreglandose en su recámara, era obvio que no, ella y papá solo usaban una sola habitación de las dos de matrimonio. Sin embargo llegó con la noticia de que tanto ella como mi padre se encontraban ya en el vestíbulo, y que algunos invitados ya estaban llegando. Se me acababa el tiempo.

Junto con Maddie, me apresuré al armario de mi madre, y me decepcioné totalmente. Sus vestido eran hermosos pero no eran apropiados para mi edad, unos eran sumamente sensuales, otros demasiado recatados. No.

-La habitación de los vestidos, Madmoiselle Alexia.... - exclamó Maddie cuando calló en cuenta lo que buscaba. La miré sin entender. -... Es una habitación al final del pasillo, su madre la convirtió en un gigantesco guardarropa.

Sin demora, nos apresuramos allí. Era una habitación espaciosa, y.... Completamente repleta de vestidos, no había muebles, más que un solo sillón. Fuera de eso, había barras de pared a pared, repletas de vestidos enfundados en cubre vestidos de organza blanca. También había cajas del piso al techo, unas parecían de zapatos, otras eran redondas, de sombreros, y otras más pequeñas que de seguro eran de guantes.

En una esquina, había dos percheros, uno lleno de bolsos, de todos los colores, el otro, repleto de hermosas sombrillas.

Y toda una pared estaba cubierta de espejo.

Me sentí abrumada, ¿Cómo era que yo no sabía de ese paraíso?

Y aparte, mi madre era tan cuidadosa y perfeccionista, que todo estaba ordenado por color. La adoré un poco más por eso. Solo debía escoger un color que me apeteciera y ¡listo!

¿rojo? ¿esmeralda?

Opté por el turquesa.

¡Oh Dios todos eran hermosos!

Terminé eligiendo una fina pieza de seda turquesa, de corsé entallado, escote en forma de corazón y ligueras mangas cortas, con los hombros descubiertos, y una falda amplia, preciosa, de seda, cubierta por una fina capa de organza dorada que parecía flotar y le daba al vestido un efecto etéreo al caminar. De la espalda estaba descubierto, y  estaba bordada en hilo de oro por un intrincado y delicado diseño floral.

Era precioso ¡Dios me sentía como una princesa!

Tenía un vago recuerdo de haber visto a mamá con él, pero yo era muy chica, tal vez tendría unos... ¿cuatro o cinco años?

Amor Y Culpa (Saga Amour #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora