13. La fiesta de Halloween.

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13. La fiesta de Halloween.

La Creepy-House se veía realmente atemorizante esa noche, incluso más que otras veces. Por fuera no hizo falta colocar ninguna decoración: las telarañas, las canaletas oxidadas que colgaban sobre el tejado y la pintura descascarada de las paredes exteriores le daban a la casa ese toque de "casa embrujada" que a todos les gustaba. Por dentro, en cambio, habían decorado la cocina y la sala con todo tipo de guirnaldas y carteles. La chimenea estaba encendida y, sobre ella, Helen había colgado varios cuadros de aspecto terrorífico que él mismo había pintado. El que más inquietaba a Adalynn era el de los perros con cabeza de calabaza jugando póker.

Cuando Adalynn y Sally llegaron a la Creepy-House fueron recibidas por un payaso gótico de nariz con forma de cono extremadamente alto y un muchacho de máscara azul del cual caía un extraño y viscoso líquido negro. El payaso soltó una risa sonora y macabra, haciendo que Adalynn soltara un fuerte grito. Sally simplemente rio.

–No asustes, Lynn –el payaso se quitó su nariz con forma de cono y le sonrió con sus filosos dientes–. Soy yo, Jack... y éste es el otro Jack.

Jack apartó su máscara azul y le dio un guiño a Adalynn, luego volvió a cubrir su rostro. Apenas podían notarse los ojos de Jack detrás de los pequeños orificios que la máscara tenía para que pudiese ver, realmente parecían dos cuencas vacías, como si no tuviera ojos.

–Veo que ya todos tienen su disfraz menos yo. –opinó Adalynn, frunciendo un poco los labios.

Cuando ingresaron a la sala se encontró con algunas de las personas que vivían en la Creepy-House. Todos llevaban su disfraz hecho en casa y parecían muy felices, Halloween era su época favorita del año. Habían movido los sofás junto a la chimenea y en medio pusieron la mesa ratona, donde había varios boles con golosinas y comida chatarra. A Adalynn le sorprendió bastante que ellos festejaran aquel día como si fueran niños de primaria, cuando en realidad todos (a excepción de Sally y Helen) superaban los veinte años. Ya eran adultos.

Ben estaba dándole la espalda, mientras sostenía una escalera sobre la que estaba Jeff, colgando las guirnaldas con forma de murciélago que Natalie había comprado. Fue imposible no reconocer aquel traje y sombrero de color verde, además de las orejas puntiagudas similares a las de un elfo. Estaba haciendo cosplay de Link de The Legend of Zelda, su personaje favorito de todos los videojuegos que había jugado en su vida.

–Oh, señor Link... –llamó Adalynn con algo de burla.

Ben la miró sobre su hombro y de inmediato su rostro enrojeció. Adalynn no pudo evitar reír, sabía que algo así pasaría cuando descubriera que Sally no era una niña pequeña como todos pensaban. Él se tensó y por un momento soltó la escalera, haciendo que Jeff casi caiga.

–¡Cuidado, duende! –gritó Jeff enfadado, sosteniéndose inútilmente de un cuadro que estaba colgado en la pared.

Cuando Jeff terminó de colgar las guirnaldas y bajó, Adalynn ahogó un grito. Jeff podría inscribirse al concurso de disfraces que se hacía en la ciudad, ¡era realmente increíble! Su rostro se veía más pálido de lo normal y tenía delineados sus ojos con negro, hubiera pensado que Jeff estaba vestido de mapache de no ser por la tétrica sonrisa que llevaba en su rostro. Dina le había dado una mano con silicona caliente para simular que había cortado una sonrisa en su rostro, la cual iba desde la comisura de sus labios llegando casi hasta sus orejas.

–Me das miedo y asco a la vez. –admitió ella, picando con su dedo las mejillas de Jeff.

Todo fue bastante aburrido hasta que fueron las diez y media, cuando los juegos que tenían organizados comenzaron. Para sorpresa de Adalynn, Sally no quiso jugar a nada. Permaneció sentada en el sofá con su teléfono. Lo primero que hicieron fue una rápida búsqueda del tesoro en parejas por el interior y exterior de la casa, ganaron Jack y Jill. Así continuaron con juegos algo típicos de Halloween, hasta que Dina anunció que faltaban quince minutos para media noche. Todos se reunieron nuevamente en la sala. Esta vez Sally aceptó jugar con ellos.

The proxy symbol. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora