Capítulo O2 "Love her like u wannabe loved"

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Y si no podían dormir por el pendiente: No, no lo besé.
Ése día sólo desayunamos y él se fue a hacer no sé qué cosas con los chicos y yo de nuevo sola en casa.
Mario me prometió que al menos llegaría temprano para cenar conmigo. Yo no soy muy amante de hacer comida, pero lo hice por Mario, preparé la mejor cena del mundo y acomodé la mesa con velas, decoré todo de manera hermosa, ésta era mi forma de pedirle disculpas porque admito que yo también he sido un poco estúpida con él.
Cuando se acercaba la hora de que él llegara serví la comida y encendí las velas, apagué todas las luces y me quedé sentada en la mesa a la luz de las velas esperando que esa puerta se abriera.

Los minutos se convirtieron en horas, las velas se convirtieron en líquido y la comida terminó por enfriarse.
Mi hermoso maquillaje no era nada más que gotas de color negro que caían por mis mejillas, lo hizo de nuevo, me falló otra vez.
Apagué lo que quedaba de esas velas y me dirigí al dormitorio.
Bautista, lo has hecho de nuevo, jugaste con mis sentimientos.

Cambié el bonito conjunto que a Mario le encantaba verme puesto por un pijama de pantalón holgado y blusa de rayas.

Mario versión.
Mi cabeza estaba a punto de explotar por tanto ruido y escándalo que había dentro de la fiesta, Daniel estaba sentado con una botella de cerveza de un tamaño inimaginable mientras todos gritaban: ¡Shot, shot, shot!

Me alejé de ellos con mi vaso de cerveza y Mauricio se acercó a mí.
—Hubieras traído a ______, así no estuvieras tan solo ahora.
—A ella no le gustan éstos lug... ¡Demonios, ____! —Grité haciendo a Mauricio temblar. ¡DEMONIOS! lo olvidé por completo, ella va a matarme, es el fin de nuestra relación, oh no, oh no.
— ¿Qué sucede?
—Olvidé un compromiso que tenía con ella—Tomé de su camisa. — ¡Le prometí que ya no iba a fallarle!
—Es un milagro que siga contigo, sinceramente.
—Cállate.

Me levanté como un rayo y corrí hacia mi auto, espero que aún siga esperándome con la cena, aunque no tenga ni pizca de hambre me comeré todo, lo prometo.
Manejé con rapidez y casi me pasó un semáforo en rojo pero llegué en menos de quince minutos al departamento, el cual se veía obscuro por fuera.
¿A quién quieres engañar, Mario? son las dos de la mañana, deja de tener esa fe tan grande.
Abrí la puerta y todo estaba obscuro, luego encendí la luz y encontré el comedor decorado con manteles color rojo y negro, unas velas las cuales habían perdido su forma y claro, la comida sobre la mesa.

Había una nota en una servilleta, su perfecta letra cursiva.
"Te dejé una copa servida en la mesa para que brindes por una vez más romper una promesa – (tn) :-)"

¡Bien hecho, Bautista!
Con miedo me acerqué a la habitación, creo que lo último que ella va a querer es que me acueste a su lado, si no quiero salir herido creo que lo mejor es que no me acerque.
Aún así lo hice, me senté a su lado y la observé dormir durante cinco minutos aproximadamente. Acomodé su cabello y besé su frente.
—Lo siento tanto—Susurré. —Siento no ser la persona que mereces.

Luego salí de la habitación, y del departamento...
No sé si sentía culpa o lástima por ella, pero he llegado a un punto en el que creo que soy libre de decir que ya no la amo, no como antes, ya no siento esa locura por verla que antes sentía.
Lo único que hago es lastimarla, no se merece mis desprecios al igual que yo no me merezco su cariño.

¿Qué debo hacer?

Decidí dormir en un hotel, si quiero despejar mi mente debo alejarme de ella y de ese departamento lleno de recuerdos.
En la mañana debo ir a recoger mis cosas porque tengo que viajar de nuevo con los chicos a Monterrey.

Tú versión.

(...)
La alarma me despertó, ¡Rayos! es domingo y olvidé apagar la alarma que me levanta para ir a la universidad.
Abrí mis ojos con la esperanza de encontrar a Mario en la habitación, aunque sea para pelear un poco, pero él no estaba.
Lo busqué por toda la casa y no había seña de él, pronuncié su nombre varias veces y nada, parece que ni se apareció por aquí. No llegó a dormir.

Mi corazón estaba despedazándose.
Limpié la mesa y el desastre que hice ayer, si, no podía llamarlo de otra manera. Todo quedó como si aquí nunca hubiera sucedido nada.

Mientras terminaba de acomodar las cosas en el refrigerador la puerta se escuchó abrirse. Me asomé y Mario estaba cerrándola.
Lo miré asombrada sin decir palabra alguna, traía una chaqueta en su mano y me miraba sin tampoco saber qué decir, ¿Qué has hecho ahora, Bautista?—Eh... yo... vine por mis cosas.
—Bien—Dije sin aliento. ¿Tan rápido tenía que irse? claro, siempre es así, no sé por qué me lo pregunto.
Me senté en el sofá esperando que él saliera del cuarto, lo cual no tardó más de veinte minutos, se cambió de ropa y salió con la misma maleta que había llegado, ni siquiera desempacó un poco de ella.
— ¿No vas a tomar un baño al menos?
—No, lo tomaré en el hotel cuando lleguemos a Monterrey.
—Ya veo—Rodé mis ojos. —Que tengas buen viaje—No emociones, no sentimientos, sólo una estúpida frase cortes.
—Gracias—Contestó secamente, al igual que yo lo hice. Dejó su maleta en el suelo y se acercó a mí. —Supongo que... ésta es la despedida.
—La despedida número ciento veintidós—Intenté bromear, aunque, realmente tenía algo de cierto, se va, luego vuelve dos días y se vuelve a ir un mes, o algo así. Creo que esa es la razón de que hemos durado tanto, no nos vemos nunca y cuando lo hacemos parece que nos odiamos mutuamente.

Se acercó a mí y tomó mi rostro con sus manos, esperaba un beso, un buen beso que pudiera recompensar todos los momentos perdidos, cerré mis ojos y Mario besó mi mejilla. Luego se alejó.
—Te llamaré cuando llegue.
—Bien—Contesté dolida, ¡besó mi mejila! Mario me rechazó.

Luego cruzó esa puerta.
Corrí tras él para cerrar la puerta con el pasador para que si pensaba volver no pudiera entrar sin tocar la puerta.
Mis lágrimas una vez más se deslizaron por mis mejillas, ésta es la última vez que sufro por él. Ya no puedo más, quererlo tanto me está haciendo mucho daño, mientras él está igual de fresco que siempre.
Me siento humillada.

Tomé mi celular y marqué esos números que hacía meses no marcaba, espero que al menos me conteste.

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UN DULCE AMOR: "EL PRECIO DE LA FAMA" - MARIO BAUTISTA & TU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora