Capitulo 19- ¿Solo una broma?

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Sonó la línea de teléfono, una, dos, tres veces, pero nadie contestó.

—Vamos, Sebastián, debes contestarme.

Volví a marcar alrededor de tres veces consecutivas, pero no recibí respuesta por su parte.

Decidí dejarlo por la paz. Lancé mi teléfono celular a cualquier parte de la cama y me observé al espejo.

—Esto es sólo una inútil broma—Hablé con mi reflejo. —No vamos a caer en ella.

Lo más inteligente que pude hacer fue quemar esa carta y barrer las cenizas, me encontraba espantada, en cierta forma, pero podría lidiar con ello.

Me enredé entre las sábanas de mi cama y dormí con la lámpara encendida, o bueno, al menos eso es lo que intentaba.

Luego de quince minutos intentando conciliar el sueño, la puerta comenzó a sonar. Oh no, definitivamente no iba a pararme a éstas horas de la noche a abrir la puerta, es decir, ¿A quién demonios se le ocurre ir a visitar personas ahora? Seguramente, no a la gente normal. Aunque, por poco olvido que estoy rodeada de personas anormales, incluyéndome.

Imaginé que si descubrían que no había nadie se irían finalmente derrotados, sea quien estuviera tocando. Quizá un loco borracho se había equivocado de casa, no lo sé. No dejaban de tocar.

Finalmente me puse de pie y me acerqué temerosa a abrir la puerta, no sin antes no tener la escoba sobre mis manos, lista para atacar en caso de ser atacada.

La abrí y un escalofrío se apoderó de todo mi cuerpo.

— ¡Sebastián! —Dije al instante. Él me fulminó con la mirada y eso fue suficiente como para dejarlo pasar.

— ¿Qué te ocurre? —Él estaba alterado, sudado y con la respiración agitada.

—Ellos vienen por mí—Susurró.

— ¿Quiénes?

—Nada, olvídalo. Sólo apaga las luces de toda la casa, que no se escuche un solo ruido.

— ¿Qué ocurre, Sebastián?

—Apaga las malditas luces—Gruñó. Obedecí lo que dijo, entonces todo era serenidad, ambos mirándonos mutuamente. Luego un coche se escuchó caminar lentamente por las calles y una linterna iluminando las casas, luego llegó a la mía y Sebastián me tiró al piso y el hizo lo mismo.

— ¿Me vas a decir qué demonios está ocurriendo? —Susurré pero al mismo tiempo estaba gritando, no lo sé, es difícil de explicar.

—Cállate, mierda.

Entonces el coche se alejó, y estuvimos técnicamente acostados sobre el suelo durante aproximadamente veinte minutos. Luego Sebastián caminó hacia mi habitación e iluminó mi cuarto con la lámpara de habitación.

Suspiró y se sentó sobre la cama.

—Estoy metido en un lío, pero no creo que eso sea algo interesante de comentar.

—Esto es grave, creo que es interesante de cualquier manera.

—No. Gracias a eso he olvidado todas tus malas jugadas, en serio, estoy bien. Finalmente encontré algo en qué distraerme que no seas tú.

—Qué bien—Oculté mi enojo o lo que sea que estuviera sintiendo.

—Te dejaré tropezar, hacer lo que quieras con el famosito engreído, sabes que ya no me importa. O al menos eso trataré de aparentar. Y respecto a tus llamadas, ¿Para qué me necesitas?

—Creo que ya no es importante, le has quitado lo interesante a cualquier cosa.

Estaba pensando en comentarle acerca de la nota, pero al instante me retracté, el ya tiene cosas más importantes de las cuales ocuparse que no fueran mías. Ser independiente también consta de resolver mis propios problemas.

A la mañana siguiente Sebastián se fue, no durmió ni un segundo y yo tampoco, sinceramente su presencia ya no me daba más paz a mi alrededor, al contrario, me sentía desprotegida de tenerlo junto a mí, sentía que podría hacerme daño y sinceramente ni yo entendía la razón.

Intenté concentrarme, pero era casi imposible. Entonces recibí un mensaje a mi celular.

Desconocido.

"Buenos días, sé que quizá ya no sean buenos debido a mi mensaje, para mí son excelentes. Hoy es mi último día en New York, y aunque sé que odias respirar el mismo aire que yo, quisiera pasarlo contigo."

No firma, no nada, pero podría predecir de quién provenía ese mensaje.

" ¿Cómo conseguiste mi teléfono celular? –(tn)".

Contestó rápidamente.

"Tengo mis contactos , entonces paso por ti a las siete-Mario."

Contesté con una sonrisa estúpida en mi rostro, que ni siquiera yo podría notar que estaba ahí.

"Te daré el privilegio de pasar tu último día conmigo, pero nada de pretensiones, Alberto- (tn)."

Contestó al segundo, como si no tuviera algo más interesante que hacer.

"Ok

posdata: no te prometo nada. –Mario xx."

Oh, dos equis al final de su firma, esto no debe ser bueno. Llamé a un compañero de trabajo para decirle que me cubriera el puesto durante ése día. Gracias al cielo aceptó.

(...)

Me encontraba ya vestida, un pantalón entubado, muy propio de mí, por cierto, una blusa blanca pegada a mi cuerpo y un chaleco encima para complementarla, todo esto combinado con unos zapatos oxford color café.

Seis cincuenta y ocho, la puerta comenzó a ser 'golpeada'.

En mi camino hacia ella y abrirla me sentía como una chica de secundaria, un amor juvenil o lo que sea. Era como regresar al pasado, aunque yo sé que entre nosotros no puede suceder nada, nuestras vidas están separadas de una forma casi imposible de juntar. Aunque la palabra "casi" daba referencia al "sí" y al "no". Impredecible.

Abrí la puerta.

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Me encantaría saber si les está gustando la novela, qué opinan de ella o ese tipo de cosas, coméntenme por aquí :3
De igual forma si quieren que la novela sea corta o le damos un poco más de desenlace? 🤔
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UN DULCE AMOR: "EL PRECIO DE LA FAMA" - MARIO BAUTISTA & TU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora