3. Amistades inamistosas.

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3. Amistades inamistosas.

Durante sus primeros años en el consultorio, cuando su tratamiento había comenzado, Adalynn leía varios libros sobre el abuso escolar que el doctor Wagner tenía en su biblioteca. Solían gustarle mucho esas historias en las que el chico que sufría abusos terminaba convirtiéndose en buen amigo del "brabucón" de la clase y nadie volvía a molestarlo, pues tenía a alguien que lo protegía. Ben y Jeff (cuyo nombre real era Jeffrey) eran el ejemplo perfecto de esa clase de historias: Ben solía recibir constantes burlas durante la secundaria hasta que conoció a Jeff. Era una historia muy bonita para ella, a pesar de que Jeff continuaba sin caerle bien ya que solía burlarse de ella por su trabajo en el hospital.

–Te encanta trabajar con gente loca, como tú. –decía y luego echaba a reír.

Jeff era un muchacho alto, de mirada perversa y cabello extremadamente negro, antes castaño (según él, terminó tiñéndose de negro para que la gente dejara de comparar su físico con el de su hermano mayor). Vestía casi siempre con la misma ropa, siempre de colores apagados. Era una persona agresiva cuando tocaban temas que no le gustaban. Estudiaba cinematografía y amaba los filmes de terror.

Ben era bajito, rubio y de hermosos ojos celestes. Su apariencia vulnerable y baja estatura hacía creer a las personas que era una persona tímida y callada, pero no era así. Él era un chico amable, sí, pero a veces podía pasarse de pesado, al igual que Jeff. Tambien tenía un carácter muy fuerte. Estudiaba programación de videojuegos, los cuales eran su mayor pasión desde niño.

Ambos pertenecían a la misma fraternidad y eran compañeros de habitación.

–Todavía está en pie mi propuesta de que te unas a nuestra fraternidad. –dijo Ben por enésima vez una tarde luego de que las clases terminaran, fueron a tomar un helado junto con Jeff.

–No pierdas el tiempo invitándola, siempre dice que no –Jeff dejó sobre la mesa una servilleta manchada con chocolate y se tiró hacia atrás en su silla–. Además, ya tengo suficiente con la pesada de Jane.

–Empiezo sospechar que Jane te gusta. –soltó Adalynn de repente.

Cuando quiso darse cuenta, la servilleta de Jeff se encontraba dentro de su boca. Adalynn se la quitó y sacó su lengua con asco. Jeff la miró con sus cejas juntas.

–Creo que ya estas grandecito para hacer estas cosas –Adalynn miró a Ben–. Controla a tu simio guardaespaldas antes de que esta servilleta termine en su...

–No metas a Ben, atrévete a decírmelo en la cara. –Jeff se paró, casi tirando la silla, y apoyó con fuerza sus manos sobre la mesa.

Lo mismo hizo Adalynn.

–¡Dije que eres un simio!

Ben miró de reojo que las demás personas que se encontraban sentadas fuera de la heladería los miraban. Su rostro enrojeció tanto de vergüenza como de enfado. Jeff y Adalynn continuaron discutiendo a los gritos, llamando la atención de cualquier persona que pasara cerca de ellos.

–¡Dejen de discutir y vámonos de una vez! –gritó Ben y ambos se callaron.

Tomó con fuerza el brazo de Jeff y comenzó a arrastrarlo. Los tres abandonaron la heladería, seguidos por las miradas curiosas de la gente.

–¿Por qué hicieron en eso? –preguntó Ben, molesto, cuando llegaron a la parada de autobús.

–Lo siento, Ben –se disculpó Adalynn, suspirando–. Y... también lo siento, Jeff. –agregó, aunque no sonó tan arrepentida como cuando se disculpó con Ben.

Jeff giró hacia otro lado, ofendido. Soltó un grito cuando Ben le dio un fuerte pisotón.

–Claro, claro. Lamento haber hecho ese escándalo en la heladería, Benny –dijo Jeff. Ben alzó su puño–. ¡Perdón, olvidé que no te gustaba ser llamado así! Ben. Quise decir Ben.

–Liu no es tan inmaduro. –murmuró Adalynn, quien pudo ver que el autobús estaba a pocas cuadras de ellos.

Sintió que algo se aferró con fuerza al cuello de su camisa y le tiró hacia atrás. Ben agarró a Jeff del torso y empezó a jalar para que la soltara. Los pies de Adalynn ya no tocaban el suelo, su espalda estaba pegada al puesto de diarios que estaba junto a la parada y los ojos de Jeff la miraban fulminantes.

–Bájame ahora, Woods. –dijo Adalynn, tomando la muñeca de Jeff con ambas manos.

–No vuelvas a mencionar al imbécil de mi hermano –los dientes de Jeff estaban tan apretados que chirriaron– y tampoco me vuelvas a comprar con él.

Adalynn impactó con fuerza contra el suelo al momento en que Jeff la soltó. Uno de los botones de su camisa se había roto, además de que la prenda se arrugó. Por un momento tuvo el presentimiento de que Jeff la mataría.

–Mira si serás torpe... –suspiró Ben, volteando a ver cómo Jeff se marchaba–. Sigo sin comprender por qué se llevan tan mal. Discúlpalo, ¿sí? Jeff... Jeff es un chico excelente cuando lo conoces. Ya sabes cómo se pone cuando mencionas a Liu, él no lo quiere.

–Simplemente se siente inferior. Es un envidioso. –Adalynn miró con asco la silueta de Jeff que cada vez se alejaba más y más.

–No digas eso –la sonrisa preocupada de Ben fue sustituida por una expresión seria–. Sí, puede que Jeff se sienta menos cuando lo comparan con su hermano pero es culpa de varias personas que...

–Claro, culpa a la sociedad. –lo interrumpió Adalynn.

En ese momento el autobús llegó. Ben simplemente la ayudó a levantarse y juntos subieron. No volvieron a tocar el tema en lo que restó del viaje.

–Cuídate, ¿sí? –se despidió Ben antes de bajar en la universidad.

–Claro, lo haré –Adalynn le sonrió–. Ah, y, Ben, por favor... pídele disculpas a Jeff de mi parte. Ya buscaré una forma de compensarlo.

The proxy symbol. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora