Capítulo 6: ¿En Dónde Estabas?

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Héctor pisó con furia el celular y lo hizo pedazos. Laura soltó una exclamación ahogada al ver su teléfono destrozado.

-¡Por esto nos encontraron! –Se pasó una mano por el cabello- ¡Rastrearon tu número de celular! ¿Por qué lo trajiste contigo? –Verdaderamente estaba molesto-

La joven comenzó a temblar y las lágrimas no tardaron en salir, había aprontado sus cosas para ir a la universidad, no tenía idea de que el pelinegro la buscaría... Todo sucedió tan de repente...

Héctor la esquivó y entró a la cocina.

-¿Qué hacemos jefe? –Preguntó Guido-

-Tenemos que salir de aquí –Hizo una pausa- Creo que ya sé que hacer –Tomó el encendedor que estaba sobre la cocina- Vamos –Le dijo a Walter-

Ambos se dirigieron al sótano de la mansión, el brasileño apretó el interruptor, el foco parpadeó un poco antes de encenderse, no alumbraba mucho pero ellos debían darse prisa, rebuscando entre cajas y cajas Héctor encontró lo que buscaba.

Bidones cargados de combustible.

-Acabemos con esto...–Dijo con voz grave-

Subieron al pasillo y dejaron un rastro del líquido inflamable. Incluso las escaleras fueron mojadas con éste.

Bajaron a la sala y se escuchó la voz de un hombre que hablaba a través de un megáfono desde afuera de la mansión.

-¡Salgan todos con las manos en alto! ¡Los tenemos rodeados!

Héctor apretó los dientes, lleno de enojo comenzó a rociar el piso con nafta.

-¿Te has vuelto loco? –Mariano tomó bruscamente del brazo a su jefe- No puedes quemar la casa...

-Sí que puedo –El pelinegro se zafó del agarre del colombiano- Obsérvame –Fue hasta los sillones y los empapó también, luego hizo lo mismo con los muebles y todo lo que se pudiera quemar allí dentro-

Ale, Guido, Laura, Mariano y Walter miraban sin decir nada, parecía que Héctor había perdido el control de sí mismo.

De nuevo, se escuchó la voz del tipo por el megáfono.

-¡Los tenemos rodeados, no intenten resistirse a la autoridad!

-No pensaba resistirme –Murmuró el pelinegro con una sonrisa malévola y dejó caer el encendedor prendido sobre uno de los sofás. Rápidamente, el fuego se propagó y todo comenzó a arder-

-¡Vámonos! –Mariano tomó del brazo a Laura y salieron por la puerta de la cocina. Afuera había tres policías armados-

-¡Manos en alto! –Exclamó uno de ellos- Quédense donde están.

-Regístrenlos –Ordenó otro a su compañero-

El colombiano puso a la castaña detrás de él y levantó las manos para mostrar que no portaba armas.

Cuando el uniformado se acercó a ellos sonó dos disparos, luego de unos segundos, el cuerpo del policía se desplomó sin vida sobre el pasto.

Los dos que quedaron no tuvieron tiempo ni de moverse porque los acribillaron.

-Dios mío, Dios mío –Repetía Laura aterrada mientras sus manos se aferraban con fuerza a la camiseta de Mariano-

-Tranquila, todo está bien... -Murmuró y se volteó. Guido, Ale, Héctor y Walter estaban allí, ellos los habían salvado-

-Salgamos de aquí, las llamas se están expandiendo –Dijo el pelinegro al ver que el humo comenzaba a salir por las ventanas del segundo piso-

-¿Dónde iremos? –Laura se retorcía los dedos nerviosamente-

-Por lo pronto nos refugiaremos entre los árboles y ya en la mañana sabremos que hacer –La abrazó con fuerza- Lo siento –Susurró y le acarició el cabello-

-¿Y si nos encuentran? –Preguntó Alessandro mirando fijamente al pelinegro-

-Los enfrentaremos sin dudar –Respondió él de manera firme-

-Debemos irnos –Dijo Walter. A los pocos segundos se escucharon voces que venían rodeando la mansión-

Héctor empujó al brasileño y comenzaron a correr tratando de no hacer tanto ruido. En ese bosque que rodeaba la casa reinaba el silencio y la oscuridad, era un buen lugar para ocultarse hasta el amanecer.

Al cabo de unas horas todo se tranquilizó, la policía se retiró del lugar, sin siquiera hacer un rastrillaje por los alrededores, y fueron reemplazados por los bomberos, también llegaron los canales de noticias para informar por televisión que había ocurrido en esa misteriosa mansión victoriana.

Los fugitivos se encontraban en la posición cuerpo a tierra detrás de unos matorrales y arbustos gigantes, Héctor giró y quedó tendido sobre su espalda, soltó un cansado suspiro, había sido una noche larga. Quizás sus compañeros estaban algo molestos por su precipitada decisión de quemar la casa, pero es que allí había evidencia, mucha evidencia que podría servirle a la ley para finalmente darles un rostro y destruir su anonimato. Tembló inquieto, no quería imaginar lo que habría pasado si no hubiese matado a ese primer uniformado que atacó a Mariano, por un lado se sentía culpable... Como cada vez que quitaba una vida.

-¿Héctor? –Susurró Laura y le acarició el brazo-

-Estoy despierto –La miró con una pequeña sonrisa-

-Todo está en calma –Murmuró Guido y Mariano asintió-

-Es momento de irnos –El pelinegro se levantó del suelo y se sacudió un poco la ropa-

-¿Qué haremos? –Walter se apoyó en un árbol y cruzó sus brazos-

-Ustedes se enfurecerán conmigo –Héctor los observó a cada uno, a sus amigos- Pero debemos ir hasta la casa de Charlie.

-¿Qué? –Exclamaron sus cómplices, Laura sólo desvió la mirada-

-Sí, allí hay un teléfono, tengo que llamar a Giovanni.

-La mansión de Charlie está en manos de la policía.

-Lo sé, sólo haré una llamada.

-¿Y después qué? –Preguntó Mariano-

-Veremos, si la ley no se aparece por allí no habrán inconvenientes.

-Es una buena idea –Alessandro y Guido, que hasta ese momento no habían pronunciado palabra, asintieron conformes- Además, la casa de Charlie no queda tan lejos, en unos minutos, todos estos idiotas se irán y podremos salir de aquí.

Dicho y hecho, la casa, bueno, los restos de ella, quedaron abandonados, los bomberos y reporteros se habían ido, quizás la policía regresaría más tarde, así que debían apresurarse.

Caminaron hasta la carretera de tierra y Laura sonrió.

-¿Una carrera?

-Cariño –Héctor le pasó un brazo por la cintura- El calor está inaguantable y tú quieres correr...

-Yo me apunto –Rió Mariano, miró a Ale y éste asintió con entusiasmo-

-Yo también –Guido se acercó a ellos-

-Están locos –Dijo Walter riendo-

-Vamos –Animó la castaña y comenzó a correr-

-¡Oye, espera! –Exclamó Ale, siguiéndola-

Héctor negó con la cabeza y decidió apresurarse porque lo dejaron atrás.

**

Cuando llegaron al portón de la mansión de Charlie el pelinegro parecía estar a punto de sufrir un infarto, de verdad se había cansado.

Mientras reían se dirigieron a la puerta de la casa, estaba cerrada. Walter la pateó, como siempre, y se abrió de golpe.

Inesperadamente, sonó un disparo que silenció las risas...

Y Laura soltó un grito ahogado.

Atte: Gaby_G ♥

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~Sueños, Sangre Y Pasión~ #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora