Capítulo dos

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— ¡AHHHH!

— ¡AHH! — imitó Irene, jugando con los nervios del conductor.

El castaño colisionó toda su fortaleza en su pie derecho y frenó de golpe, sintiendo que sus calcetines quemaron por el golpe. Su frente chocó con el volante haciendo que sonara estrepitosamente el claxon.

Cuando se pudo erguir, miró a su costado. Sus ojos estaban muy abiertos, dejando a relucir sus pupilas dilatadas cual gato nocturno mientras trataba de nivelar su ritmo cardíaco.

Las palabras se le estancaron en la garganta, haciendo difícil su pronunciación y razonamiento.

No había sido una alucinación. Ella seguía ahí, jugueteando con su liso cabello de la manera más fresca posible.

— ¿Qui- quién eres...? - interrogó.

Irene estaba muy animada con todo eso. Se sentía poderosa en poder infringir tanto temor a un humano. Así que decidió darle un ligero merecido. Trato de imitar una voz de ultratumba que tantas veces había visualizado en las TV de los centros comerciales y arrugando su rostro, contestó:

—He venido por tu alma... Buuuu — jugó con sus dedos frente a él. Según Irene, ella era una perfecta doble del Aro, pero para el castaño, esa chica parecía Gasparin.

Así de ridícula se vio.

La pelinegra siguió con su intento de actuación mediocre.

—Soy tu peor pesadilla...

KyungSoo, hastiado, trató de empujarla cuando esa cosa - porque no sabía qué rayos era lo que estaba frente a él - trató de acercarse demasiado, ya invadiendo su tan preciado espacio personal. Con ambos brazos frente a él y olvidando completamente que estaba en una carretera, trató de empujarla por los hombros, pero cuando hizo esa acción... sus palmas traspasaron el cuerpo de la chica, dejándolo petrificado en el acto. Como si frente a él estuviera una raza humana desconocida que él acababa de descubrir ¡En su auto!

— ¡Mierda! — vociferó abrumado, viéndose con cierta extrañez las palmas y dedos.

—Wow... ¿No te puedo tocar? — ella también estaba igual de sobrecogida. Fue hasta la cara de KyungSoo y simuló darle un puñetazo con toda su fuerza, pero su mano traspasó en rostro, haciendo que se tambaleara en la silla de copiloto —Genial...

— ¡¿Quién rayos eres?! ¡¿Qué haces aquí?!

Irene se giró para que queden frente a frente al humano, cruzando sus piernas en la silla como un indio — Vengo para ayudarte con tu vida que está algo~ desviada.

Los autos de atrás comenzaron a tocar su claxon innumerables veces. Oyéndose unos insultos y lisuras al aire. Reclamando que esa chatarra se moviera ya que estaba generando un maldito tráfico. KyungSoo salió de su ensimismamiento y parpadeando muchas veces, pisó el acelerador.

Contra todo pronóstico. Hizo su camino hacia el bar.

— ¿A dónde vamos? —cuestionó la pelinegra mirando la ventana.

Tengo que ir a una cita —demandó mirando hacia el frente con las manos temblando igual que su ser — Eres un alma, no existes. Todo está en mi mente por "Haber sid-

—una mierda de persona", ya lo sé — cortó, impresionando al otro porque se sabía de memoria su típica frase que usaba para culparse —, pero para eso me asignaron esta misión. Te devolveré al camino de nuestro señor — juntó sus manos como si fuera hacer una oración cerrando los ojos.

En sí lo hizo a propósito, ya que estaba informada que KyungSoo era ateo y era más que obvio que odiaría esa sumisión religiosa.

Irene quería jugar con su mente.

Por las alas del Ángel [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora