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El Palacio de Hielo en la Luna de Sypar,

Fortaleza del Planeta Tryston, Galaxia Trek Mi Q'an, Séptima dimensión

6040 A.Y. (Año Yessat)

Harry Q'an Tal, Rey de Sypar, Gran Señor de los Sectores Gryok, y amo de todos sus dominios, reposó la cabeza sobre los exuberantes y desnudos senos de Yoli, su sirvienta cautiva preferida, mientras ella le masajeaba las tensiones de sus enormes y gruesos hombros. Recostado sobre su alta cama real, los destellantes ojos azules de Harry se pasearon desapasionadamente por el lugar: abarcaron todo y no se perdieron nada.

Incluso mientras Yoli le masajeaba los hombros y le pinchaba seductoramente con los pezones de sus abundantes senos la espalda, otra sirvienta cautiva, desnuda, se encontraba sentada sobre las rodillas al lado de la figura reclinada de Harry y le frotaba las manos sobre el musculoso torso mientras ubicaba los senos al alcance de su lengua para poder ofrecerle un pezón en caso de que él lo deseara.

Una tercera sirvienta cautiva, desnuda, y la chupadora más exuberante que poseía Su Majestad, le rendía homenaje a su hombría: le devoraba la longitud de su siempre erecto palo con los labios y la garganta. Una cuarta sirvienta cautiva, le masajeaba el escroto con los ojos cerrados de placer mientras la bolsa comenzaba a tensarse en su boca.

La quinta y última sirvienta cautiva, se encontraba a los pies de Harry y le frotaba el clítoris contra los dedos de uno y, con los labios y la lengua, le chupaba los del otro. Se sacudió repetidas veces contra el pie sobre el que le frotaba el clítoris y saturó al rey con su rocío femenino.

Harry no dijo palabra alguna mientras las putas que había adquirido en la guerra le atendían las necesidades. Tomar lo que pudiera de ellas era su derecho como amo; deleitarse con la sensación de tantos labios y lenguas lujuriosas deslizándose hacia arriba y hacia abajo por toda su longitud. Si bien ninguna de las putas era su esclava como sus doscientas Kefas hembras, todas estaban atadas a él por diversos períodos de tiempo; todas eran prisioneras de guerra y aceptaban ávidamente su lugar en la vida como simples propiedades sexuales del rey.

Mientras cerraba los ojos y giraba la cabeza en dirección a los abundantes senos de la sirvienta cautiva que le masajeaba el pecho, Harry rodeó uno de los pezones que le ofrecía con la lengua, lo aceptó en la calidez de su boca y bebió de él. Ella se estremeció, deslizó sus largas uñas por los sedosos mechones dorados del rey, mientras presionaba el pecho de Harry para acercarlo a su rostro. Sus uñas encontraron las tres trenzas de cada sien y, luego, se deslizaron por debajo de ellas para peinarle la melena de cabellos dorados que caía por debajo de sus hombros.

Las sirvientas cautivas que le atendían la verga y el escroto se volvieron más lujuriosas; ambas putas lo chupaban frenéticamente. Harry gimió contra el pezón que tenía atrapado en la boca y se regodeaba con la sensación de tener tanta carne femenina atendiéndole cada capricho.

O regodeándose tanto como fuera posible.

Durante diecisiete años Yessat, desde el momento en que la Gran Reina y Emperatriz Kyra Q'ana Tal había quitado el collar nupcial de la decapitada cabeza de la astuta Jera, Harry había explorado las galaxias en un esfuerzo por encontrar a su verdadera Pareja Sagrada. Había buscado en seis dimensiones y en más sistemas estelares de los que podía recordar. Pero, lamentablemente, siempre terminaba en esto...

El cuerpo de Harry se sacudió mientras escupía en la ávida boca de Lytch, la sirvienta cautiva que le atendía el palo. Suspiró cuando acabó y se preguntó cómo era posible que eyaculara para estas putas cuando nunca había sentido semejante falta de excitación en la vida.

Sin Piedad (H.S) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora