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"Tiene lunares, tal como la diosa", murmuró una voz rígida y desconocida.

"Sí", Giselle escuchó responder a su esposo con arrogante desdén mientras le deslizaba una de las grandes palmas de sus manos por los senos, "definitivamente son suficiente como para hacer que un guerrero derrame su fuerza de vida".

Harry dejó de tocarla cuando uno de los bebés produjo un suave llanto. "Y mira a mi pequeño bebé", dijo él sacando pecho, "ya tiene lunares en la nariz como su mani".

El tono de la voz desconocida se suavizó ligeramente. "Es tu viva imagen pero, sí que su pequeña nariz definitivamente tiene lunares". El tono de la voz se volvió increíblemente bajo. "Me alegro por ti, hermano".

¿Hermano?

Mientras se obligaba a salir de las profundidades de su sueño, Giselle abrió los ojos lentamente para ver un crepúsculo púrpura en Joo. Harry había abierto la puerta de la carpa, dejando así que la temprana neblina de la mañana se arremolinara en el interior. Era una niebla hermosa, pero que Giselle nunca volvería a ver luego de marcharse de este lugar.

Lo primero que notó fue que un extraño de contextura física tan musculosa como la de su esposo acunaba a su recién nacida Zari (Harry la había bautizado en honor a su hermano mayor así como de sus sobrinas preferidas Zora y Dari). Tenía que ser su hermano.

Luego, notó que los dos hermanos no se parecían en absoluto. Su esposo tenía el cabello dorado; su hermano, oscuro. Su esposo siempre sonreía y se mostraba ampliamente satisfecho; su hermano era sombrío y parecía preocupado.

"Buen día, nee'ka", dijo Harry afectuosamente mientras se sentaba apoyado sobre los codos. "Saluda a mi hermano Kil".

Giselle sonrió informalmente; ya se había acostumbrado demasiado a estar desnuda frente a Death y los demás guerreros durante las dos últimas semanas como para avergonzarse de su desnudez o por el hecho de que Kil le paseaba la mirada apreciativamente por el cuerpo. Además, ahora que parecía una estrella pornográfica, Giselle estaba más que contenta de mostrarse.

¡Maldito infierno! ¡Le encantaba tener esos melones!

"Es un placer conocerte". Giselle extendió la mano distraídamente y acarició a Bryony y a Tess. Estaban profundamente dormidas a su lado. Luego, le sonrió al guerrero que su esposo había descrito como impiadoso. "Ahora finalmente puedo ponerle un rostro a uno de los hombres al que honramos con el nombre de nuestro hijo".

Todo el cuerpo de Kil se paralizó. Elevó las cejas cuando contempló a Harry. "¿Le han puesto mi nombre a su heredero?", preguntó con calma.

"Sí". Harry sonrió mientras le pasaba su hijo a su hermano. Ahora Kil sostenía a ambos bebés. "El tuyo y el de Dak".

"¿Cómo se llama?". Preguntó Kil mientras levantaba un costado de la boca para formar una sonrisa parcial.

"Kilak", respondió Giselle.

Kil le encontró la mirada mientras inclinaba la cabeza. "Me honras".

"Entonces", preguntó Harry mientras tomaba a los bebés de los brazos de su hermano y los colocaba frente a los senos de Giselle, "todavía no me has dicho por qué te molestaste hasta aquí". Elevó una de las cejas por partes. "Y, además, con tus cazadores a cuestas".

Kil suspiró. "Tal vez deberíamos hablar de esto...". Miró rápidamente en dirección a Giselle y, luego, a su hermano. "...a solas".

Ella entrecerró los ojos. No le agradaba quedarse afuera. Peor aún, cierta extraña premonición le susurraba que Kil se había llegado hasta aquí porque esperaba problemas. "¿Qué ocurre?", murmuró ella mientras Harry posaba a los bebés sobre sus pezones. "Yo también quiero saber".

Sin Piedad (H.S) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora