Depression {Justin Bieber} | Adaptada

Capítulo once

''Decías que todo iba a estar bien, cuándo el mundo se te caía encima.''

Tuvimos que quedarnos junto a Taylor a limpiar el salón, lamentablemente. Pero bueno, así eran las ''detenciones'', aunque digamos que no fue muy aburrido; ya que nos pasamos el rato jugando hasta que dejamos ''limpio''. 

Salí del salón junto a Taylor, íbamos riendo por los chistes de Taylor, que aunque fueran aburridos, igual me sacaban una sonrisa. Él me hacía que me olvidara de mis problemas..

—¡_____! —Gritó una voz, una inconfundible voz. Lo miré y el se veía preocupado, raramente se veía así. 

—¿Qué quieres Justin? —Pregunté rodando los ojos, tratando de sonar fría. Aunque no era así, por dentro me moría de nervios, y me derretía sin saber que hacer. 

—Uhm, ¿podemos hablar... a solas? —Respondió mirando a Taylor, yo asentí. Taylor se dirigió a la salida para esperarme, dándome una mirada de ''cualquier cosa, me llamas.''

—¿Qué quieres? —Pregunté, agachando mi mirada. Jugando torpemente con mis dedos.

—Yo, bueno, te quería pedir disculpas por lo del otro día. —Murmuró tratando de no sonar audible, pero de todas maneras le entendí. Asentí y me di media vuelta para irme, sabiendo que lo volvería a hacer. Pero el me agarró el hombro e hizo que girara. —De verdad quiero que vayas a la fiesta, por favor.

—Yo.. yo, no lo sé. ¿Y que pasa si allá me humillas? es lo mismo de siempre. —Susurré, intentando convencerlo de que no iría. Toda la gente me excluía.

—Por favor..

—Con una condición. —Susurré, agachando mi mirada avergonzada. El levantó una ceja esperando mi ''condición''. —Ir con Taylor.

—¿Con Taylor? ¿En serio? —Preguntó amargado, y con total desagrado. Lo miré enojada y el asintió. —Está bien, nos vemos allá. —Sus palabras hicieron que sonriera triunfadora.

Caminé nuevamente a donde se encontraba Taylor, el se fijó en mi y pasó un brazo por mi hombro delicadamente. Me mordí el labio para no gritar, era la pura emoción. Saqué un cigarro de mi bolso y le entregué uno a Taylor, lo prendí con el fuego que traía y luego se lo pase a Taylor para que hiciera lo mismo.

—¿Todo bien? —Preguntó mirándome y yo sonreí, asintiendo. 

—¿Estás libre ésta noche? —Pregunté esperanzada, ahora sí mirándolo a los ojos, el sonrió divertido y asintió.

—¿Para qué? —Levantó las cejas una y otra vez, haciéndome reír. Negué con la cabeza divertida.

—Es que, uhm.. Justin me invitó a una fiesta, y yo le dije que iría solo si iba contigo, el aceptó. ¿Quieres ir? —Expliqué y el asintió. La ansiedad me comía. ¿Que podía llegar a ocurrir en esa fiesta?



Y aquí me encontraba, en mi habitación buscando algo que ponerme mientras hablaba con Marcella al teléfono. 

—Eres muy guapa. Obviamente serás la más linda de la fiesta. —Susurró ella, con su voz tan bajita y aguda como siempre; era delicada.

—¿¡Estás bromeando?! ¡Estás loca! —Exclamé exagerando, y reí al mismo tiempo. —Sólo quiero verme bonita para.. Taylor. Y también para Justin, pero agh... no lo sé. 

—Eres muy coqueta, _____. —Bromeó, haciéndome reír. —Bueno, te dejo, me tengo que ir a bañar... y bueno, a eso.. creo.

—Ni se te ocurra hacer alguna tontera, Mar. ¿Está bien? Te quiero mucho, cuídate. Hablamos pronto. —Murmuré tiernamente y acepté su ''Ok, yo también'', para cortar. 

Elegí un top negro corto, que hacía que se me viera un poco el estómago. Y venía en el conjunto una falda larga que tenía colores pálidos y claros, que combinaban con mi color de piel y cabello. {Esta en multimedia}. Tomé mi sweater rosado pálido, este combinaba muy bien. Me senté en la cama, tomando mis tacones negros y poniéndomelos, eran altos y me hacían ver alta, aunque Taylor me ganara. 

Saqué de mi pequeña caja un esmalte rosado que era como del mismo tono que mi sweater, y así empecé a pintar uña por uña hasta terminar. Esperé que se me secaran, poniéndolas al aire en mi ventana. Estuve así unos 10 minutos hasta que ya estaban completamente secas. Saqué mi labial.. que solo era un tono brilloso, ya que no me gustaba maquillarme. Eché crema facial en mi cara y estaba lista.

Tomé mi celular y vi que tenía un mensaje; era de Taylor. 

''Estoy abajo, belleza.''

Sonreí para mis adentros y me asomé por la ventana, ahí se encontraba él. Le sonreí y el también lo hizo. Tomé mi pequeño bolso y miré la hora, eran exactamente las 21:07 de la noche. La fiesta empezaba efectivamente a las 22:00. Así que de seguro iríamos a otro lugar por mientras. Tampoco quería llegar de las primeras, era mejor llegar y escabullirme por ahí con Taylor.

Al llegar al primer piso, me fijé en que todos estaban viendo televisión, mientras cenaban. 

—¿A donde vas? —Preguntó mi madre, con una mirada malvada. Me fijé en Charlie que me miraba nuevamente con envidia, ¿tan linda me veía? no lo creo..

—Uhm, voy saliendo. —Respondí nerviosamente, tirando un mechón de mi pelo para atrás. 

—Mírame a los ojos cuando me estés hablando. —Exclamó enojada, intenté no rodar los ojos y tirarle un montón de mierda. —Y no irás a ninguna parte, te vas a estudiar a tu habitación. Ahora mismo. 

—Pe-pero, ¿¡por qué?! —Pregunté tratando de no llorar, mis manos se formaban en puños. 

—Porqué yo lo ordeno. —Murmuró y siguió comiendo, la odiaba.. totalmente la odiaba. Ojalá se muriera pronto. Charlie reía divertida, maldita perra. 

Subí a mi habitación, tratando de lucir pasiva. Pero no era así, tenía ganas de matar a cualquiera que se interpusiera en mí camino. Mi celular empezó a sonar y lo vi, era Taylor.

—¿Por qué no bajas? —Preguntó, sonando preocupado.

—Mi querida madre no me deja salir. ¿Sabes lo odiosa que es? Me dan ganas de matarla, ugh. —Gruñí.

—¿Eres una niña buena? —Preguntó divertido, viendo mi ''inocencia''.

—La mayoría de las veces. —Respondí extrañada, ¿a que se refería con esa pregunta?

—Entonces, escápate. —Propuso. Era buena idea, lo haría. Cerré la puerta de mi cuarto con seguridad, para que nadie viniera. Coloqué unas almohadas debajo del cobertor, tornando la figura de una persona; nadie descubriría que no estaba. Abrí las ventanas que antes había cerrado y me senté allí.

—Ahora, ¿pretendes que salte? —Pregunté, no le tenía fobia a las alturas... o bueno, un poco. —No lo haré si eso pretendes, tengo un lugar por el cuál bajar. 

—Hazlo. —Dijo y cortó, el me miraba de abajo. Dios, se me vería todo y andaba con tacones, maldita sea. 

Coloqué mi pie en un pequeño palo, y me afirmé de otra superficie, empecé a bajar de apoco, afirmándome en cualquier palo que encontrara, hasta llegar abajo.

Taylor me tomó de los brazos y me levantó, llevándome a su auto. ¡Aleluya! Algo bueno.


Eran las 22:13 cuándo llegamos a la casa del segundo capitán del equipo de Soccer, donde efectivamente, se haría la fiesta. Taylor estacionó el auto y bajó para abrirme la puerta y entrar de la mano.

Seguramente se me olvidó, pero me fijé en la vestimenta de Taylor, el estaba vestido con una sudadera larga y negra, una cadena algo larga, unos pitillos {pantalones apretados} que también eran negros y unas converses. Debo admitir, que se veía totalmente guapo. 

—Te vez muy guapo. —Admití y el se sonrojó un poco, me sonrió, mirándome a los ojos. 

—Tú también. Incluso, te vez perfecta. —Admitió también, y esta vez me sonrojé yo. No sabía que hacer, así que sólo le sonreí.

Entramos adentro y algunos pocos se fijaron de mi llegada, eso era bueno. Con Taylor nos dirigimos a la sección de tragos/bebidas/cervezas. Yo sólo pedí un jugo de frambuesa, nada fuerte. Taylor pidió una bebida, el tendría que conducir, así que no iba a tomar nada fuerte tampoco. 

—Iré a buscar algo de comer, ¿sí? —Dije, pidiéndole permiso, para que después no se preocupara por mí. El asintió y volvió a tomar un trago de su bebida.

Caminé hacía la mesa donde había de todo para comer, la verdad, no quería nada. Porqué sabía que después me sentiría como una cerda asquerosa, así que tomé un poco de papás fritas y las llevé hacía Taylor en un pequeño plato. 

Iba mirando el suelo, mientras intentaba recordar cuál era la canción que sonaba en este instante, una de Nicky Minaj, si es que no me equivoco. Sentí el cuerpo de alguien chocar contra el mío, levanté mi mirada, al segundo arrepintiéndome.

Justin me miraba de arriba hacía abajo, literalmente, con la boca abierta, formando una perfecta 'o'. Supongo que ahora parecía un tomate rodante.