Capítulo cinco

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LuHan se instaló en el pequeño hogar Do. En sí, el rubio no había llevado muchas pertenencias suyas, sólo un par de maletas gigantes llenas de prendas, cosas de higiene personal y uno que otro cuadro familiar.

KyungSoo estaba muy contento, tanto que no podía disimular esa inmensa sonrisa, al parecer Irene se habría equivocado; sí tenía un amigo.

Ya no se sentía tan solitario.

—Aquí —le señaló un dormitorio casi lleno de utilería vieja, como cajas que contenían los adornos de navidad, etc — puedes instalarte, respecto a la mensualidad del alquiler lo veremos después.

—Gracias, Kyung. Si tuviera manos te volvería a abrazar — levantó las maletas pesadas, enrojeciendo su rostro por el sobre esfuerzo. Haciendo que el castaño riera flojamente.

En un fragmento de esa tarde, el de piel nívea necesitaba relajarse de alguna manera, para ser únicamente un día  habían sucedido muchas cosas impensadas.

Se tiró en su cama para buscar algo de sueño, escondió su rostro en la suave almohada, como si fuera una especie de un terso camuflaje. Moviéndose sobre sí, buscando la posición más cómoda, abrió vagamente los ojos, y lo que encontró: La pelinegra mirándolo recelosamente con los brazos en jarra.

— ¡¡AH!! — se levantó de la cama de un salto, golpeándose la sien con la cabecera — ¡¿Acaso siempre me vas a estar asustando?!

—Está en mi naturaleza — se encogió de hombros, como si la reacción del chico hubiera estado exagerada.

KyungSoo se reacomodó en su colchón, apoyando la espalda en la madera y siguiendo sobando el lugar magullado. Mientras que Irene se sentó en el otro extremo de la cama.

— ¿Qué ocurre? En el poco tiempo que te conozco sé diferenciar algunos gestos de tu rostro... — la observó por un instante e interrogó — ¿Es por LuHan, verdad?

Ella asintió —No puede quedarse aquí.

— ¿Pero, por qué? LuHan es de confianza créeme.

—No es que no confíe en él, sólo que parece algo... —trataba de buscar la palabra correcta, la tenía en la punta de la lengua — indiscreto.

—No recuerdo los últimos años de mi vida, ya hasta estoy teniendo una crisis de identidad, ya que obviamente muchas cosas cambiaron en mí. Él puede ser de apoyo, me puede ayudar a sacar a flote al "Viejo Yo".

Irene levanta la comisura de su labio izquierdo, tenía razón en una parte —Puedes contarle de tu pérdida de memoria. ¿Pero qué hay de mí? Cuando quiera hablar contigo, cómo haremos ¿Escondernos?

KyungSoo lo meditó un momento, jugando con los dedos. Luego una brillante idea se le vino a la mente, cambiando totalmente su rostro, mirando a Irene para transmitirle su plan.

—No, no, no, KyungSoo; ni lo pienses, me matarán, nuevamente, mis superiores, si otra persona me llega a ver.

—Por favor... — suplicó.

—Es un rotundo, NO.

Treinta minutos después.

—LuHan si te reuní de repente aquí, en la sala, es para confesarte algo que probablemente creas que es incierto o dudoso. Pero confía en mí, no estoy delirando.

«Estúpido KyungSoo, me las pagarás en la otra vida» — maldijo la bajita.

— ¿Qué pasó? — el chino ciertamente no entendía nada —Me preocupas.

El rubio estaba en el mueble para uno, y el castaño, junto al alma, estaban en el de para dos. Frente a frente. Solamente los distanciaba la mesa circular de centro.

Por las alas del Ángel [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora