Capitulo 34.

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Estaba sonriendo como una estúpida mirando cada flor y acariciando con ternura el arreglo. Luego escuché los pasos de Sebastián bajando de las escaleras, lo miré divertida y a la vez a punto de discutir.
— ¿Qué haces de pie? deberías estar descansando.
—Tu trasero debería de estar descansando—Bromeó. —Aparte, el que hace las preguntas aquí soy yo, ¿Quién me ha mandado ese arreglo?
— ¡Sue...ña!
—Siempre tuve la sospecha de aparentar ser algo femenino, pero esto... ahora mis sospechas son claras, alguien más comparte las mismas sospechas.
— ¡Sebastián! —Reí. —Mario, fue Mario.
— ¿Mario? creí que ese imbécil me odiaba.
Entonces me crucé de brazos y lo fulminé con la mirada.
— ¡Tranquila!, sé que es para ti—Se sentó junto al comedor en uno de los sofá de una sola persona, se acomodaba con una lentitud impresionante y creo adivinar el por qué. Su herida aún dolía bastante y lo entiendo. Gemía de dolor tan despacio pero era audible.
—Tengo que admitir que es un imbécil lindo.
—Di otro más de tus chistes sin gracia y juro que comenzaré a quitarte las puntadas una a una.
—Está bien, mejor guardo los pensamientos para mí—Sonrió. —No sabes cuánto agradezco tener una amiga como tú, quiero decir, estás ahí en cada estupidez que hago. Creo que no lo merezco.
—Lo hago porque sé que tú harías lo mismo por mí, o eso quiero creer.
—Me duele pensar que lo dudas. En serio me duele.
—No, te duele ser tan idiota como para liarte con unos delincuentes y terminar en el hospital apuñalado. Eso te duele.
—Creí que moriría—Tomó una de las miles de flores que había en el arreglo y comenzó a juguetear con ella. Yo me senté en una de las esquinas del sillón en el que él se encontraba.
—No te imaginas lo que es agonizar, saber que estás muriendo.
Acomodó mi cabello detrás de mi oreja y puso la flor sobre ésta, lo cual me hizo sonreír.
—Estabas ahí sobre mis piernas, Sebas yo lo vi todo, ¿sabes qué es peor que morir? saber que tu mejor amigo está muriendo y no poder hacer nada. De todas formas, eso ya pasó, estás aquí y no quiero hablar más del tema.
—Está bien, ¿crees que deberíamos ir a visitar a mi mamá? Mary no nos ha llamado ni informado siquiera cómo fue la operación.
—No. Esperaremos.
Estaba a punto de que todo volviera a ser normal, o al menos un poco mejor a como había sido éstos últimos días. Cansada, llena de estrés y con ojeras marcadas debajo de mis ojos es como me encontraba.


La operación de la madre de Sebastián había salido de maravilla y me sentía muy contenta por él y Sebastián. Sólo necesitaba llevar un tratamiento para que dentro de poco pudiera rehabilitarse y vivir una vida totalmente normal como la había llevado desde antes de haberse enfermado tan gravemente.

Mientras que yo, mi vida había regresado a la normalidad en menos tiempo de lo que creía, aunque a veces no entendía si lo que vivía era un sueño, una pesadilla o... la realidad. A veces me sentía como si estuviera flotando, o como si sólo fuera la espectadora comiendo palomitas mirando como pasaba la vida de todos alrededor de mí. La invisible.
Aparte de ir a la universidad por las mañanas y trabajar por las noches, no sé qué otras cosas de mi vida eran interesantes. Aparecían personas de la nada queriendo ser mis amigos o inclusive obtener algo de información acerca de Mario, eso me disgustaba bastante.

¿Qué tanto tiempo puede pasar antes de que comiences a caer en la locura? Si yo me consideraba una persona ocupada, no puedo tan solo imaginar cómo sería la vida de Mario y los chicos. También recuerdo mi breve gran amistad que tuve con Zurita.

Estaba quedándome prácticamente dormida en clase, me sentaba al lado de la ventana y podía recargar mi cabeza sobre el cristal, también era invierno y el invierno me causaba sueño, al igual que el calor, y cuando llovía y cuando no tenía nada que hacer.
Bien, ahora era invierno y estaba lloviendo tranquilamente fuera de la escuela, sólo podía escuchar a lo lejos la voz del profesor, deshaciéndose por dar la clase y la irresponsable de ______ durmiendo vilmente frente a sus ojos.
—Técnicamente, Cristóbal Colón descubrió América, pero él no era consciente de que lo había hecho. Y me podría permitir apostar que murió sin saberlo.
—Yo tenía entendido que está prohibido apostar y los juegos de azar en las escuelas—Dijo la voz del chico gracioso del grupo. Esos de los que se matan la vida intentando hacer reír a la gente en las clases cuando no causa ni un gramo de gracia. En ocasiones me pregunto si sólo se ríen por lástima o porque en realidad piensan que lo que dice es gracioso. No me daba tiempo de pensar, podía escuchar pero mis ojos estaban cerrados y yo era inconsciente de todo acto, estaba más dormida que despierta, no era capaz de mover un solo dedo.
— ¡Señorita! —Sentí que algo muy fuerte cayó sobre mi escritorio, éste se tambaleó y me hizo despertar de un solo golpe. Estaba asustada y realmente dudaba el lugar de donde me encontraba. Mis ojos subieron lentamente hasta el rostro del profesor quien se encontraba mirándome disgustado. Luego miré el gran libro del tamaño de un niño de preescolar el cual yacía sobre mi escritorio. — ¿Me podría decir en dónde se encuentra Argentina?
Mi cabeza dio vueltas, ¿De qué me estaba hablando? ¿Qué no estábamos teniendo un debate acerca de Cristóbal Colón?
No contesté. Entonces el maravilloso "chico-no-gracioso" susurró: "Norteamérica" y mi respuesta fue:
—Norteamérica.
Toda la clase rió en unísono, era obvio que se burlaban de mí. Ahora sé el grande error que cometí.
—Quiero un informe sobre éste libro, es la historia del descubrimiento. Tienes una semana.
— ¿Qué tiene que ver esto con la ubicación de Argentina? —Dije finalmente. El maestro pareció disgustarse más.
—Y cuando termines, sobre mi escritorio está la segunda parte. También quiero un informe.

Creo que esa era una advertencia de: "No me preguntes más si no quieres recorrer todos los libros históricos de la biblioteca".
Al salir de esa clase aún me sentía adormecida, a pesar de que mi bolso ahora pesaba unos veinte kilogramos y parecía que iba de excursión a algún lado. Odiaba pensar que debería llegar, hacer tareas, bañarme e ir al trabajo y ahí terminaba mi día, y ahora gracias a mi estúpida falta de sueño tengo que leer un maravilloso libro más viejo que mi abuela y hacer un informe.
Iba tan distraída con mi celular sobre las manos, las llaves del auto y maquillándome las ojeras mientras caminaba por los pasillos que choqué con un chico y mi celular y las llaves cayeron al piso. Él se molestó en levantarlas y me las dio. Sus ojos eran color café y su cabello negro con reflejos. Su mandíbula era cuadrada, tenía un aspecto pulcro.
—Supongo que ahora tendré que pedirte una cita—Sonrió mientras me daba mis cosas de regreso.
— ¿Qué has dicho?
—Nada, lo digo por... chocaste conmigo y esas cosas... como la típica historia romántica que...
—Sí, sí, escucha, tengo prisa, lo siento por ser tan estúpida.
—No, no lo eres.
Pero cuando lo dijo yo ya estaba caminando hacia mi auto sin escuchar una palabra más de lo que pudiera llegar a decir.

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¿un nuevo chico?

Hola espero les haya gustado el capitulo, si es así No olviden votar y comentar para que la siga lo antes posible, cada vez mas  nos vamos acercando al esperado final :D
¿Que les pareció el video de No Digas Nada? Para mí Mario se la rifo con la canción y el video 🤘🏼

UN DULCE AMOR: "EL PRECIO DE LA FAMA" - MARIO BAUTISTA & TU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora