20. ¿Dónde estás, Toby?

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20. ¿Dónde estás, Toby?

Sucedió una helada mañana a fines de noviembre, semanas antes del concierto de Guns N Roses, en que Adalynn pasó el sábado en casa con su familia; comenzando por ayudar a su madre con el desayuno y mirar películas de Star Wars, la serie favorita de su hermano y padre, con los hombres de la familia. Se sintió muy feliz al volver a pasar un rato con ellos, pues ya se cumplían cinco días desde que se mudó a una residencia en la universidad y tenía poco tiempo para verlos.

Mientras los cuatro se encontraban mirando la serie favorita de su madre, Friends, cuando suena el teléfono. Sonó por unos minutos, ninguno quería levantarse a atender ya que estaban muy concentrados mirando la televisión. Finalmente quien contestó fue Nathaniel.

–Lynn, es del hospital –dijo a su hermana, cubriendo con su mano la parte inferior del teléfono inalámbrico–. Susan dice que necesita a alguien que la cubra en el hospital ya que esta noche está ocupada... Dice que es algo urgente y que te pagará.

Adalynn le dio un mordisco a su dona cubierta de chocolate y miró al techo por unos segundos, mientras con su mano derecha acariciaba el lomo de Toby, el gatito que Jeff le regalo. Después de masticar y tragar respondió:

–Está bien, pero recuérdale que mi pasantía en la clínica terminó hace tiempo.

En parte era cierto, aunque la verdadera razón por la que dejó de ir a la clínica seguido fue porque Toby ya no estaba allí. Extrañaba mucho la presencia de aquel chico de los tics, pero había pasado tiempo desde la última vez que lo vio. Después de semanas yendo a la clínica para comprobar si él había vuelto y recibir respuestas negativas, Adalynn se rindió en su búsqueda.

–Saludos a Su de nuestra parte. –dijo su padre sonriendo antes de que Adalynn se marchara.

Mientras esperaba el autobús pensó que no era una mala idea considerar comprar un auto o algún vehículo para transportarse. Le serviría mucho, especialmente durante esos días en que tiene la agenda llena y no puede llegar tarde a ningún lado.

Pasó el resto en la recepción del hospital, sentada en una de las banquetas plásticas. Observaba a las enfermeras atendiendo y dándoles citas con distintos doctores a las personas, se divertía mucho viéndolas perder la paciencia. A diferencia de Susan la paciencia de las enfermeras tenía límites.

Cuando comenzó a obscurecer y el hospital comenzó a vaciarse, decidió dar una vuelta. Se sentía bien no haber hecho nada y que luego le pagarían. A diferencia de como muchos pensaban, el hospital no daba tanto miedo por la noche. Era exactamente igual que en el día, solo que sin que el sol estuviera brillando afuera, o al menos eso creía Adalynn. Mientras daba vueltas por los pasillos de las salas de operaciones en la planta baja, escuchó a una mujer hablar desesperada con un grupo de enfermeras.

–¡Oh, mire, ahí está Lynn! –dijo una de ellas cuando la vieron asomarse–. Señora, puede hablar con ella para lo que necesite. Nuestro turno terminó, así que debemos irnos.

La mujer suspiró con pesadez y dio la vuelta. Sonrió de manera nerviosa a la chica pelirroja que tenía enfrente. Adalynn, por su parte, no pude hacer más que avanzar hacia la mujer.

–¿Necesita algo? –preguntó.

–Sí y espero que tú puedas ayudarme –dijo la mujer con tristeza–. Llevo casi dos meses buscando a mi hijo sin dar con él –metió la mano en su bolsillo y sacó una foto–. Su nombre es Tobías, Tobías Erin Rogers. Nosotros lo llamábamos Toby. Se suponía que él tenía terapia en esta clínica pero nadie sabe nada.

The proxy symbol. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora