CAPITULO 4 La intensa ola de calor

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-¡Margaret ¡ ¡Margaret !-Llegó la inoportuna tía tropezándose con todo a su paso , primero quebró el jarrón de rosas ,luego se pegó con la pata de la mesa y finalmente casi cae de bruces al piso. Al menos yo no era la única torpe. Andrew se apartó de golpe, abrí los ojos.

-Cariño ¿Estas bien? ¿Te duele algo?¿Qué pasó?¿Porque estás aquí?¿Quieres  que llame  al médico?

-Tranquila Rosy, ella está bien-la calmó Andrew.

-Nunca más vuelves a comer manzanas, de hecho yo tampoco lo haré – replicó mi tía en un tono bastante gracioso

Tosiendo un poco y apoyando las manos en el sofá al sentarse  intenté hablar

-No te preoc...

-No hables cariño, te hará más daño aun –intervino ella.

-Andrew, por favor ayúdame a llevar a Margarte a su habitación.

-¡Nooooo!-dije pero Andrew sin pensarlo dos veces me tomó de las piernas y la espalda cargándome.-Puedo caminar sola.

Fue inútil, a regañadientes no tuve más opción que aceptar  pegando la cara al pecho de Andrew cerre los ojos.

A pesar de estar todo sucio y parecer un indigente de la calle su olor era delicioso aquella colonia que usaba emanaba un éxtasis a su alrededor.

Me depositó en la cama, respirandome cerca al  oído y pasandome levemente la  cara por  la mejilla. Sentí esos pequeños fuegos artificiales arrancándome del  pecho fuertes palpitaciones. Me colocó las sabanas hasta el pecho pero desviandome la mirada.

-¡Santo cielo! ¿Porque tienes la cara pintada? Y estás todo sucio -preguntó Rosy

Con tanto alboroto ninguna de las dos le preguntó porque iba de esa manera. Se me escapó una risita, pero al ver que los dos me miraban me tapé la cara con las sábanas.

-Estaba jugando con Nataly- Me destapé la cara

-Bien, en vista de que todo está bien me voy-y salió de la habitación sin decir más

-Querida, te traeré algo para  la garganta, porque mañana estarás con un fuerte dolor

*********

No podía dormir, estuve  dando vueltas en aquella enorme cama .Aparte del intenso calor el tener  la ventana abierta no ayudaba  en nada. En una de tantas vueltas, resbale de la cama cayendo mi trasero al suelo.

-¡Auch! , mañana lo tendré morado –con  un golpe así quien no, me sobé una nalga.

A pesar de estar con un  piyama ligero que consistía en una blusa de tirantes color violeta larga que me llegaba a las rodillas decidí ir a la cocina en busca de un buen vaso de agua helada, joder, hacía tanto calor que si  por mí fuera andaría desnuda por la casa. Pero no creo que fuera  una buena atracción para el público.

Arrastrando los pies con las pantuflas de conejito color rosa, que me regaló mi padre hace cinco años, fui a la cocina. Abrí el gran refrigerador y noté que había un montón de productos, <<esto podría ser como para dar de comer a toda una Nación>>. Alcé la vista a la nevera, en ella estaban cubetas de hielo, helado  y trozos de carne empaquetadas.

Cogí un pedazo de carne empaquetada  y me la coloque  entre el cuello y parte del hombro

<<Oh!..Esto es delicioso >> esboce una sonrisita cerrando  los ojos, relajándome luego lo dispuse a pasármelo  por los brazos,  parte del pecho llegando finalmente a las piernas.

¡Socorro!No quiero enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora