12. ¿Qué ocultan Tim y Brian?

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12. ¿Qué ocultan Tim y Brian?

Ya estaban en la última semana de octubre, el tiempo había pasado volando. En el calendario que colgaba del refrigerador de la Creepy-House el día 31 estaba marcado con un círculo rojo. A diferencia de otros días, éste era especial: desde sus inicios como fraternidad, en la Creepy-House era tradición organizar una fiesta para Halloween todos los años. Tres días antes de que Halloween llegara, todos allí comenzaban con los preparativos.

Jack tenía un dicho: "En la fraternidad M.H. el Halloween se celebra como si fuera navidad". Adalynn no comprendió a qué se refería hasta que lo acompañó junto Ben y Natalie a comprar las decoraciones en la tienda: ellos hacían una especie de juego similar al "Santa secreto", solo que ellos lo llamaban "Creepy secreto".

–Ya hicimos el sorteo y te agregamos –dijo Natalie dejando un papel arrugado en la mano de Adalynn–. No olvides comprar el obsequio para quien sea que te haya tocado.

–Gracias –Adalynn observó la ropa de Natalie–. ¿No tienes frío así?

Estaban en otoño y los días eran frescos. Adalynn solía salir demasiado abrigada por las mañanas ya que hacía mucho frío. Natalie, en cambio, no parecía sentirlo: llevaba un abrigo ligero, una camiseta sin mangas y unos pantalones arrugados.

–No. –respondió.

Como era sábado, no tenían clases y podían disfrutar de la fiesta sin preocuparse por la hora. Pasaron el resto de la tarde comprando algunas decoraciones, dulces y algunos accesorios para complementar los disfraces que preparaban para esa noche. Adalynn aprovechó un momento de distracción y entró a una de las tiendas para comprar el obsequio para la persona que le tocó.

–Mira, venden el Majora's Mask. –dijo Adalynn tomando a Ben por el brazo y mostrándole el aparador de una tienda de videojuegos.

Majora's Mask era el único juego de The Legend of Zelda que Ben jamás había jugado y le daba un poco de vergüenza admitirlo. Cuando era niño nunca había tenido el dinero suficiente y tampoco podía darse el lujo de comprar todos los cartuchos que quisiera. Como su padre había fallecido cuando era un niño, su madre era quien se encargaba de ganar dinero para alimentar a sus tres hijos (Ben y los mellizos) y no podía gastar en esa clase de cosas.

Para regresar a la universidad debían tomar el tren. Tardaron casi cuarenta minutos para regresar, ya estaba obscureciendo. Como ese día le tocaba cuidar de Sally, Adalynn consultó con Ben si ella podía ir. Aceptó con la condición de que no hiciera un desastre como la vez que él llevó a sus hermanitos a la Creepy-House. Lo que ninguno de ellos sabía era que Sally no era una niña, a pesar de que lo aparentara, ya tenía dieciséis años. Aún conservaba esa mirada inocente y tenía una estatura demasiado baja.

Adalynn bajó un par de estaciones antes que los demás. La casa de Sally no quedaba muy lejos de la estación de trenes. Mientras caminaba mirando las tiendas y las calles adornadas con decoraciones para Halloween, recordó el día en que ella y Jack visitaron por primera vez la casa de los Williams. Siempre se había preguntado dónde estaban exactamente los padres de Sally y por qué vivía en una casa en ruinas, pero jamás habló por miedo a decir algo que pudiera hacer sentir mal a Sally.

Para su sorpresa cuando llegó a la parada de autobús, Sally estaba esperándola allí. La chica era iluminada por la tenue luz de las farolas en la calle, ya era de noche. Adalynn avanzó para saludarla, pero quedó en silencio al observarla de cerca: Sally llevaba un vestido rosa totalmente dañado y sucio, sus pies estaban descalzos, estaba abrazada con fuerza a un oso de peluche y un camino de sangre caía desde su frente al resto de su rostro.

–Sally –dijo Adalynn–... ¡Qué buen disfraz!

Ella pareció estar debatiendo en si hablar o no. Finalmente dijo:

–Mi... mi tío...

–¿Tu tío te ayudó? Está genial, enserio –la interrumpió Adalynn y echó una mirada al reloj en su muñeca–. Creo que es algo tarde. Bien, Sally, es hora de irnos a la Creepy-House. Créeme que te divertirás mucho.

Y así fue como ambas volvieron a hacer un largo viaje de vuelta a la universidad, donde se encontraron con un enorme cartel en la entrada que decía "Feliz Halloween". Había farolas por todo el campus iluminando, especialmente en las zonas de los edificios donde se dictaban clases. Sally parecía asustada, se había aferrado al brazo de Adalynn mientras seguía sujetando al osito de peluche.

–¡Estoy cansado de esto, Brian! Si no vas a tomarte el trabajo enserio, entonces no hagas nada.

–¿Que no me lo tomo enserio? Debes estar bromeando. Te recuerdo que tú eres a quien no parece importarle el trabajo ni su salud en lo más mínimo. ¡Tim, te la pasas en el hospital!

Adalynn reconoció esas voces. En medio de la obscuridad y la débil luz que emitían las farolas pudo ver dos siluetas masculinas frente a uno de los edificios. También había un asqueroso olor a cigarrillo. Definitivamente se trataba de una discusión entre Tim y Brian. Tomó la mano de Sally y juntas se acercaron.

–¡Esto es tu culpa, tú nos metiste en esto, Brian!

–¿Mi culpa? Te recuerdo que tú y Toby fueron quienes aceptaron este trabajo. No me importa que gracias a ese tipo dejé de vivir en las calles, no soporto más esto.

Tim comenzó a toser y tuvo que quitar el cigarrillo de su boca, luego pasó una mano por su frente. Sus dolores de cabeza habían vuelto. Adalynn observaba junto a Sally de lejos.

–Tú... Ah... Discutir no servirá de nada –Tim revolvió sus bolsillos y miró a Brian con preocupación–. No tengo mis pastillas aquí.

–Entonces volvamos al departamento, seguro las dejaste allá. Más te vale apurarte, quiero terminar con esto lo antes posible.

En el poco tiempo que lo conocía Adalynn jamás había visto a Brian tan enfadado. A Tim quizás sí, ya que era un poco más serio que Brian. Además, ¿qué hacían en la universidad a esas horas? Pero había algo mucho más importante: sabían dónde se encontraba Toby. Definitivamente le preguntaría a Brian la próxima vez que volvieran a hablar, ya fuera en persona o por WhatsApp.

–Tengo frío. –dijo Sally, haciendo que Adalynn volviera en sí y continuaran su camino a la Creepy-House.

The proxy symbol. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora