17. No confíes en extraños.
Sally tomó asiento en uno de los bancos y jugueteó por un rato con sus dedos, nerviosa. No dejaba de mirar hacia todas partes, buscando el rostro de Austin, un muchacho que conoció a través de Facebook y con quien llevaba meses hablando. Era la primera vez que se encontrarían personalmente ya que él estaba de visita en la ciudad. Sally se encontraba muy feliz, pero por otro lado algo mal al haberle mentido a Adalynn.
Su padre siempre le repetía de los peligros que podían haber en las redes sociales y el internet pero Sally jamás lo escuchó. Ella confiaba ciegamente en Austin, pues se había enamorado de él después de todo ese tiempo. Lo conocía demasiado bien como para temerle.
Tenía fotos con su familia, con sus amigos e incluso con sus mascotas. No es muy lindo que digamos, pero sin duda es muy dulce y me encanta. Pensó y su rostro enrojeció al recordar el rostro del muchacho y los cumplidos que solía decirle cuando hablaban por el chat.
Sally comenzó a caminar alrededor del banco, luciendo su nuevo vestido de color rosa (le gustaba mucho ese color) que su padre le había comprado el día anterior, cuando fue de compras con él y un par de chicos a quienes consideraban como sus hermanos.
Ella y Austin hablaban de todo, incluyendo problemas familiares. Sally solía descargarse con él, contándole sobre su vida antes de ser adoptada por su actual padre y lo mucho que sufría (y continuaba sufriendo) en la secundaria. Austin no vivía con sus padres, se había mudado a un departamento en Georgia, el estado donde vivía, junto a su mejor amigo del cual no recordaba su nombre. Se puede decir que conocían hasta la más mínima cosa del otro.
El pequeño bolso negro que Sally llevaba cruzado comenzó a vibrar. Sonó la canción Secret, de The Pierces (la banda favorita de Sally), y enseguida supo que se trataba de un mensaje de Austin. Sonrió como tonta.
Austin: Ese vestido rosa te queda hermoso ;)
Contuvo un chillido y le preguntó dónde se encontraba. Cuando el mensaje se envió, alzó la cabeza y miró hacia distintas direcciones en el parque. No veía más que madres con sus hijos, ancianos alimentando palomas y algunas personas haciendo footing.
Austin: ¿Ves el bosque? Estoy en una caseta cerca del río, ven. El lugar es perfecto para un picnic.
Los verdes ojos de Sally brillaron de emoción. ¡Austin había preparado un picnic para ambos! Fue un detalle muy lindo de su parte y no tardó en decírselo a través de un mensaje, también diciendo que se dirigía hacia allá.
El bosque estaba un poco más apartado del Parque Rosswood, por lo que Sally caminó bastante. Buscó la ubicación del río por Google Maps (ella no solía salir mucho y no conocía esa zona), de esa forma logró llegar mucho más rápido. Costeó la orilla del río hasta encontrar la dichosa caseta de madera que se caía a pedazos.
A diferencia de como Austin decía, no era un lugar muy agradable a la vista. A parte de la caseta en ruinas, estaba lleno de barro porque la noche anterior había llovido y se podían ver pequeñas ranas saltando de aquí para allá.
–¿Austin? –dijo Sally insegura, abriéndose paso hacia la caseta.
Vio al chico de espaldas, mirando la continuación del río. Era muy alto, mucho más de lo que ella esperaba. Llevaba una chaqueta negra y pantalones del mismo color. Pero algo comenzaba a inquietarla y era que ese hombre que se encontraba parado junto al río era castaño y Austin era pelirrojo.
–Tú... ¿Tú eres Aus...? –Sally jadeó, asustada.
¡No, ese no era Austin! Era un hombre, un adulto. No era aquel adolescente de dieciocho años que se independizó cuando tenía su edad (dieciséis) y que, actualmente, vivía en Georgia con su mejor amigo.
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The proxy symbol. ©
FanfictionLa mañana del 3 de septiembre, durante una clase de Educación Física, Adalynn Thorpe se ahorcó sobre el escenario del gimnasio. Lamentablemente, al menos para Adalynn, fue sacada de allí por el profesor antes de morir asfixiada. Tras ese incidente...