Capítulo catorce

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LuHan estaba vestido con su pulcro y aburrido uniforme de camarero. Eran las cuatro de la tarde exactamente, por ese motivo no había mucha clientela en el restaurante. Entonces, a modo de descanso, estaba apoyado por el codo en la zona de barra, donde se pedían singulares bebidas. 

JongDae estaba a su costado, con una sonrisa tan genuina, que por más que lo intentaba no podía disimular su buen humor. 

—Me quedaré ciego si sigues sonriendo de esa manera — jugueteó el rubio.

JongDae salió de su shock — ¿Yo?

—No, Ricky Martín. Tú pues.

—Ah… — rió de nuevo y se rascó la mejilla — ¿Recuerdas que te conté que planeaba pedirle matrimonio a mi novio pero no sabía cómo?

—Claro ¿Qué sucede con eso?

—Pues… — el pelinegro alzó su mano derecha, titubeante, LuHan frunció su ceño pues no comprendía que quería lograr su compañero de trabajo, pero cuando localizó un aro dorado en el dedo anular se le cortó la respiración ¡Era un aro de compromiso! 

— ¡Jesús bendito! — chilló y le cogió la mano eufórico para vislumbrar mejor la joyería —JongDae eso es increíble ¡Te vas a casar! — el pelinegro siguió asintiendo con semblante embobado —, pero… ¿Cómo organizaste todo tan rápido si ni siquiera sabías cómo pedírselo?

—Eso es lo asombroso — explicó el de sonrisa gatuna, flexiono su brazo y con la otra mano acarició el aro para comprobar que era real —. MinSeok me pidió matrimonio, no fui yo. 

LuHan formó una perfecta O con sus rosados labios de forma tierna y luego le propinó un golpe en el hombro.

—Eso lo hace aún más increíble. Algunas personas nacen con suerte, y luego estoy yo. — refunfuñó.

— ¿Te refieres al jefe?

—Quién más… — suspiró y apoyó ambos codos en la madera cobriza, después 

 lo estudió escéptico — ¿Cómo lo sabes?

JongDae negó divertido —Es fácil de adivinar por esa sonrisa boba que pones cada vez que lo ves pasar o esa manera especial de pronunciar su nombre. Eres una persona sencilla de leer. 

LuHan no sabía si sentirse tonto o tomarlo como un cumplido. 

—Pero es un mujeriego empedernido — entrecerró los ojos cuando observó llegar a Oh SeHun, ahora traía puesta una pañoleta púrpura llana estilo hindú, su ropa era casual, camiseta blanca, vaqueros negros y unas converse blancas. Saludó a los comensales y luego se metió en su pequeña oficina al lado de la cocina. LuHan lo había mirado tan enojado que esperó que el alto sintiera su odio.

— ¿Por qué dices eso? — cuestionó el chico comprometido. 

—Un amigo me dijo que tal vez use esas pañoletas para ocultar los chupetones de sus múltiples amantes.

JongDae arrugó el rostro. Era el comentario más incoherente que había oído, pues SeHun desbordaba una personalidad serena y madura, dudaba que sea un hombre libertino que se acostara con lo que se moviese.

—Suena disparatado, el jefe no es así. Aunque… hay un cuchicheo de cocina... rumorean que Oh tiene guardada en su billetera la foto de una chica, siempre la lleva consigo.

— ¿Una chica? — eso era peor aún. 

JongDae asintió —Pero son solo cotilleos,  ya sabes cómo es la gente que agrandan todo. 

—Lo dudo, a veces los rumores tienen algo de verdad...

— ¿Y por qué no lo averiguas por ti mismo?

Por las alas del Ángel [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora