Capítulo uno

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KyungSoo se estaba abrochando los botones de la arrugada camisa con sumo sigilo de no cometer un movimiento en falso y crear un sonido impensado. Examinó el cuerpo tendido sobre las ultrajadas sábanas, el desconocido estaba echado boca abajo, solo tapaba su desnudo trasero la sucia tela crema y el resto estaba a la intemperie. La clásica corriente eléctrica en su columna vertebral no se hizo esperar, siempre tenía esa evocación cada vez que amanecía en el cuarto de un hotel junto a un completo extraño.

Se trató de vestir con premura, pero un punzante dolor en la parte baja hizo parar su acción urgente. Cuando la molestia desapareció por unos segundos, aprovechó en colocarse los mocasines negros, tomó su teléfono celular que estaba en el piso alfombrado y lo guardó en el bolsillo trasero, no sin antes ponerlo en silencio.

Cuando ya estaba por largarse de la habitación que seguro era muy concurrida, visualizó los pantalones de su acompañante, tendidos descuidadamente sobre el sofá para uno, se acercó a la dichosa vestimenta y comenzó a rebuscar por ambos bolsillos para finalmente obtener la billetera de éste. Tomó el dinero que había dentro sin contabilizar de cuantos verdes se trataba y lo guardó en su chaqueta. Antes de soltar la billetera de cuerina en su lugar, le dio una curiosidad sobre la identidad del joven al cual técnicamente le estaba robando, así que examinó su identificación.

—Park ChanYeol... — leyó y miró el cuerpo desnudo del chico de sueño profundo, ya que pese a sus pisadas constantes no se despertaba.

Puso todo en su sitio y como si nunca hubiese estado ahí y todo se tratase de una alucinación, salió del lugar a hurtadillas cual carterista, aunque en realidad sí lo era, lo acostumbraba hacer.

*

Llegó a su familiar departamento y se lanzó bruscamente a su lecho con brazos abiertos y ojos cerrados, sin importarle si se llegase a lastimar el rostro. Se quedó absorto estudiando el techo blanco de su casa por unos cuantos minutos mientras seguía divagando por lo recientemente ocurrido.

Era jueves, y en esa semana ya se había acostado con dos hombres diferentes y una mujer que le calculaba sus treinta años y que le pagó por el servicio. KyungSoo no era prostituto, se podría decir que tenía sexo por diversión y pasión carnal, sin embargo cuando la persona no le atraía físicamente, entonces el chico cobraba unos billetes ya que… vamos, era su cuerpo el que manoseaban.

Era mero entretenimiento para un joven de veinticuatro años, el último chico con el que se enredó, de nombre ChanYeol, según su documento de identidad, era realmente guapo, charlaron, coquetearon descaradamente, luego fueron a un motel para tener sexo casual y finalmente le robó; nada era gratis. KyungSoo siempre cometía esa acción casi sin razonarlo, ya estaba en su chip, por ese motivo nunca daba su verdadero nombre, para así evitarse inconvenientes. Se escudaba en el sobrenombre "D.O".

Sacó los billetes que ahora contabilizandolos adecuadamente serían alrededor de cincuenta dólares, procedió a retirar el celular colocándolo en el velador próximo. Ojeó el reloj que estaba colocado en lo alto de la pared colateral; eran las nueve de la mañana.

Llegaría tarde al trabajo.

Se revolvió el cabello frustrado con ambas manos, se izó de su cama y se encaminó al baño para irse a duchar en tiempo récord, ya que todo él emanaba sexo.

Se vistió casualmente, con unos vaqueros azules, una camisa crema y los mismos mocasines del día anterior. Se engomo en cabello, peinándolo correctamente y ya se hubo listo.

Hoy día tendría que estudiar los últimos detalles para el próximo mega proyecto inmobiliario, se trataba de un descomunal centro comercial que se ubicaría en el mismo Gangnam, habían demasiados millones invertidos, por ende no albergaba la sola idea de un mero fallo.

Por las alas del Ángel [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora