15

4.9K 120 3
                                    

En el portal que separa la sexta de la séptima dimensión, dos semanas después...

Kil cerró el puño de ira mientras contemplaba su alrededor. Su peor pesadilla, la misma por la que Zor lo había llamado extravagante por siquiera soñarla, se había hecho realidad.

Una criatura deteriorada se había escapado de la colonia penal de la séptima dimensión y había masacrado todo a su paso. Los guardias guerreros, demasiado preocupados por embestir sus palos en los canales de las lujuriosas putas de Joo, habían sido tomados por sorpresa. El resultado: todos estaban muertos ahora y lo que quedaba de sus cadáveres ya se lo habían comido los animales de rapiña.

Como no encontró resistencia alguna, la criatura había atravesado el portal hacia la sexta dimensión donde, ahora, iría a la búsqueda de más sangre humanoide. Semejante criatura deteriorada tenía un apetito insaciable, era un predador que necesitaba carne y sangre para sobrevivir.

Kil pensó en lo inoportuno de la situación y no le agradó nada. Harry y Giselle debían estar acercándose al Monte Lia en los próximos días. Dicho monte era la última barrera natural entre Joo y el portal.

Peor aún, admitió, Giselle daría a luz en cualquier momento. Kil cerró los ojos fugazmente mientras recordaba la excitación en la voz de Harry cuando le comentó del embarazo de Giselle a través de una comunicación holográfica. Cuando naciera su hijo, su hermano menor estaría demasiado abrumado por la emoción como para pensar en otra cosa que no fuera su nee'ka y su emergente bolsa pani.

Kil abrió los ojos y se pasó una mano pesada por el cabello. Sólo esperaba que, junto con sus cazadores, pudiera interceptar a la criatura sedienta de sangre antes de que sorprendiera a sus familiares. O, en caso contrario, que la criatura no los rastreara durante las pocas horas que necesitaría Giselle para dar a luz. Sabía que era el único momento en el que se podía tomar por sorpresa a un guerrero tan fuerte como Harry.

* * * * *

Al pie del Monte Lia, Giselle quedó boquiabierta ante la enorme barrera natural que separaba a su grupo de siete personas del portal que los llevaría de regreso a la dimensión y galaxia de Harry. "¿Estás seguro de que el aerodeslizador no llegará hasta allá arriba?", preguntó ella mientras elevaba rápida y automáticamente la mano hacia su chato vientre para frotarlo al sentir un revoloteo en el interior.

"Sí, estoy seguro", confirmó Harry mientras le paseaba la vista por el cuerpo desnudo. Giselle había tenido que dejar su qi'ka en el pueblo de Lii-Lii porque quien les vendió el aerodeslizador no habría hecho negocio con ellos de lo contrario. Durante las últimas dos semanas, su cuerpo había quedado totalmente expuesto a la inspección de Harry, y él nunca se cansaba de mirarlo.

Desafortunadamente, admitió él mientras llevaba los labios hacia abajo, sus guerreros tampoco. Los lunares y la figura exuberante de Giselle los cautivaba a todos; todos los guerreros sentían la necesidad de realizar paradas frecuentes para encontrar un canal dispuesto a ser surcado luego de excitarse por sus encantos durante cierto tiempo.

"No tendrás que caminar", le prometió Harry con un tono de voz inundado de deseo, "te colocaré en tu bolsa de cuero".

Giselle apretó los labios mientras le echaba una mirada exasperada a su esposo. "¡Habrá que caminar mucho!", señaló ella. "¿Realmente crees que es una buena idea gastar tanta energía adicional?".

"Que me ordeñes me fortalece, corazón".

"Acabamos de terminar con eso hace cinco minutos", resopló ella, "no puedes estar preparado para volver a hacerlo, ¡mucho menos para subir una montaña!".

Sin Piedad (H.S) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora