5. ¿Quién es el Hombre Delgado?
La noche había pasado rápido, demasiado para el gusto de Adalynn. Natalie no se encontraba en casa esa noche y pudo dormir tranquila. Ben le recomendó que no dijera palabra sobre que pasó la noche en su habitación, pues a Natalie podría molestarle.
–Una vez casi le rompe la muñeca a Jack, el chico de tu clase, por husmear entre sus cosas. –contó Jeff, ahogando una carcajada.
La mañana era calurosa y el cielo estaba despejado, era el ambiente perfecto para desayunar en la parte externa de la cafetería. Salieron de la Creepy-House tras despedirse de Jill, que fue la primer en despertar y arreglar el desorden que ella y Jack dejaron la noche anterior, luego de que volvieron ebrios de quién sabe dónde.
La cafetería (que también funcionaba como comedor) se encontraba casi en la entrada, junto al edificio donde se dictaban clases de astronomía. Era pequeña y tenía un segundo piso con terraza. Tenía un aspecto muy rústico y casi todo era de madera. Adalynn amaba ese lugar desde que llegó. Antes de entrar, Ben le compró un periódico al niño que solía estarlos vendiendo todas las mañanas en la acera de la universidad.
Tardaron un rato en decidir quién iría a comprar el desayuno: si Ben iba quedarían solos Jeff y Adalynn y podrían armar un disturbio; si iba Adalynn traería cualquier cosa porque era muy distraída; y si iba Jeff volvería a pelearse con el cajero como la última vez. Decidieron finalmente ir los tres. Cada uno subió con su bandeja al segundo piso y tomaron asiento en la terraza. Algunas de las mesas alrededor estaban ocupadas por los compañeros de la facultad de medicina de Adalynn. Ben tomó asiento y abrió su periódico. Jeff se asomó sobre su hombro:
Avistamientos del Hombre Delgado en la ciudad.
–¿Quién es el Hombre Delgado? –preguntó Adalynn, que escuchó cuando Ben murmuró el título que encabezaba la primera plana.
–Un estúpido. –dijo Jeff, alejándose de Ben y comenzando a comer.
–Ah, olvidaba que no hace mucho te mudaste aquí. Verás, el Hombre Delgado es una especie de criminal famoso por esta ciudad –contó Ben, tomando una tostada–. Se lo conoce por haber realizado todo tipo de crímenes, desde secuestros a asesinatos. Hace mucho que no daba señales de vida. Yo mismo pensé que había muerto.
–¿Un criminal? Con razón nunca quieres que me vaya sola. Eres un paranoico, Ben Peter. –se burló Adalynn, dejando sobre la bandeja su taza vacía que antes tenía té.
–Pero es verdad que es muy peligroso –Ben frunció las cejas–. Tienes bien merecido tu apellido, eh. Ya lo han visto dando vueltas por la zona. Si bien fueron simples robos, continúa tratándose del Hombre Delgado. Es casi un mafioso. ¡Incluso tiene gente trabajando para él!
–Pa-ra-noi-co –Adalynn soltó una carcajada–. Ese Hombre Delgado no ha de ser más que un simple ladronzuelo. Quiero decir, hay peores.
–Ya no se puede confiar en nadie –agregó Jeff, interrumpiendo a Ben antes de que comenzara a hiperventilar–. Escucha, Adalynn: yo no te agrado y tú a mí tampoco, pero haznos caso cuando te decimos que el Hombre Delgado no es una persona con la que se deba jugar.
Terminado el desayuno, Ben les pidió que lo acompañaran a una tienda que se encontraba a solo dos cuadras de allí ya que tenía ganas de comprar un nuevo videojuego. Como recién entrarían a clases a las 12:30, aceptaron. Caminaron hacia las rejas metálicas oxidadas en las que había un enorme cartel que decía "Universidad". Jeff y Ben iban charlando. Adalynn simplemente los seguía en silencio. Ya afuera, ella miró despreocupadamente hacia las demás personas que se encontraban allí.
–Chicos... –llamó Adalynn, sin despegar sus ojos de un par de personas– Vayan sin mí, tengo algo que hacer.
Y, sin decir más, se fue.
Un chico castaño y pálido estaba recargado sobre la reja, mientras otros dos estaban parados frente a él. Ambos llevaban abrigos de color amarillo. A pesar de que estaban teniendo una conversación, ninguno de ellos cambiaba su semblante serio. Era muy diferente a como ella hablaba con sus amigos.
–To... ¡Toby! –dijo ella, insegura en si debía hablarle o no.
Toby volteó lentamente. No sonrió ni levantó su mano en forma de saludo. Apenas parpadeó. Adalynn se acercó a él con una sonrisa nerviosa. Fue entonces que Toby le dio un frío "hola". No se comportaba igual que en el consultorio. ¿Podría ser que estuviera enfadado porque ella no fue allí en toda la semana? Antes de poder articular esa pregunta, otra salió casi por sí sola:
–¿Quiénes son tus amigos?
Los otros dos intercambiaron miradas.
–Ah, claro –dijo Toby, acomodando un poco el cuello de la camisa blanca que llevaba–. Él es Timothy Wright, estudia en la facultad de Bioquímica. Nosotros le llamamos Tim –señaló al chico de patillas y de ojos marrones. Tim comenzó a toser, tenía un cigarrillo en su mano–. Y él es Brian Williams, está en la facultad de Ingeniería. –el último tenía cabello castaño y ojos del mismo color que Tim (tal vez un poco más claros).
–Es un gusto conocerlos, soy Adalynn Thorpe –Brian apretó con fuerza sus labios, conteniendo una carcajada–. Lo sé, mi apellido es el peor, pero qué se le va a hacer.
Se quedó un rato charlando con los tres. Brian y Tim no hablaban mucho. Toby reía de vez en cuando, pero la mayor parte del rato que pasó con ellos se quedó mirando fijamente al suelo.
–Por cierto, ¿vieron la noticia sobre el Hombre Delgado? Mi amigo dice que es muy peligroso y todo eso, pero yo no lo creo. Ha de ser alguna copia barata del padrino. –Adalynn soltó una pequeña risa.
De un segundo a otro los ojos de Tim, Brian y Toby se pegaron en ella. La tensión se sentía en el aire. Toby frunció las cejas:
–Creo que sería mejor que te vayas con tus amigos. –fue lo único que dijo, dio media vuelta y se marchó.
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The proxy symbol. ©
FanfictionLa mañana del 3 de septiembre, durante una clase de Educación Física, Adalynn Thorpe se ahorcó sobre el escenario del gimnasio. Lamentablemente, al menos para Adalynn, fue sacada de allí por el profesor antes de morir asfixiada. Tras ese incidente...