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22. El día del concierto (parte 2).

22. El día del concierto (parte 2).

Jack sacó un termo, sirvió en pequeños vasos de plástico un poco de café y fue pasándolos. Las chicas habían despertado a excepción de Mary, quien se acurrucó en el suelo de la furgoneta luego de que Jane y Natalie se le quitaran de encima. Jane la tapó con el largo abrigo negro de Jack.

–Enciende la calefacción, me muero de frío. –dijo Natalie a Jason.

–Hazlo tú misma, ¿no ves que estoy conduciendo?

Adalynn, que sentía que caería dormida en cualquier momento, frunció un poco las cejas. Jason se estaba comportando de manera muy grosera. Tuvo que soportarlo todo el viaje hablando sobre las ideas que tenía para mejorar su negocio y cambiar el logo del osito y el ratón por una foto suya vestido de manera extravagante (<<¡Un chico tan atractivo como yo de seguro atraería cientos de clientes!>>). Era una persona bastante vanidosa.

–¡Solo enciende la puta calefacción! –gritó Jeff y le dio un empujón al asiento de Jason. Continuaba enfadado por lo sucedido hacia unas horas con el perrito.

Jason lo hizo mientras murmuraba cosas inaudibles, aunque posiblemente eran insultos hacia todos los "pasajeros" que llevaba en su furgoneta. Apretó el acelerador y aumentaron la velocidad. Cada tanto daba miradas recelosas a Jeff a través del espejo retrovisor.

Era casi media noche. Adalynn suspiró. El concierto había empezado hacia cuarenta y cinco minutos. La radio estaba encendida y un hombre de voz áspera iba pasando canciones de los Guns, lo cual no ayudaba mucho para animarlos.

–¿Por qué tardamos tanto? –preguntó entonces, pasándole a Natalie su teléfono para que jugara su turno en el Plants vs. Zombies–. El concierto ya comenzó. Empiezo a creer que no tienes ni la más mínima idea de a dónde vamos.

–¡Claro que lo sé! –respondió Jason, ofendido–. Mira, señorita bocona, ahí tienes tu concierto.

Frente a ellos se levantaba un enorme tinglado del cual se oía mucho ruido y había muchas luces de colores. Jeff miró de mala manera a Jason. Quizá si había un concierto ahí, pero no era el de los Guns N Roses. Jason los había llevado a cualquier parte.

Cruzaron por la entrada, donde se encontraba un enorme cartel que ninguno llegó a leer. Jason estacionó en un lugar poblado de autos y, al bajar, le dio un gran fajo de billetes a un sujeto vestido de cuero, calvo y con un enorme bigote.

–Lo quiero sin orines ni semen, ni mierda, por favor. –dijo.

Jason se colocó unos anteojos de sol que sacó de su chaqueta de cuero marrón y avanzó. Los demás lo siguieron. Iban mirando a su alrededor con extrañez. Unos motociclistas vestidos de negro observaron descaradamente a Mary, quien se pegó al brazo de su novia. Jane los fulminó con la mirada. Que no se les estuviera ocurriendo acercarse a Mary.

Cuando entraron al enorme tinglado, Adalynn sintió que alguien le tocó el trasero y se aferró al brazo de Jack. Natalie le dio un fuerte golpe en la nariz a un chico pelirrojo que le silbó y lanzó muchos insultos. Adalynn miró con admiración a Natalie, deseaba ser así de ruda y capaz de enfrentarse a cualquiera. Adentro había humo por todas partes. Estaba lleno de gente que rodeaba un escenario, donde una banda de rock tocaba canciones realmente malas.

–¿Dónde nos metió el idiota de Jason? –preguntó a los gritos Adalynn, pues la música no los dejaba hablar con tranquilidad.

Jack suspiró.

–No tengo idea –dijo–, pero intentemos disfrutar la noche y divertirnos. Es... casi lo mismo.

Jack y Jason se fueron. La que se quedó con ella fue Natalie. Pasaron un rato dando vueltas por el lugar, tratando de recordar dónde se encontraban las salidas de emergencia por si se armaba algún lío ahí dentro. Adalynn dirigió su vista hacia un pequeño balcón que había sobre el escenario. Quedó congelada allí, observando. ¿Ese que estaba recargado sobre la barandilla era Toby? No podía asegurar si se trataba de él o no, pero era idéntico. Apenas lo iluminaba una débil luz blanca colocada allí.