6. Buscando empleo.

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6. Buscando empleo.

Adalynn necesitaba dinero con urgencia, quería mudarse de casa de una vez por todas. Ben se ofreció a darle la mitad de lo que ganaba en su empleo como cajero, pero ella se negó rotundamente. No pensaba tocar un centavo que Ben había ganado con mucho esfuerzo. Estuvieron un largo rato discutiendo cuando Ben la citó en la Creepy-House.

–¡Ya cállense! –gritó Jack desde el sofá junto a Jill–. ¿Quieres ganar dinero fácil, April? La prostitución es una buena opción.

–Me llamo Adalynn. –corrigió.

Solía visitar la Creepy-House de vez en cuando, casi siempre los fines de semana o cuando la flojera atacaba y se salteaba las clases. Si bien no era muy bienvenida en la fraternidad (Jeff siempre la observaba desde un sofá, acariciando al gato de la fraternidad, Grinny Cat), iba allí solo porque Ben se lo pedía. Además era divertido hablar con mujeres después de mucho tiempo. Hasta el momento, solo había conocido a dos chicas de la Creepy-House: Jill, la novia de Jack, y Dina Clark, una chica que estudiaba en la facultad de derechos y cuyo padre era juez.

–O quizás podrías consultar en una oficina de empleos, de seguro que consigues algo –Ben miró de reojo a Jack–. Llamaré a mi madre, quizás te puedas hacer unos billetes cuidando a los mellizos.

Ben se marchó de la cocina (seguramente a su habitación) para realizar una larga llamada telefónica a casa de su madre. Jack y Jill continuaron viendo su película. Jeff y Adalynn fueron quienes quedaron solos.

–¡Jeffrey Lionel Woods, deja de mirarme de esa forma! –gritó Adalynn, rompiendo el silencio que se había hecho en la cocina.

–Sé lo que hiciste el verano pasado... bueno, en realidad fue anteayer –Adalynn lo desafió con un gesto burlón–. Claro, hazte la tonta. Solo espera a que llegue la noche y Benny se enterará de lo que sucedió con su cartucho de Ocarina del tiempo. –murmuró Jeff de manera sombría, acariciando la cabeza de Grinny.

De repente se escucharon fuertes ladridos provenientes de afuera. Grinny soltó un maullido de terror y comenzó a querer bajar del regazo de Jeff, pero como él no quería soltarlo, rasguñó su pierna y finalmente salió corriendo escaleras arriba.

–¡Gato endemoniado! –gritó él, enfadado–. Demonios... Mira cómo dejó mi pantalón.

La puerta de entrada se abrió. Jack gritó algo similar a "¡Cierra que entra calor!" y luego la puerta se cerró. Un enorme perro irrumpió en la cocina, ladrando muy fuerte. Jeff sonrió al verlo.

–¿Cómo está mi bebé Smile? –comenzó a hablarle al perro, acariciando su cabeza. Luego giró serio hacia Adalynn, quien trataba de aguantar la risa–. ¿Te molesta? Nuestra conversación es privada, señorita Torpe.

–¡Es Thorpe!

–¡Sigan haciendo escándalo y se las verán conmigo! –gritó Jack, arrojándoles un bol, el cual se estampó contra el refrigerador.

Jeff le recomendó irse antes de que Jack se levantara del sofá. Ben podría llamarla más tarde y contarle lo que habló con su madre. Mientras tanto iría a dar vueltas por la ciudad, quizás encontraría algo interesante. Cuando salió de la Creepy-House, antes de bajar los peldaños del porche, sacó su teléfono para llamar a su madre. Con su mano tapó el sol que daba en la pantalla y no le permitía ver, mientras con la otra buscaba el contacto de su madre.

–Con permiso. –dijo una voz apagada.

Adalynn ahogó un grito y dejó caer su teléfono al piso. Retrocedió unos pasos. Un chico de ojos azules con pequeñas ojeras, cabello negro y con su ropa manchada con pintura se encontraba parada frente a ella. Llevaba una correa de perro sobre su hombro, seguramente había sido quien sacó a pasear a Smile. Él se agachó y tomó su teléfono, para luego dejarlo en su mano. La apartó lentamente de la puerta y entró a la Creepy-House sin decir más.

–Me parece haberlo visto en algún lado. –murmuró Adalynn.

Decidió finalmente alejarse de la Creepy-House. Deseaba alejarse un poco de ella y las extrañas personas que vivían allí. Todavía era mediodía y no había almorzado nada. La cafetería seguramente estaría abierta, por lo que decidió comer algo allí y luego tomar el autobús hacia el centro, donde consultaría por un empleo de medio tiempo en todos los lugares que le fuera posible.

Ya en la cafetería, pidió su comida y subió a la terraza. La baba casi se le caía al sentir el delicioso aroma a hamburguesas que había a su alrededor. Le hubiera encantado comer una con doble queso, pero debía conformarse con una ensalada de papas y jugo en caja, que era el menú más económico allí. Mientras más dinero pudiese ahorrar, más pronto se mudaría. Tomó asiento y dejó su bandeja sobre la mesa. Lo primero que hizo fue enviar un WhatsApp a su madre, avisándole que pasaría el resto del día en el centro y no sabía si volvería a casa temprano.

Mami: Está bn hija. En caso de q no llegues qdate cn Ben.

Adalynn soltó una risa. Ni activando el auto corrector su madre dejaba de tener faltas de ortografía.

Una bandeja se apoyó en frente suyo, haciéndola dar un pequeño salto. Al levantar la vista de la pantalla del teléfono se encontró con Tim.

–Disculpa si te asusté –dijo él–. Te vi sola y quise acompañarte. No hablamos mucho el otro día.

–Si... es verdad –Adalynn dio un vistazo a la bandeja de Tim–. Por cierto, ¿Brian está contigo?

–Brian está... ¡Justo ahí! –Exclamó Tim al ver subir a Brian por las escaleras–. Brian... Brian, aquí. ¿Te molesta si se sienta con nosotros, Adalynn?

–No, no hay problema. Quiero decir, estamos hablando de Brian, claro que puede... sentarse. –Adalynn le dio una sonrisa nerviosa.

Tim asintió, mirándola extrañado por su comportamiento tan nervioso. Brian arrastró una silla de una mesa vacía y se sentó junto a Tim.

–Hola... eh...

–Adalynn. –completó Tim.

–Hola, Adalynn –Brian hizo un asentimiento con la cabeza–. Claro, tú eres la amiga de Toby.

–Así es –Adalynn dejó de lado su ensalada, le daba vergüenza comer frente a Tim y Brian–. Por cierto, ¿cómo está él?

–Supongo que bien, aunque con algunos problemas en ca... –Brian pisó el pie de Tim por debajo de la mesa y éste calló.

–¿Problemas en casa? Toby nunca me contó sobre eso –el teléfono de Adalynn comenzó a vibrar en ese momento, era Ben–. Bueno, me temo que debo irme. Discúlpenme por dejarlos así. Tal vez nos veamos luego.

Tras salir de la cafetería, Adalynn llamó a Ben.

–¿Qué sucede? –preguntó algo molesta–. Estaba por almorzar con quien un chico muy lindo y me interrumpiste.

–Oh, entonces no te diré nada. Si un chico es más importante que el trabajo que necesitabas, pues bien. –dijo Ben a punto de colgar.

–No, no. ¿Qué dices? Tengo muchas ganas de hablar con mi buen amigo Ben, dime qué cuentas... buen amigo.

–Hice un par de llamadas y te conseguí una entrevista.

–Ben, eres un genio –Adalynn sonaba emocionada–. Y dime, ¿para qué es esa entrevista?

–Buscaban una niñera... ¿A ti te encantan los niños, no? –Ben rio nerviosamente.

–¿Bromeas, verdad?

The proxy symbol. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora