4. Visita a la Creepy-House.

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4. Visita a la Creepy-House.

La famosa Creepy-House era una fraternidad cuyo nombre fue olvidado en el momento que la apodaron así. Alejada del campus, los salones y demás residencias, se encontraba una casa realmente antigua (posiblemente una de las más viejas de toda la universidad) y de aspecto agonizante. Por fuera se veía como esas típicas casas embrujadas de los filmes de terror que tanto le gustaban a Jeff, pero nadie que no viviera allí sabía cómo era por dentro. Apenas se atrevían a pasar frente a ella.

Los estudiantes y profesores consideraban todo lo que habitara en ella extraño. En su primer año allí, cuando conoció a algunas personas que vivían en la Creepy-House (entre ellos Ben y Jeff), muchos otros compañeros de la facultad de medicina la advirtieron de no juntarse con ninguno de ellos porque eran "gente extraña". Unas chicas con las que iba a clase de Anatomía le pasaron discretamente una hoja que ella había desechado al considerarlo totalmente absurdo:

Requisitos para entrar a la Creepy-House:

1) Ser rarito.

2) Vestir de manera extraña (demasiados o muy pocos colores).

3) Ser físicamente desagradable.

4) Tener mirada, risa o expresión macabra.

Adalynn era amiga de solo dos personas pertenecientes a la Creepy-House: Ben y Jeff. Ellos solían hablarle de sus compañeros y las constantes situaciones raras en las que se veían envueltos, pero jamás prestó la suficiente atención como para que llegara a interesarse en esas personas. También había un chico con quien tenía Anatomía y Salud Mental, el cual solía sentarse en la última fila, cerca de la puerta, y siempre llevaba una capucha negra cubriendo su cabeza.

–¿Hablas de Jack? –preguntó Ben cuando Adalynn se decidió por preguntarle sobre él–. No es tan extraño como parece, simplemente socializar no le gusta mucho. Conoce a Jeff desde que eran niños. Incluso me atrevo a decir que lo considera su mejor amigo.

–No te pongas celoso, Benny, sabes que te amo –Jeff acarició el cabello de Ben tras quitarle el gorro negro que llevaba, él se alejó fastidiado–. Pero tú –miró a Adalynn– no te hagas muchas ilusiones, niña.

El enojo de Jeff se fue luego de que Adalynn le enviara un mensaje invitándolos a él y Ben a ver una película de terror en el cine. Igualmente seguía con algo de rencor y aprovechaba cualquier oportunidad que se le presentara para molestarla de alguna manera, sobre todo cuando se trataba de Ben.

Cuando la película terminó ya era casi media noche. Ben y Jeff debían tomar un autobús unas cuadras antes de donde Adalynn debería ir. Ben, preocupado, le sugirió tomar un taxi y que, en caso de que no le alcanzara, él pagaría. Adalynn, como siempre, se negó.

–Vamos, Lynn –Ben colocó los billetes en su mano, insistente–. Es peligroso que andes sola a estas horas.

–Déjala. Si quiere ser violada, problema suyo. –Jeff cerró su chaqueta y se tapó con la capucha.

–Deberías lavarla –opinó Adalynn, observando la sucia tela blanca–. ¿Es que en la Creepy-House no tienen lavadora?

–Deja de llamar a nuestra fraternidad "Creepy-House", no es divertido. Todos allí somos estudiantes normales como cualquier otro –dijo Ben y una idea se le vino a la mente–. ¿Y si te quedas a pasar la noche? Creo que el cuarto de Natalie tiene una cama vacía.

–Oh, genial –bufó Jeff–. Ya tenía suficiente con la plana. ¡¿Por qué Dios no escucha mis plegarias?!

–Será porque eres ateo. –Ben lo miró divertido.

–Oh, es verdad.

–Jane, se llama Jane –Adalynn parecía molesta–. No comprendo por qué le tienes tanto odio... Bien, Ben, voy a quedarme en la Creepy-House por esta noche.

–¡Fraternidad M.H! –corrigió Ben.

–Disculpa, es la costumbre.

El viaje hasta la universidad tardó alrededor de cuarenta minutos. Adalynn se adelantó a tomar el asiento junto a Ben, por lo que Jeff tuvo que sentarse atrás de ellos, solo. Cada tanto sentía piquetes molestos en la coronilla o que jalaban su cabello, cortesía del molesto Jeffrey Woods. Adalynn terminó durmiéndose sobre el hombro de Ben. Cuando despertó, la camiseta de "The Legend of Zelda" que Ben traía puesta estaba mojada por su baba (era fanático de esos videojuegos). Jeff también se había dormido con su cabeza apoyada en la ventanilla. Ben fue el único que no pegó un ojo, no le gustaba mucho dormir.

–Llegamos. –anunció cuando el autobús frenó frente a la universidad.

Los otros dos se levantaron, tambaleándose. Jeff era el que peor aspecto tenía: sus ojos estaban rojos, su cabello despeinado y caminaba sosteniéndose de Ben. A diferencia de Ben, Jeff bebía. Si bien no llegaba a embriagarse, solía tomar varias latas de cerveza durante sus salidas nocturnas y terminaba destrozado. Esa noche lo había hecho: escondió unas latas de cerveza en su mochila y entró como si nada a ver la película.

Fue largo el camino a través del campus hasta llegar a la Creepy-House (fraternidad M.H. según Ben). De noche, la casa era aún más atemorizante. Adalynn comenzó a pensar que si entraba no saldría viva. Las luces dentro estaban apagadas excepto en la cocina. Ben, que ya sabía lo que se encontrarían apenas pasaran por ella para subir a los dormitorios, soltó un largo y sonoro suspiro. Jeff no era el único fanático del alcohol en la casa.

Apenas entraron, el frío se les fue gracias al radiador que estaba encendido. Ingresaron a la cocina. Allí estaba un muchacho altísimo con su cabeza recostada en la mesa. Tenía los ojos cerrados, algo tapados por su cabello negro alborotado, y con una enorme sonrisa grabada en su rostro. A su lado, recostada de igual forma, había una muchacha de cabello negro ondulado y ojos grises, que estaba intentando ocultar una botella de cerveza.

–¿Otra vez, Jill? –suspiró Ben. La chica empezó a reír de manera descontrolada.

–¡Relájate, Benny! –El chico trató de levantarse de la mesa, acompañando a Jill con sus carcajadas, y Adalynn abrió sus ojos con sorpresa, era realmente alto–. Jill y yo solo nos divertíamos. Además –miró mareado a Adalynn– tú estás con tu novia haciendo quién sabe qué y no decimos nada.

–¡Y traen un cadáver! –Chilló Jill–. Mira la cara de muerto que tiene, Jack.

–Es Jeff.

Decidieron dejar a la parejita (porque realmente lo eran) en estado de ebriedad tranquilos en la cocina. Ben dijo que ya se les pasaría, así que Adalynn no se preocupó. Mientras subían las escaleras, Ben le contó un poco sobre ellos: Jack y Jill pertenecían a la facultad de Arte Dramático. Según ellos, serían futuras estrellas de la comedia y expertos dramaturgos. Además llevaban cinco años saliendo. Cuando llegaron al primer piso se encontró con un largo pasillo lleno de puertas. Adalynn, que ayudaba a Ben cargando a Jeff, pasó rápido sus ojos por todo el lugar. Volvió su vista hacia un rincón en el final del pasillo, pero no había nada.

–¿Pasa algo? –preguntó Ben.

–No, no. Vamos, llevemos a Jeff de una vez.

The proxy symbol. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora