Tristeza.

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1.

-¡Corre más rápido, maldito gay!

Estaba agotado y me sentía a punto de morir deshidratado. Me encontraba corriendo bajo los rayos de sol de California que alcanzaban los 32 grados. Un par de integrantes del equipo de fútbol americano escolar, llevaba haciéndome correr casi una hora por haber besado y presentado a mi novio en la fiesta del sábado pasado, ¿qué no podían aceptarme tal y cual era? ¿Tan homofóbica debía ser ésta sociedad? Aunque mis piernas ya no soportaron más, me desvié del camino y continué corriendo hasta llegar a casa y encerrarme en mi habitación. Busqué una botella de agua en el pequeño frízer, la vacié y me recosté en mi cama a llorar.

-Cariño, ¿estás aquí?

No pude responderle, no era capaz. Estaba sumido en vergüenza y dolor, jamás me había sentido de tal manera.

-Amor, ábreme.

-No puedo mamá, por favor, vete.

Todo se encontraba en completo silencio. Mis sollozos se extendían por toda la habitación y los gritos compasivos de mi madre se notaban desde el otro lado de la puerta.

-Harry, abre, por favor. Hablemos, cuéntame que te sucede.

Pasos acelerados se oyeron provenientes de la escalera.

-¡Aquí están las llaves!

Gritó Gemma mientras, de seguro, le lanzaba las jodidas llaves.

Segundos después oí la cerradura pero no le di importancia, estaba inmerso en mi mundo relativamente depresivo del que últimamente no lograba escapar. Mis días en el colegio se habían vuelto un completo calvario.

-Amor, ¿qué sucedió?

-Nada mamá, sólo... Nada importante.

-Si te guardas a esas ''cosas nada importante'' -hizo las comillas con sus dedos- como tú dices, puede que te hagan mal. Sabes muy bien que yo soy todo oídos y siempre podrás contar conmigo.

Despegué mi cara de la almohada mojada y dejé mis ojos hinchados y algo rojizos a la vista, me sentía exhausto de tanto llorar. Mamá de inmediato me ofreció un abrazo.

-¿Siempre me querrás pase lo que pase, mamá?

-Claro que sí, hijo. ¿Qué clase de madre crees que soy?

Me alejó un poco de ella solo para planteármelo.

-La mejor.

Ella dejó a la vista dos perfectas hileras de dientes. En momentos como éste, su sonrisa era la única que podía seguir dándome fuerzas.

-Entonces cuéntame.

-¿Recuerdas la fiesta del sábado?

-Claro, asististe con Gemma.

-En esa fiesta... besé a un chico... Específicamente mi novio.

Ella de inmediato espojó una sonrisa.

-¿Qué hay de malo con eso, cielo?

-Es que me gusta y ahora en la escuela me tratan de lo peor. ¡El equipo de futbol me hizo correr durante casi hora y media! -mi voz se quebró y no pude seguir hablando sin aferrarme a sus brazos, lagrimas comenzaron a brotar de mis esmeraldas, entonces, comencé a susurrar-. No quiero volver más, mamá. Ya no lo soporto.

They just fell in love » Larry Stylinson - 1ra parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora