7. Sally Williams.

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7. Sally Williams.

El empleo que Ben consiguió para Adalynn le pareció un chiste. Ella no soportaba a los niños pequeños y supuso que nunca lo haría. Pero, como dijo Ben, podría ser su última oportunidad de conseguir ese empleo de medio tiempo que tanto necesitaba.

Dos días más tarde, llegó el momento en que Adalynn iría a su entrevista de trabajo. Por la mañana fue a la Creepy-House, pues Ben la acompañaría. En la puerta la recibió Jill, que tenía notables ojeras y un asqueroso olor a alcohol. Al parecer había vuelto a irse de fiesta con Jack.

–¿Buscas a Ben? –Preguntó Jeff, que estaba llenando los tazones de Grinny y Smile con su alimento–. Él se fue temprano a casa de su madre. Ella tuvo una urgencia y necesitaba a alguien que cuide de sus hermanitos. Me pidió que te avisara, pero lo olvidé.

–¿Y ahora con quién se supone que iré a la entrevista? –Se molestó Adalynn–. Gracias por avisarme con anticipo, Jeff.

–De nada –dijo él, despreocupado–. Si no quieres ir sola, puedes pedirle a... –Jeff miró a Jack y Jill, todavía estaban ebrios– No, a ellos no... ¡Lo tengo! Puedes pedirle a Helen que te acompañe. No es muy de salir, pero dudo que le moleste.

Adalynn se sintió un poco más aliviada. El viaje era largo y no quería ir sola. Quizás incluso podría hacerse amiga de Helen, quien sería la tercera mujer de la Creepy-House que ella conocería.

–Está arriba. Cuarta puerta, a la izquierda. No te asustes si el que abre la puerta tiene pinta de pedófilo, solo se trata de Jonathan –indicó Jeff y luego festejó su propio chiste.

–Bien, gracias –Adalynn acarició el lomo de Grinny, que se había subido a una de las mesas, y éste intentó arañarla–. Gato tonto...

Subió las escaleras al primer piso. De nuevo se encontró con el pasillo lleno de puertas. Siguiendo las indicaciones de Jeff, encontró la puerta que pertenecía a Helen. Antes de llamar, un pensamiento pasó por su cabeza: "¿Por qué Helen compartía habitación con Jonathan?". Sabía que en la Creepy-House las mujeres dormían con mujeres y los hombres con hombres. Ni siquiera Jack y Jill, que eran pareja, compartían habitación. Tal vez el caso de Helen y Jonathan era algo... diferente.

Dio dos golpes a la puerta y ésta se abrió. El chico de ojos azules que se cruzó días antes estaba nuevamente frente a ella. Ahora llevaba un traje totalmente azul y un pin con una carita amarilla sonriente en el pecho, ya no traía aquellas prendas manchadas con pintura.

–Disculpa, estaba buscando a Helen –dijo Adalynn–. Debo ir a una entrevista de trabajo y Jeff supuso que ella querría venir conmigo.

El rostro del chico enrojeció y sus cejas se fruncieron.

–Yo soy Helen. –dijo, molesto.

–¡Perdona, no sabía que eras hombre! –se apresuró a decir Adalynn.

Pero ya era tarde, Helen había cerrado la puerta en su rostro. Suspiró con tristeza y miró el reloj digital en su muñeca: le quedaban treinta minutos para llegar. Definitivamente no llegaría a tiempo. Una leve risa se escuchó desde algún lugar en el pasillo. Adalynn se topó con un chico que la observaba recargado sobre el marco de una puerta.

–Realmente fue ridículo. Me hubiera gustado tener una cámara y grabar el momento –él llevaba puesta una capucha y sus ojos eran de un azul más claro que los de Helen–. No te preocupes, no eres la primera que confunde a Helen con una mujer.

–Fue un accidente –se defendió Adalynn, avergonzada–. Creo que te conozco de algún lado...

– Tenemos Anatomía juntos Siempre me siento al fondo y la profesora siempre me regaña por estar con capucha. Soy Jack.

The proxy symbol. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora