Mientras tanto, en Sand City...
La Gran Princesa Kara Q'ana Tal, ingresó a los aposentos reales mientras esperaba ansiosa la llegada de su mejor amiga y prima, la Princesa Jana Q'ana Tal. Jana había salido en dirección al gran salón en una misión y, en este momento, lo único que podía hacer Kara era esperar su regreso.
Se mordió el labio inferior sin dejar de caminar. Cuando se abrieron las puertas de la cámara unos pocos minutos más tarde y la hermosa Jana, de piel dorada, ingresó con paso firme; Kara se abalanzó sobre ella desde el otro extremo de la habitación y la tomó de los hombros. "Bueno", susurró con sus brillantes y redondos ojos azules, "¿qué aspecto tiene?".
Jana sonrió; estaba decidida a jugar un poco con ella. Se soltó del agarre de Kara con un movimiento de hombros y se acercó a la cama elevada con paso lento y decidido. "¿Estás segura de que quieres saberlo?", ella se apoyó sobre el hombro con una expresión tímida en el rostro.
"Que no te quepa la menor duda".
Jana se rió; había dejado de lado su juego. "Oh Kara, es el más atractivo de los guerreros", dijo con el histrionismo que sólo una niña de dieciocho años puede perfeccionar. Tomó a Kara de las manos mientras ambas princesas se hundían en la cama elevada para chusmear. "Es tan alto y musculoso como nuestros padres, y rubio como el mío...".
A Kara se le atoró la respiración en la garganta.
"...tiene los ojos turquesas más hermosos y brillantes que vi en la vida. A decir verdad, son del mismo color que la mejor botella de matpow".
"¿Y?". Preguntó Kara con excitación, "¿qué hay de su verga?".
Jana asintió con la cabeza sonriendo. "Tu Pareja Sagrada ostenta un ominoso bulto entre sus cueros".
Kara admitía no saber casi nada de palos y escrotos pero, con frecuencia, había escuchado a su mani alabarle la lujuriosa y gruesa verga a su papa. Lo único que pudo concluir fue que era, al menos, grande. "¿Qué mazi crees que debería ponerme?".
"Hmm", murmuró Jana mientras de golpeteaba la mejilla con un dedeo. "Tal vez el azul para mostrarle que lo respetas". Ella asintió con la cabeza con decisión. "Es el emblema de los Grandes Lores y hará juego con el color de tus cueros asignados. Además", ella se encogió de hombros, "combina con tus ojos y queda bien con tu adorable cabello negro".
"Tienes razón en eso último", admitió Kara. Le sonrió con picardía. "Pero, ¿qué hay de la otra parte? ¿Acaso debo hacerle parecer que soy completamente sumisa y complaciente desde el comienzo? Seguramente, se aburrirá de mi en menos de dos Nuba-minutos si lo hago". Sus cejas se elevaron por partes. "Especialmente si pensamos en el hecho de que mi familia sabría que es mentira".
Jana se rió. "Entonces, cautívalo".
"¿Oh? ¿Y cómo hago eso?".
"Bueno", dijo ella con un tono de voz sofisticado al sentirse ampliamente conocedora acerca del tema de los guerreros, ya que le habían permitido cenar con ellos durante tres semanas seguidas, "ponte el mazi azul para demostrarle que lo respetas, pero coquetea con los otros guerreros". Movió un dedo con un gesto didáctico. "Nunca dejes que piense que puede hacer lo que quiera contigo".
Kara frunció el ceño ante esas palabras. "Que puede hacer lo que quiera conmigo", dijo ella con calma; no estaba segura de lo que sentía acerca del hecho de que nunca había conocido un día de libertad antes de que la reclamaran. "Al menos, ahora que tengo dieciocho, todos saben que le pertenezco según la Ley Sagrada". Ella dijo no con la cabeza mientras su voz se convertía en un débil susurro. "Mani y papa son sólo figuritas decorativas en este momento, dos personas que mi pareja asignada confía en que mantendrán mi canal virgen hasta que me reclame dentro de siete años Yessat".

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Sin Piedad (H.S) 2
Ciencia FicciónEl siguiente material incluye contenido sexual gráfico para lectores adultos. Esta historia ha sido calificada como una obra de contenido E por un mínimo de tres críticos independientes. Las escenas de amor sensuales son explícitas y no dejan nada l...