CAPITULO 38 Vacío

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¡YA ESTOY DE REGRESO!

Siento no haber podido escribir .

Pero desde hace un tiempo , me siento desanimada y no se me venia nada a la cabeza .

EN SERIO SIENTO HABER TARDADO TANTO.

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Cuando escuche su voz me puse tensa, nerviosa así que me levanté lo más rápido que mis piernas lo hicieron. Miré en la dirección donde había provenido aquel grito que solo me alteró todo el cuerpo y los oídos.

Pero después de todo el alboroto por saber si estaba bien y preguntarme casi gritándome quien me había hecho daño, no lograba entender de donde se conocían ellos. Cuando se reconocieron y sonrieron no sabía si estaba en estado de shock, si me había golpeado la cabeza o estaba soñando.

Entonces cuando llegamos a la cabaña y él viendo quien me sostenía para no caer de cara al suelo, se puso tenso y hasta vi como apretaba los dientes.

-Ehh....yo puedo caminar sola...gracias-Le dije a Sebastián tratando de soltarme de su agarre en mi cintura porque habíamos llegado a la puerta atrayéndome exageradamente hacia él.

-No quiero que te habrás la herida –me dijo y ¿sus ojos brillando de diversión? O eso me pareció

Cuando detrás de nosotros venia Andrew por cierto nada contento con la escena que se desarrollaba delante de él. Solo veía como apretaba las manos en puños y los dientes parecían que se fueran a quebrar.

De una patada Sebastián abrió la puerta, me acomodó en una silla mecedora, que no sé de dónde rayos salió, rozándome con sus labios mi mejilla. Luego se dispuso a sentarse y le ofreció a Andrew una cerveza que sacó de una nevera pequeña.

An se sentó a mi lado, podría decir que casi casi encima de mí, yo quería reír por su manera sobreprotectora de cuidarme pero me mordí la lengua, es mejor no decir nada y menos en el estado de furia que veía en su rostro.

Sebastián se sentó al frente de nosotros mirándonos intercaladamente, hasta que comenzó a hablar.

-¿Cuéntame que ha sido de ti? ¿Cómo está tu madre? ¿Cómo está la pequeña?-mientras tanto me extendió un vaso de limonada helada.

An lo miraba tratando de sonreír, se notaba que estaba incómodo y apretó más su mano junto a la mía.

-Ellas están bien, mi madre no deja de preguntarme que ha sido de mi amigo flacucho que parecía tenia cara de pez muerto y ojos de sapo.

-Cómo puedes ver tu amigo cambió ya no es el mismo de antes. Pero cuéntame que pasó contigo como sobreviviste a lo que pasó con Ka.....

-ejemmm..ejem.....-Andrew totalmente cambio su semblante , de estar furioso pasó a nervioso y estaba blanco como un papel, me soltó la mano y se puso de pie rápidamente caminando frente a nosotros mientras preguntaba rápidamente –Cuéntame tu como te hiciste medico? Nunca imaginé que fuera esa tu vocación, siempre odiaste a los niños.

Por mi cabeza pasaron muchas alarmas, como saber que había pasado con la vida de Andrew...quien era esa persona que Sebastián quería decir....y que secretos hay aquí.

Después de un largo rato que ellos conversaron sobre sus propias vidas .Mi cabeza no paraba de dar tantas vueltas y preguntarme por qué Andrew se puso tan nervioso. ¿Qué secretos tenia?,¿Por qué no quería que yo lo supiera?

Me acabe la limonada y decidí ir hacia mi habitación para tratar de dormir, ya que no dormí casi nada la noche anterior. Me dispuse a ponerme de pie, pero antes de siquiera levantarme note dos manos a cada lado de mi cintura e inmediatamente me puse rígida, nerviosa mire a ambos y estaban echando chispas por los ojos, tanto que si hubiese sido unos cables pelados yo me hubiese electrocutado.

-Puedo sola, GRACIAS-dije aun tiesa como tronco de árbol. Me solté de los dos, cojeando regresé a mi habitación y les cerré la puerta en las narices de ambos.

-Estúpidos hombres-me dije a mi misma-Bueno ahora si es tiempo de una siesta, si quieren que se agarren a golpes-reí para mí misma y dispuse a poner una silla en la puertas para que no me molestasen.

-Ella no se puede quedar aquí, es mi responsabilidad .Tengo que llevármela-sonó más a una orden que a un pedido.

-Ella está aquí por su propia voluntad, nadie la forzó a nada, además si está huyendo de ti o de su casa ha de ser por algo ¿no?-eso sonó más alto aún.

Se escucharon varios golpes en las paredes como si alguien estuviese demasiado enojado. Me levanté, me sobé los ojos para despertarme y me fije en la hora-¿Queeeeeee las 10 de la noche?-me sobresalté y quise salir de la cama olvidando la pierna herida. Me dolió y me mordí la lengua .

No puedo continuar más aquí , me dije a mi misma-pero tampoco puedo volver a esa casa.-Diossss ilumíname!-miraba a todos lados como loca , pensando en una alternativa y de repente como si Dios se hubiese cansado de que tantas veces meta la pata , me iluminó.

Tomé las cosas en la maleta, gracias a Dios solo saque un par de blusas, las metí y recordé que la casita pequeña tenía una puerta trasera. E s de noche sí, y tenía miedo también pero era mejor arriesgarme y no volver nunca a esa casa.

Salí por la puerta trasera sin hacer el menor ruido me coloque bien la mochila, porque si me traía las maletas no podría andar con ellas. Caminé como pude y ya estaba lo suficientemente lejos de allí, me apoyé en un árbol y una piedra de forma plana, me senté y espere a ver qué rumbo podría tomar para llegar a donde necesitaba.

Me recosté en el árbol y mire la luna que salía con un montón de estrellas chispeantes y el cielo despejado. Era como si pudiese tocar el cielo, como si pudiese escoger una estrella y guardármela y llevármela o solo pedirle a una de ellas que me ayuden con todo esto.

Las miré y las lágrimas amenazaron en salir, no me reprimí y dejé que todo fluyera que todas las lágrimas se llevaran ese vacío y tristeza que tenía en el corazón deseando y anhelando algo diferente para mí. Que mamá me quisiera o que mi hermana no fuese tan dura conmigo, que volviésemos a ser una familia como antes, como cuando charlábamos en la mesa cuando comíamos o nos reíamos por algo gracioso. Llore por varios minutos, mirando cada estrella y contándole a la luna todo lo que mi corazón no podía decir a los cuatro vientos.

¡Socorro!No quiero enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora