Capitulo 78. Tranqulida, hasta cuando?

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Andrea era feliz, se sentía plena, samuel había cambiado por completo su vida, jamás dejaba de repetirselo, logró salir adelante, logró vencer su miedo hacía Darío y su historia sirvió para que mujeres que pasaron Por lo mismo ya no sufran

Tenía una familia, de ella, tres hijos que adoraba y por los cual daría su vida, aún sabiendo que Darío y su hermana estabn suelto, no estaba preocupada, tenía una corazonada de que todo esa preocupación se iba a ir muy pronto

Habían pasado tres semanas más en la que el cuidado hacía la familia permanecía constante complicándole la situación a Darío y Deborah, se sentían frustrados de que todo les saliera mal, Deborah creyó que sacando a Darío de prisión, todo sería más fácil, pero no, sólo le estaba causando problema y complicándole las cosa

Deborah no soportaba ver a andrea feliz, la envidiaba desde el primer día que la conoció, todo empezó con una simple e inocente envidia hacía  la relación que tenía ella con sus padres, la cual ella nunca tuvo, siempre han estado sola ella y su hermano, día y noche en los que luchaba para que no los separarán, luego esa envidia hacía andrea se convirtió en odio cuando supo que la persona más importante de su vida estaba en prisión, y empeoro tres año después cuando samuel prefirió a andrea y no a ella, quería que sufriera de la peor manera, todo lo que andrea había vivido en el pasado le parecía insuficiente para lo que quería que viviera ahora.

Los preparativos del bautizo de los bebés seguía en pie, querían hacer dos fiestas, una para celebrarlos a ellos y un mes después la boda de andrea y samuel, ya habían esperado mucho para ese momento y ya estaba a la vuelta de la esquina.

La policía seguía buscando a los mellizos Linares, pero era como si lo hubiese tragado la tierra, sabían escabullirse muy bien...

Samuel acaba de llegar a casa encontrándose con andrea que recién había acostado a la pequeña abi ya de un mes, la niña era un poco más inquieta y la más risueña, con apenas un mes y varios días, reía por todo, por una caricia de Regina en sus pequeñas mejillas o al escuchar la voz de Andrea hablándole, o con Samuel cuando la llenaba de besos, sería justo igual a su hermana mayor, coqueta y tierna, mientras que el pequeño Luciano apenas lloraba, sus días se basaban en dormir y sólo llorar cuando tenía hambre o se sentía incómodo, la conexión que habían entre ambos bebés era increíble, seguían implementando el que cuando uno lloraba sin razón aparente, sólo con ponerlos juntos era suficiente para que estuvieran tranquilos...

Samuel: hola hermosa -susurro detrás de ella mientras la abrazaba por la cintura- como a estado tu día

Andrea: justo ahora acaba de mejorar extremadamente

Samuel: vaya... Eso me gusta y creo que puedo hacer algo para mejorarlo aún más

Andrea: a ver como? -preguntó mientras daba la vuelta y se ponía frente a el- sorprenderme

Samuel: haciéndote el amor hasta que me pidas que me detenga, te extraño -le susurro y luego mordió el lóbulo de su oreja- amo a nuestros bebés con toda mi alma, pero gracias a ellos e estado muchos meses en abstinencia, te necesito

Andrea: bueno -dijo y enredó sus manos en el cuello de samuel- que estas esperando para hacerme gritar? -dijo en un tono seductor

Samuel sólo la apretó de los glúteos y la levanto haciendo que ella también enredara sus piernas alrededor de su cintura, se besaban profundamente y caminaron así hasta llegar a su cuarto logrando que nadie los vea

Samuel: eres mi perdición mujer loca -dijo con voz ronca luego de dejarla en el suelo nuevamente-

Andrea: amame -sólo se limitó a decir, el deseó que sentía la estaba sobrepasando-

Andrea se convirtió en una adicción para samuel desde ese día que  la toco, no quería admitirlo, pero aún sin saberlo, andrea se convirtió en su todo, la cumpable de que poco a poco estuviera perdiendo la cabeza

Se deshizo de toda la ropa que le privaba ver su cuerpo, dejándola así en ropa interior frente a el, sentía como el deseó invadía su cuerpo y su cabeza, lo único que quería en ese momento era ser uno juntó a ella, la quería escuchar gemir su nombre hasta el cansancio

Quitó la última prensa que impedía que viera su cuerpo a plenitud y cuando al fin la tuvo desnuda frente a el, volvió a besarla mientras acariciaba todo su cuerpo, andrea poco a poco también fue deshaciendose de la ropa de samuel, lo necesitaba y mucho

Cuando ambos estuvieron desnudos uno frente al otro pegaron sus frente mientras respiraban con dificultada, samuel lentamente la tomo en sus brazos y fue con ella hasta dejarla con su espalda sobre la cama, empezó besando sus labios para luego abandonarlos y apoderarse de su cuello, sus pecho, su vientres, piernas y finalmente su intimidad así hasta hacerla gemir de placer al obtener su primer orgasmo de la noche.

Cuando vio como andrea dejaba de temblar por aquel momento tan arrebatador, se puso por completo sobre ella se posicionó entre sus piernas, quería mirarla a los ojos mientras se hundía en ella.

Samuel llevo todo su peso a sus codos y con sus manos agarro la cara de andrea, cuando al fin ambos se miraban a los ojos sin apenas pestañar, el la penetro haciéndola soltar un suspiro de placer, Samuel se movía lento, despacio dentro de ella, le encantaba esa sensación y mientras más la prolongara mejor.

Un gruñido de parte de samuel y un grito ahogado por parte de andrea fue la señal de que ambos habían tenido uno de los mejores órganos de su vida, samuel se dejo caer sobre andrea sin hacer mucho peso mientras recuperaba la respiración, había sido un momento arrebatador para ambos. Cuando al fin samuel reguló su respiración se dio la vuelta haciendo que andrea quedara sobre el, la levanto un poco para salir de ella y recostarla a su lado. Andrea no decía nada, sólo recostó la cebeza en su pecho y lo abrazo mientras inhalaba con fuerza su aroma

Andrea: fue increíble -dijo al fin- te amo- dijo antes de quedarse dormida, juntó a Samuel, el amor de su vida

Era ya tarde, la madrugada, todos en casa estaban dormidos, los bebés fueron trasladado por samuel a la habitación una hora después de aquella demostración de amor, Regina dormía plácidamente en su cuarto al igual que bianca, Jorge y el pequeño andres, sin que nada los preocupara. Pero un grito desgarrador había acabado con toda aquella tranquilidad

Soledad: fuego!! -grito desesperada- se está incendiando la casa! Fuego!!

Miedo al amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora